Por Alfredo Sánchez

La crisis de los medios ya llegó. Si bien desde el año pasado y luego de la debacle económica en EU ya se anticipaba que nuestro país sufriría una crisis de proporciones considerables, es hasta este mes de marzo cuando comenzamos a ver con más claridad algunos signos inquietantes. Los medios impresos de comunicación, por ejemplo. Ya en una colaboración en este espacio, Emilio Vega Martín alertaba acerca de lo que podría venir, observando las medidas que diarios internacionales comenzaban a tomar. Hoy, en Guadalajara, somos testigos de la crisis en los medios: hace pocas semanas el diario El Informador decidió transformar el proyecto de suplemento cultural llamado Tapatío, para incorporarlo a sus páginas normales, con la obvia reducción de espacio. Mural también canceló algunas colaboraciones. Y, el caso más escandaloso, Público decidió liquidar a un número aun no determinado de trabajadores (reporteros, editores, fotógrafos, etc). Podrá haber sido la crisis económica la causante (se han mencionado, por ejemplo, el aumento en el costo del papel), pero quizás estamos ante algo más serio: la inminente transformación de la producción y el consumo de la información. Ya muchos diarios mundiales han volteado hacia Internet como la nueva, inevitable plataforma para comunicar. Se habla con insistencia de la eventual desaparición de los periódicos impresos, al menos como los hemos conocido hasta hoy.
Otro elemento inquietante es que muchos de los recortes han ocurrido –como suele suceder- en el ámbito de la cultura, que se sigue viendo como un tema menor, de escasa trascendencia y de poco impacto.
Seguramente muchos de los periodistas despedidos hoy se lanzarán hacia la red para buscar opciones de trabajo (que aunque no significan salarios seguros son, por lo pronto, más libres, y no están sujetos a obligaciones comerciales o a compromisos políticos).
¿Estaremos atestiguando un cambio radical en ese sentido? ¿estaremos mirando las ruinas de lo que fue un orgulloso periodismo que nunca más volverá a ser lo que fue? ¿es este el inicio de una época radicalmente nueva para el ejercicio de esta profesión? Eso lo veremos, con seguridad, más pronto de lo que suponemos. Por ahora vuelvo a enviar, desde aquí, un abrazo a los amigos que se han quedado sin chamba.