La televisión abierta es sinónimo de muchas cosas: estupidez, basura visual, explotación de estereotipos sociales, entretenimiento y demás. Es el villano favorito de no pocos, que ven en este medio a una especie de jinete del Apocalipsis que tiene la misión de hundir en la ignorancia al pueblo indefenso. En la mayoría de los casos, no se equivocan: la televisión comercial es una porquería.
Afortunadamente hay una excepción: la televisión cultural. El canal 7 del gobierno del estado, es un oasis. En primer lugar, hay que reconocer que a raíz de la llegada de Samuel Muñoz a la dirección del Sistema Jalisciense de Radio y Televisión, el canal siete ha vivido una nueva dinámica. Lo cual es un logro que no puede escatimarse a la administración actual.
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