El Acuerdo de Iniciativa México y la Realidad de los Cárteles

De Jenaro Villamil

No habían transcurrido ni 12 horas de que la República de la Pantalla presumiera la redacción y firma de “más de 700 medios” de un acuerdo para unificar criterios editoriales frente a la cobertura del crimen organizado, cuando el conductor de Televisa Monterrey, José Luis Cerda, conocido como La Gata, fue asesinado la noche del jueves 24 de marzo.

En el cuerpo del conductor de programas de infoentretenimiento, sus ejecutores dejaron un mensaje clave de la disputa entre cárteles:

“Ya no sigas cooperando con los Zetas. Atte. CDG, saludos, arquitecto, número uno”. (CDG es la manera de firmar Cártel del Golfo).

La transmisión de la noticia fue una auténtica odisea. No se trataba de convertirse en “promotores involuntarios” del crimen organizado sino testigos de la impotencia ministerial. Un grupo de sicarios se apoderó del cuerpo de Cerda, ante la mirada impasible de agentes municipales y ministeriales que daban cuenta del hallazgo. Más macabro y desafiante no pudo haber sido.

Horas después, el periódico guerrerense El Sur, firmante del acuerdo, volvió a recibir una amenaza vía telefónica de un presunto atentado que ocurriría el viernes 25 de marzo a las 14:00 horas. No se produjo ataque alguno, pero tampoco ninguna muestra de solidaridad. El punto nueve del acuerdo afirmaba la necesidad de “postura en contra” de las amenazas del crimen organizado a medios impresos.

El Sur, recordó el columnista Miguel Angel Granados Chapa, ha sido víctima de diversos ataques, “incluyendo una andanada de balazos contra sus instalaciones en el puerto y una aprehensión (disfrazada de mera presentación) que privó la libertad por unas horas, ilegalmente, a su director Juan Angulo.

Hasta ahora, los medios firmantes del acuerdo no han expresado solidaridad alguna a El Sur,pero tampoco a otros medios y periodistas que fuera de las declaraciones rimbombantes de los dueños de los principales consorcios mediáticos enfrentan día a día la realidad de la guerra desatada por el gobierno calderonista.

Tan sólo el domingo 27 de marzo se registraron 46 ejecuciones en 11 entidades, en una de las jornadas más violentas. Tan sólo en la carretera que conecta a Nuevo Laredo con Monterrey fueron encontrados 11 cadáveres. Autocensurados, temerosos ante la ola de amenazas, secuestros y amagos que no se han detenido, los medios de Tamaulipas sólo dieron el registro del hecho, sin poder contextualizar de qué se trata este hallazgo macabro.

Los cadáveres encontrados en la carretera de Nuevo Laredo-Monterrey fueron detectados horas después de que personal del ejército localizó en el kilómetro 12 de la misma vía un tráiler lleno de armamentos. Tres sicarios que  se encontraban en el tráiler dispararon contra los militares. Tres sicarios murieron y dos hombres más fueron detenidos, según información de Notimex, la agencia de noticias gubernamental.

En Veracruz y Acapulco se registraron enfrentamientos entre presuntos delincuentes y elementos de la Agencia Federal de Investigaciones, en el caso del puerto guerrerense. En Veracruz hubo dos muertos tras una balacera ocurrida en el fraccionamiento Moderno, cerca de un auditorio donde la Arrolladora Banda Limón realizaba su presentación.

En fin, la suma de hechos violentos se enfrentará a la necesidad de explicar qué está sucediendo. ¿Van a callarse los medios, aún cuando sus propios trabajadores (conductores o periodistas) están involucrados en estos hechos? ¿Qué hacer frente al desafío claro de cárteles tan violentos como Los Zetas que están en la ruta de incidir en los medios?