Por: Juan Larrosa Fuentes
El 8 de noviembre se cumplen veinte años de la puesta en circulación del primer ejemplar del periódico Siglo 21 en Guadalajara. En estos veinte años han desaparecido impresos como Por Escrito, El Diario de Guadalajara, El Jalisciense, El Nuevo Siglo, Público y Ocho Columnas. Por otro lado han aparecido nuevos diarios como Mural, Milenio Jalisco, La Jornada Jalisco y periódicos populares como Metro o Exprés, por solo nombrar algunos de este último tipo (los cuales, por cierto, se han reproducido como una plaga). Sin embargo, con todo y lo discutible de la afirmación, ninguno de los periódicos antes mencionados ha tenido tanta repercusión en el periodismo mexicano como Siglo 21.
Hacia finales de la década de los ochenta Guadalajara convivía informativamente con el apabullante dominio audiovisual de Televisa (faltarían todavía años para que entrara la segunda cadena nacional de televisión) y con un predominio de los periódicos El Informador y El Occidental, ambos de viejo cuño y quienes se disputaban la plaza sin mayores innovaciones periodísticas. La industria de la televisión privada era incipiente y no era regular el uso de computadoras y pocos sabían de eso que hoy llamamos Internet. Probablemente en la radio era donde había mayor movimiento y competencia periodística. En este contexto apareció Siglo 21. Alfonso Dau Dau, político y empresario local, durante una década acarició la idea de fundar un periódico que fuera un negocio rentable, pero que también tuviera una fuerte influencia en su comunidad. De tal suerte conformó un grupo de trabajo de personas ajenas al gremio periodístico, la mayoría de ellas académicas o vinculadas con la docencia y colocó como líder a Jorge Zepeda Patterson, un antiguo alumno suyo en la universidad y quien estaba finalizando sus estudios de posgrado. Además, para echar a andar el proyecto, Siglo 21 se hizo de los servicios de periodistas y expertos de otras partes del mundo. En esta empresa fue determinante la presencia de los argentinos Tomás Eloy Martínez y Miguel Ángel Diez, así como una relación directa con el diario español El País, en cuya escuela se formaron algunos de los cuadros más importantes de esta historia.
La llegada de un nuevo proyecto informativo a Guadalajara causó grandes expectativas. Sin embargo, los primeros meses del periódico no fueron tan buenos como se esperaban: las ventas y la circulación eran bajas y la competencia de captación publicitaria frente a empresas tan consolidadas comoEl Informador, fue una tarea difícil. Los años noventa fueron intensos en cuanto a sus cambios políticos y sociales, y estos movimientos fueron los que le dieron vida a Siglo 21. El primero de ellos vino con las explosiones del 22 de abril de 1992. El entonces nuevo periódico tuvo una cobertura memorable de esta tragedia, pues logró colocar a la sociedad como el actor más relevante de la noticia. Mientras algunos periódicos minimizaron el acontecimiento, Siglo 21 le dedicó decenas de páginas, y esa dedicación se vio correspondida con una mayor circulación y por tanto, una mayor captación de publicidad, lo cual le dio, si no una bonanza económica, sí un respiro para continuar con su trabajo. El segundo movimiento fue la transición política que se vivió en Jalisco en 1995. Varios periodistas locales mencionan que Siglo 21 fue el primer periódico que se animó a publicar una encuesta que no favorecía al PRI, lo que se convirtió en parte del preludio de la llegada del panista Alberto Cárdenas Jiménez al gobierno del estado.
Algunos reporteros y académicos estadounidenses como Sam Dillon, Julia Preston, Sallie Hughes o Chapell Lawson, conceden un lugar muy importante aSiglo 21 en el proceso de liberalización del periodismo mexicano. Recordemos que en la década de los noventa Salinas de Gortari estableció, a partir de una normativa, el cese de pagos directos a reporteros; también apareció la segunda cadena nacional de televisión (TV Azteca); murió el Tigre Azcárraga y con ello Televisa sufrió una transformación importante (ver “A quince años de la liberalización informativa de Televisa, un balance”); y durante esta década algunos capitales regiomontanos comenzaron a idear un plan de expansión de sus periódicos a la Ciudad de México y a Guadalajara. Los años noventa, en retrospectiva, con todos los matices que se puedan hacer, fueron años de crecimiento de la libertad de expresión en México y del desarrollo de nuevas empresas de medios de comunicación. Muy al contrario de la década que acaba de terminar.
Siglo 21 cerró sus puertas luego de ocho años de trabajo. El proyecto se vino abajo por las disputas internas entre el presidente del periódico y su director, por los malos manejos económicos que se le atribuyeron al presidente y a su administración. El cierre de Siglo 21 es una historia que deja muchas dudas, pues pocas veces se han pronunciado al respecto sus protagonistas, al menos de forma pública. Lo cierto es que un buen día los trabajadores de Siglo 21decidieron irse para formar un nuevo periódico (Público). En su partida, los trabajadores salieron con información y computadoras de la redacción y dejaron en coma a Siglo 21; meses más tarde, el periódico dejó de imprimirse.
Veinte años después de su puesta en circulación, queda claro que Siglo 21 tuvo dos aportaciones fundamentales. La primera ya la describí líneas atrás y tiene que ver con el desarrollo de un periodismo de cara a la ciudadanía (no me refiero al “periodismo ciudadano”, ése que dicen que hacen muchos ciudadanos en los blogs, pero que en realidad no es periodismo). La segunda aportación fue haberse constituido como una nueva y efímera escuela de periodismo. De la redacción y experiencia de Siglo 21 emanaron periodistas y editores que le dieron vuelta al periodismo tapatío y que actualmente ocupan puestos relevantes en otros medios de comunicación. Tal es el caso de Luis Miguel González, quien dirige El Economista, de Rosa Esther Juárez, quien tiene un lugar importante en la dirección del Grupo Milenio o Salvador Camarena, titular de la segunda emisión de W Radio en la Ciudad de México. Por supuesto, hay muchos otros nombres, que por espacio, no menciono aquí.
Pero el bono Siglo 21 se acaba. Muchos de los buenos reporteros de esta generación terminaron absorbidos por las oficinas de comunicación social de los distintos niveles de gobierno, regresaron a las aulas universitarias o simplemente abandonaron el periodismo. El resto de los periódicos de la plaza no se han preocupado por generar escuelas. Mural tiene la suya, pero es exclusiva y completamente hermética. Hoy se extraña a Siglo 21 por sus coberturas periodísticas, por su particularísimo humor (cómo olvidar a “La mamá del abulón” o los mejores tiempos de Falcón), por suplementos como “Nostromo” o secciones como “Vida y Cultura”, pero sobre todo, por el entusiasmo de un grupo de personas que decidieron echar a andar un medio de comunicación local alejado de una propuesta insular o pueblerina, y por el contrario, desarrollaron un periódico arriesgado y en algunos momentos cosmopolita. El hueco que dejó Siglo 21 fue llenado por las propuestas regiomontanas. En las últimas dos décadas en esta ciudad se han construido estadios, auditorios, teatros y pasos a desnivel, pero pocos proyectos de comunicación. En pleno siglo XXI Guadalajara necesita de una renovación periodística como la que ocurrió hace dos décadas. Ahora hace falta que algún empresario diga esta boca es mía.
Referencias bibliográficas sobre Siglo 21:
- Dillon, S. y Preston, J., (2004). El despertar de México. Episodios de una búsqueda de la democracia. México: Océano.
- Hughes, Sallie (2009) Redacciones en conflicto. El periodismo y la democratización en México. México: Universidad de Guadalajara / Porrúa. P. 157
- Lawson, Chappell (2002) Building the Fourth Estate. Democratization and the Rise of a Free Press in Mexico. California: University of California Press. Pp. 73-75
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