Periodistas – del 3 de septiembre de 2018

Tema: Periodistas

Subtema: Condiciones laborales

Homo-Zapping

“Dueños de medios y voceros del sistema se enriquecieron, pero los periodistas empobrecieron”: Jenaro Villamil

Carlos Álvarez

02 de septiembre de 2018

Informativo

 

“Uno no puede ser periodista si tu principal fuente de ingresos es el poder económico y político al que tienes que investigar. Entonces no eres periodista, eres vocero de esos intereses”, dijo Jenaro Villamil en entrevista con POSDATA.

El periodista y escritor especializado en temas de política y medios de comunicación, Jenaro Villamil Rodríguez, concedió la primera entrevista a este naciente medio de comunicación. Afable, elocuente, carismático, habló con POSDATA de las problemáticas y retos del periodismo, pero también sobre el futuro del oficio. De lo que se debe y no se debe de hacer para ser, lo que él considera, un buen periodista. Esta es la primera de dos partes.

“El periodismo es una vocación, pero no es un trabajo como los demás, sobre todo el periodismo político, es una función pública. Cuando eres un periodista, y asumes la carga de responsabilidad que ello implica, es un trabajo de tiempo completo, una profesión que prácticamente te come toda la vida”, dijo el reportero de la revista Proceso al abrir la conversación.

“Si buscas ser millonario el auténtico periodismo es la vía menos eficaz para lograrlo, pero si buscas darle voz a mucha gente que no la tiene, es la vía más eficaz, porque en este momento, en este país, con el cambio que viene, va a hacer falta cada vez más el periodismo”, indicó el periodista originario de Mérida, Yucatán.

Janaro Villamil aseguró que no ha sucumbido a las tentaciones del dinero y del poder, porque está convencido de lo que hace. “Si yo hubiera querido ser rico me hubiera dedicado a ser banquero, o me hubiera dedicado a los bienes inmobiliarios”, pero el auténtico periodismo es un oficio de vida, no de un momento, ni de una circunstancia, abundó.

“Si no das pie a que te quieran comprar [los poderes fácticos], pues evidentemente nadie te lo ofrece, y si tú trabajas en medios donde lo importante es la información, y no el negocio con el político, pues…” acotó el periodista con estudios en Ciencias Políticas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

“Tengo mucho más poder, en términos de responsabilidad, que la que tiene alguien que quiera ser millonario, es decir, el poder es la única riqueza que no se mide en dinero, se mide en influencia, y se mide en conexión con los ciudadanos, en ese sentido creo que ahí sí soy rico”, dijo Jenaro, riendo, al ser cuestionado al respecto.

Villamil Rodríguez -quien aseguró que lo que más le gusta hacer son reportajes- cree que el auténtico periodismo seguirá siendo el de los medios impresos, “el que va a permanecer durante muchos años”. Sin embargo, su interacción en las redes sociales y medios digitales forma parte de lo mismo: la de compartir información. Y lo dice alguien que, por ejemplo, cuenta con 421 mil seguidores en Twitter.

Ante la duda expresa de este reportero sobre su dicho de la prevalencia de los medios impresos, Jenaro Villamil abundó que aunque algunos diarios y revistas “van a morir”, se transformará el modelo para hacerlo, porque van a “revivir”, por ejemplo, los libros periodísticos, que ahora tienen un gran auge.

“El periodismo que está bien escrito va a permanecer, incluso, en los medios digitales. Aunque en la actualidad hay una ansiedad y una compulsión para ver quien tiene más likes o más vistas, por lo instantáneo, hay un principio en el periodismo que siempre va a prevalecer: quien cuenta mejor la historia, no quien la cuenta primero”, indicó el también director del medio digital Homozapping.

Villamil aconsejó a los periodistas que están migrando o surgiendo en los medios digitales, que no obstante de que sus proyectos puedan ser menos relevantes o ambiciosos que los de los medios impresos o tradicionales, lo más importante que se obtiene en estas nuevas plataformas es la libertad.

“La posibilidad de ser más libre es mucho mayor en un medio digital que en un medio institucional”, señaló. Pero también advirtió que uno deja de ser periodista cuando busca el dinero y la fama por esta vía, y se convertirá en “esa palabra horrible”, a la que le dicen “influencer”, que en realidad “es todo y nada”, es “un animador, es un cacha causas o temas”.

“El periodismo digital también tiene futuro siempre y cuando se anteponga el interés público”, señaló Villamil, quien tampoco cree en el éxito por generación espontánea, porque uno no sale a las redes sociales y se vuelve de inmediato un referente: “Como las hormigas, tienes que estar trabajando y trabajando todos los días, indicó.

Pero no se quedó ahí: dio ejemplos de personas que se han confundido con periodistas, pero que no son más que “comentaristas digitales”, que no hacen investigación, ni reportajes, ni búsqueda de la información cotidiana.

Uno de ellos, es, por ejemplo, Luis Cárdenas, de MVS, “exitoso en el ecosistema digital, que cuando migró al ecosistema de medio electrónico, y más tratando de llenar el espacio vacío que dejó una periodista bien hecha, bien formada como Carmen Aristegui, pues te aplasta eso”.

“Si yo hubiera sido Luis Cárdenas no acepto eso, pero bueno, él quiso ganar mucho dinero ¿no? Ese es el ejemplo clásico, es decir, si tú apuestas por dinero y fama en primer lugar, en lugar de apostar por credibilidad, vas a tener que sacrificar una de las dos cosas”, espetó Villamil Rodríguez.

Sobre el llamado “ranking del chayote”, una investigación que salió publicada en la revista Proceso sobre los más favorecidos con jugosos contratos o convenios económicos de publicidad oficial durante el sexenio de Peña Nieto, Jenaro Villamil indicó que dichos personajes no realizan una labor periodística, sino que son “gestores de la opinión pública”.

Habló sobre el ejemplo de Joaquín López-Dóriga, de quien dijo tuvo una “época muy importante”, siendo “un buen reportero”, que “tiene el oficio”, pero en los últimos 12 o 18 años, su labor no ha sido la de ser periodista, “su labor ha sido de gestionar la opinión pública a través de la fuerza que le dio un medio institucional o del sistema como es Televisa”.

“Estos gestores de la opinión pública ganaron mucho dinero, pero perdieron toda la credibilidad, ahí los tienes, ahí está Ricardo Alemán, y todos los que aparecen en esa lista”, -el llamado ranking del “chayote”-, aseguró Villamil Rodríguez.

“Uno no puede ser periodista si tu principal fuente de ingresos es el poder económico y político al que tienes que investigar. Entonces no eres periodista, eres vocero de esos intereses”, abundó Jenaro Villamil, quien fue coautor con Carlos Monsiváis Aceves, de la columna Por mi Madre, Bohemios, publicada en La Jornada y en Proceso, entre 1999 y 2010.

El yucateco recordó un reportaje donde exhibió todos los contratos y convenios gubernamentales que recibía, o recibe, López Dóriga y que mereció la portada del semanario Proceso, donde se mostró al periodista con un micrófono de oro. “Todo es dinero público que hay que investigar”, apuntó.

“Los periodistas también tenemos que rendir cuentas, de dónde vienen nuestros ingresos y quiénes son los que nos financian. Si a un comunicador le molesta que le digan que recibió una gran cantidad de dinero del gobierno en turno, entonces no son periodistas, son al final de cuentas: intermediarios o traficantes de la opinión pública”, indicó el también conductor del programa Homozapping, que se transmite en el canal de televisión por Internet Rompeviento TV.

“No tendrían porqué tener miedo, ni molestia si fueran transparentes, y que dijeran: ‘bueno, yo gano 90 millones de pesos al mes, que me vienen de las dependencias gubernamentales’, pero como no es así, entonces entendemos que no se está haciendo una labor periodística, sino propagandística”, abundó el profesor en la maestría de Periodismo Político en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.

Sobre las voces que indican que si López Obrador cumple su promesa de austeridad y reduce en 50 por ciento el financiamiento público a la publicidad oficial, muchos periodistas se quedarán sin trabajo, Villamil Rodríguez aseguró que este es “un falso debate”, ya que durante el sexenio de Enrique Peña Nieto se destinaron 60 mil millones de pesos a la comunicación social.

“Entonces, ¿cómo te explicas que haya tantos periodistas que hayan sido despedidos de sus fuentes de trabajo en los medios impresos y en los electrónicos? Porque ese dinero no va a los periodistas, sino que va a los dueños de los medios, va los concesionarios”, dijo Jenaro Villamil, cuyo último libro Cleptocracia fue editado por Grijalbo.

“Hace tres semanas yo publiqué en la revista Proceso, y reproduje en el blog Homozapping un estudio muy útil de Roberto Fuentes Vivar, que se basa en datos del INEGI, y que encontró que durante los últimos 20 años los dueños de los medios han crecido sus ingresos en un 200 por ciento, mientras que los periodistas han reducido su salario en un 50 por ciento, entonces, ¿cómo te explicas esto?”, abundó.

Lo que está mal de la ecuación que no es el dinero público, sino que a los dueños de los medios no les importa recibir dinero público y hacer tráfico de favores con los poderosos.

Lo que pasará en realidad con López Obrador, es que con sus recortes y políticas de austeridad afectará a los dueños de los medios de comunicación y a los concesionarios que ya ganaron muchísimo dinero durante estos últimos 18 años, y esto no es algo que va a afectar a los periodistas”, dijo.

“Sin embargo, los dueños y concesionarios echarán la culpa al Gobierno por los despidos de más comunicadores, pero lo que en realidad estarán haciendo es una confesión de partes de que son medios que viven del Gobierno, no son medios que vivan de los lectores o de las audiencias”, previó el periodista, autor también de El sexenio de Televisa (Grijalbo, 2011) y Peña Nieto: el gran montaje (Grijalbo, 2012).

“En ningún país del mundo, ni en Estados Unidos, se gasta tanto en publicidad oficial como en México, entonces que no vengan con cuentos, no es un asunto del dinero público, es un asunto de la racionalidad económica que no ha existido durante estos últimos años. Hemos vividos obsesionados con la publicidad oficial durante 70 años, porque ese es el mecanismo de control. ¿Por qué no buscar otras fuentes de ingresos? Vivamos de las audiencias, de los lectores y de los publicistas”, indicó el ex editor y reportero de los diarios El Financiero y La Jornada.

“Por supuesto que deben de haber recursos para las campañas públicas, pero si uno piensa que va armar un medio a partir de recibir dinero de las oficinas de prensa, ahí ya estamos alterando la ecuación, estamos reproduciendo un vicio muy antiguo. Por eso hay que democratizar la distribución de los recursos públicos, porque ya no puede estar concentrado todo en nueve grandes grupos de medios electrónicos, transparentando y rindiendo cuentas”, señaló Villamil.

“El problema es que hay mucho dinero bajo la mesa que no se dice y no se ventila. Yo he ventilado el dinero bajo la mesa que recibió Televisa durante la campaña de Peña Nieto y todo el proceso de convertirlo en presidente, y se enfurecieron, porque era verdad, y sin embargo, nunca rindieron cuentas”, abundó el autor de La caída del telepresidente (Grijalbo, 2015).

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Tema: Periodistas

Subtema: Condiciones laborales

 

La encrucijada del periodismo mexicano

El Universal

León Krauze

3 de septiembre de 2018

Opinión

 

Varios columnistas han perdido su espacio en la prensa mexicana en los últimos días. Es una mala noticia porque, sobre todo cuando nace de la crítica preparada e intelectualmente honesta, la opinión sirve para dar contexto al lector, un activo indispensable en esta época tan susceptible a la propaganda y tan impaciente con la evidencia. Cuando saben de lo que hablan, los columnistas ayudan también a contener uno de los vicios de la época: la desconanza frente al juicio de los verdaderos expertos. Aunque haya quien insista en lo contrario, no todos sabemos de todo. Los expertos genuinos dan a sus lectores herramientas para comprender mejor el mundo. No es poca cosa, y menos en los tiempos de la posverdad.

Ahora bien: ¿esto equivale, por sí mismo, a una crisis en el periodismo mexicano? Si el síntoma de esa crisis es la disminución de voces dedicadas únicamente a la reexión o la explicación antes que a la investigación, me atrevo a decir que no. Aunque la opinión cumple una función de gran importancia en la oferta periodística, la esencia del ocio no pasa por ella.

El verdadero motivo de alarma, en cambio, es el despido de un porcentaje considerable de

reporteros en varias casas editoriales. Si, como sugería Walter Lippmann en su famosa denición del ocio, la labor del periodista está en exhibir y “avergonzar al diablo” (es decir, a los poderosos), el camino es la investigación, no la opinión. Para prueba, propongo un ejercicio. ¿Cuántas opiniones han acabado con la carrera de políticos corruptos, ya no digamos derribar un gobierno podrido? Ninguna. Watergate, el gran escándalo político del siglo XX en Estados Unidos, fue obra de reporteros, no de opinadores. Lo mismo podríamos decir del sexenio que termina en México. Al gobierno de Enrique Peña Nieto no le incomodó opinión alguna, lo que realmente lo avergonzó fue el trabajo de investigación de Aristegui Noticias y Animal Político.

Idealmente, entonces, la clave para garantizar la salud de la prensa está en proteger sobre todo el trabajo de los reporteros y, de ser posible, reforzarlo. Veamos el ejemplo estadounidense. Después del triunfo de Donald Trump, el Washington Post, que había sido amenazado abiertamente por el presidente electo, respondió refrendando su compromiso con el periodismo de investigación del más alto calibre. Unas semanas antes del principio del gobierno de Trump, el diario anunció la contratación de sesenta reporteros, aumentando su planta laboral en un 8%.

Claro: el Washington Post pertenece a Jeff Bezos, el magnate de Amazon que ha establecido con el diario una suerte de mecenazgo. Como en México no hay muchos multimillonarios benevolentes, dispuestos a financiar y cuidar de una institución periodística y al mismo tiempo evitar la tentación de incidir en su línea editorial, la industria enfrenta un reto distinto. ¿Qué tan grave es el problema? Lo consulté con algunos colegas. La mayoría me sugirió que estamos ante una suerte de gran corrección histórica inevitable, producto de la dinámica propia de la industria y, en el caso de México, del espejismo de la publicidad oficial.

Al final, dicen los optimistas, las presiones actuales producirán, después de un periodo de incertidumbre, una prensa con menos diarios que a su vez tendrán menos páginas pero una mayor calidad periodística.

Espero que tengan razón. Es posible que el despido de reporteros y colaboradores editoriales se deba a un ajuste necesario e impostergable provocada, en parte, por la política de austeridad del nuevo gobierno. También es posible que dicho reacomodo concluya en una prensa más sana e igualmente ecaz desde el punto de vista periodístico. Pero también hay otro escenario, que hay que evitar a toda costa. Sería una desgracia que la crisis desemboque en un periodismo menos atrevido, libre y vivaz, como el que, de muchas maneras, mantuvo a raya al peñanietismo.

Idealmente, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador debería caminar acompañado de la más estricta marca personal de una prensa implacable, con reporteros asignados a cubrir cada paso de las dependencias y los funcionarios del gobierno federal, incluidos, pienso, sus polémicos representantes en los estados. Y no se trata de desconanza alguna. Debería ser la reacción natural del periodismo ante un gobierno al que el electorado le ha entregado todo el poder. Cuando el “diablo” de Lippmann lo cubre todo, hay que estar más atentos que nunca. Esperemos que el periodismo de investigación mexicano —y los opinadores que queden de pie— no se pierdan en la bruma del reacomodo de su industria y estén a la altura de explorar y explicar un México que necesitará urgentemente de ambas cosas. La supuesta “cuarta transformación” necesita una prensa de primera.

 

etius

septiembre 3, 2018

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