Marco Rascón / La Jornada
No hay como el papel de los medios, sus formas y contenidos, para medir el grado de libertad e identidad de un país. Si lo electoral son los nervios de la democracia, los medios son la sangre que le da oxígeno a todo, y si está contaminada es lo que enferma.
Una primera prueba es si el contenido de las imágenes corresponden a la realidad del país; si la expresan, cómo la comunican y hacia dónde la conducen. En Cuba se puede decir de manera contundente que la televisión corresponde a su realidad. Lo que se ve en la pantalla está en la calle, en sus problemas, su cultura, en sus procesos y en lo que son los cubanos. El principio del contenido mediático depende de la fuerza del Estado, pero el gran protagonista no es el poder, sino sus objetivos de educación, organización social e información.
Nota completa: La Jornada: La televisión cubana.
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