Juan P. Becerra-Acosta / Grupo Milenio
Hace tres décadas, hace dos decenios, incluso hasta los 90 con Zedillo en el poder, los periodistas casi siempre podíamos identificar a los persecutores: eran hombres del Sistema.
Un reportero que tenía la osadía de publicar una nota sobre un despojo de tierras en Chiapas recibía la visita de gente armada enviada por algún cacique económico (por ejemplo, un ganadero priista). Un reportero que se atrevía a publicar el caso de una masacre en Guerrero recibía la visita de personeros priistas de un alcalde o gobernador perpetuo. Un diario del sureste que tenía el arrojo de evidenciar los nexos con el narco de un empresario mecenas de políticos recibía el bonito agobio de todo el establishment priista: policías, funcionarios, jueces, autoridades fiscales. Un director de un diario que persistía en seguir una línea crítica hacia las políticas del régimen de partido de Estado iba a la cárcel, al exilio, o al sepulcro, previo despojo de su periódico y buena parte de sus bienes.
Nota completa en: http://impreso.milenio.com/node/8584562
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