Transparencia y acceso a la información – 23 de octubre de 2017

INAI

Inai primero defendió a cliente de AT&T y luego dio la razón a la empresa sobre datos personales

El Economista

José Soto Galindo

23 de octubre de 2017

El Tribunal Federal de Justicia Administrativa concluyó que el Inai falló en verificar el cumplimiento de una resolución emitida por el propio instituto y que, de manera infundada, avaló la respuesta que AT&T dio a uno de sus clientes en la que niega el acceso completo a datos personales.

El 28 de septiembre de 2017, los tres magistrados de la Sala Especializada en Juicios en Línea del tribunal emitieron una sentencia que obliga al Inai —el órgano público para la protección de los datos personales en México— a admitir que AT&T incumplió con una resolución del pleno, adoptada por unanimidad y que obliga a la operadora a entregar a su cliente, entre otros datos, la ubicación digital del posicionamiento geográfico de su línea móvil (la ubicación aproximada del dispositivo desde el que se realizó una comunicación).

La sentencia al expediente 17/411-24-01-01-07-OL, que concede la nulidad de un acuerdo del Inai, determina que en la respuesta de AT&T a su cliente “no existe ningún señalamiento, dato o referencia en cuanto al posicionamiento en relación a las estaciones base o repetidoras, como infundadamente lo indicó la autoridad en el acto impugnado; conceptos que ni siquiera menciona la moral responsable en su escrito de cumplimiento”.

El contexto es rocambolesco: el Inai resolvió el 13 de julio de 2016 que AT&T de México debía entregar datos relacionados con el posicionamiento de la línea móvil de uno de sus clientes, por considerarlos datos personales y estar al amparo de la ley en la materia. En supuesto cumplimiento a esa resolución, AT&T hizo como que los entregó, cuando en realidad volvía a negarlos e incumplía con la resolución del pleno.

Era de esperarse que, al verificar el cumplimiento de dicha resolución, el Coordinador de Protección de Datos Personales del Inai notara la ausencia de la información solicitada a AT&T, pero en cambio determinó que la compañía sí había cumplido y ordenó archivar el caso. El cliente se inconformó y acudió al tribunal administrativo para demandar la nulidad del llamado “acuerdo de cumplimiento” del coordinador.

El tribunal, a través de la Sala Especializada en Juicios en Línea, le dio la razón.

Antes de continuar, dejo constancia de que el ciudadano al que beneficia la sentencia soy yo. El 7 de enero de 2016, en coincidencia con la entrada en vigor de los lineamientos que reglamentan el Título Octavo de la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión (LFTR), inicié este ejercicio periodístico y jurídico para poner a prueba las regulaciones de protección de datos personales y de retención de datos y metadatos de las comunicaciones en México.

El Título Octavo fue diseñado para que las operadoras colaboren con las autoridades de seguridad, procuración y administración de justicia en el combate a la delincuencia y permite, por ejemplo, ubicar en tiempo real un teléfono vinculado a un secuestrador o a algún miembro de una banda criminal.

Para cumplir ese objetivo, el artículo 190 obliga a las operadoras a resguardar durante 24 meses siete conjuntos de datos y metadatos de comunicaciones telefónicas; la lista incluye datos tan elementales como nombre o dirección del cliente hasta otros de mayor complejidad, como la ubicación aproximada del aparato de comunicación vinculado con la línea de un determinado usuario de telefonía móvil.

Esa información identifica y hace identificable a una persona, por lo que se encuentra protegida por la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de los Particulares. Así lo consideran la Suprema Corte y el Inai, que en su resolución del 13 de julio de 2016 consignó: “Es evidente que la información señalada en la fracción II del artículo 190 son datos personales de los usuarios finales de servicios de telecomunicaciones”. Y añadió: “Si bien se puede aceptar que con el objeto de proteger la seguridad nacional existan leyes para la recolección y almacenamiento de información personal en registros no abiertos al público, con debidas garantías para el uso proporcional y con finalidades legítimas, dicha situación no impide el derecho de acceso a información personal mantenida por orden de disposiciones legales bajo ciertas circunstancias”.

El mismo año que en México se aprobó la regulación que permite vigilar 112 millones de líneas móviles y 20 millones de líneas fijas, la Unión Europea desterró la llamada Directiva de Retención de Datos y determinó que sólo se pueden resguardar datos y metadatos de los usuarios de telefonía móvil con fines técnicos y para cobro y facturación del servicio. La Suprema Corte ha validado el artículo 190, a pesar de los riesgos para la privacidad de los ciudadanos que implican la retención y la transmisión de datos relacionados con las comunicaciones. En 2016, AT&T colaboró 5,806 veces con las autoridades y les entregó datos y metadatos de las comunicaciones de sus clientes; en 269 veces entregó datos relacionados con el posicionamiento geográfico de las líneas móviles, de acuerdo con solicitudes de transparencia realizadas por este redactor al Instituto Federal de Telecomunicaciones. El criterio de AT&T ha sido: a las autoridades sí entrego los datos; al titular de los datos, no.

Si por razones de seguridad y justicia debemos aceptar una normativa tan peligrosa, lo mínimo que debemos exigir es que se cumpla al pie de la letra, con responsabilidad y respeto a los derechos fundamentales. La sentencia del tribunal exige que el Inai “emita una nueva resolución en la que tenga por no cumplimentada” su resolución del 13 de julio de 2016, pero lo más importante es que le exige proceder “conforme a derecho, atendiendo a la legislación de la materia aplicable”. Esta historia podría tener más capítulos (el Inai puede presentar un recurso de revisión ante el Tribunal Colegiado de Circuito en Materia Administrativa y AT&T, un amparo directo), pero deja claro que la protección de datos personales en México debe tomarse en serio.

Cronología del caso

7 de enero del 2016

Un cliente de AT&T le pide a la compañía acceso a sus datos personales, principalmente a los referidos en el artículo 190 de la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, que obliga a los operadores a resguardar datos y metadatos de las comunicaciones móviles de sus clientes durante dos años.

15 de febrero

Días después de vencido el plazo de respuesta impuesto por la ley, AT&T entrega a su cliente datos generales sin considerar la ubicación digital del posicionamiento geográfico de las líneas (la ubicación aproximada del dispositivo desde el que se realizó una comunicación) como detalla el artículo 190. Esa información “puede ser requerida de forma gratuita” en centros de atención al cliente, le informó AT&T. Once días después, un empleado de la compañía envía al cliente un archivo de 755 páginas que no incluye la ubicación aproximada del dispositivo.

7 de marzo

El cliente presenta una queja ante el Inai, el órgano público para la protección de datos personales en México. Durante el llamado “proceso de protección de derechos”, AT&T mantiene silencio y no aporta pruebas ni respuestas a la autoridad; tampoco acepta conciliar con el cliente.

13 de julio

El pleno del Inai resuelve por unanimidad que es procedente el reclamo del cliente, obliga a AT&T a entregar la información y ordena el inicio de un proceso de imposición de sanciones “por su presunta negligencia en la tramitación y respuesta de la solicitud de acceso de datos personales”. El 23 de agosto, AT&T entrega al cliente la misma información que éste recibió del centro de atención sin la ubicación aproximada del dispositivo.

16 de enero de 2017

El Coordinador de Protección de Datos Personales del Inai emite un “acuerdo de cumplimiento” en el que asegura de manera infundada que AT&T entregó todos los datos solicitados y da por cerrado el caso.

28 de septiembre

Luego de presentar una demanda de nulidad ante el Tribunal Federal de Justicia Administrativa, la Sala Especializada en Juicios en Línea da la razón al cliente y señala que “la empresa no dio cumplimiento” al mandato del Inai, pues en su respuesta “no existe ningún señalamiento, dato o referencia en cuanto al posicionamiento en relación a las estaciones base o repetidoras, como infundadamente lo indicó la autoridad en el acto impugnado”. La Sala ordena al Inai emitir un nuevo acuerdo en el que conste que AT&T no cumplió “y proceda conforme a derecho”.

Puedes escribirme a soto.galindo@gmail.com o leer más en Economicón.

 

Diagnósticos sobre transparencia

Hace un mes, el país sufría por un mito creado en televisión: “Frida Sofía”. ¿Cómo llegó tan lejos?

Sin Embargo

Redacción

22 de octubre de 2017

El pasado 20 de setiembre, a las 9:18 de la mañana– veinte horas después de que un terremoto de 7.1 grados remeciera la Ciudad de México– la periodista Danielle Dithurbide conectaba en directo con el set de Televisa Noticias, donde se encontraba el presentador Carlos Loret de Mola.

Dithurbide, conductora de un noticiero matutino y directora de información internacional de noticieros Televisa, había llegado la tarde anterior al colegio Enrique Rébsamen, ubicado al sur de la ciudad.

En el momento del terremoto, el 19 de setiembre a las 13:14 horas, Dithurbide se encontraba en las oficinas de Televisa Chapultepec, en el corazón de la ciudad, según me dijo en una de nuestras conversaciones telefónicas. Siguiendo el protocolo del canal de noticias “24 horas” de Televisa y Foro TV, Dithurbide empezó a transmitir en vivo los detalles de la emergencia junto a otros dos periodistas desde el set.

A las 17:00 horas, luego de casi cuatro horas frente a cámara y de que tomara el relevo la conductora principal de Noticieros Televisa, Denise Maerker, Dithurbide subió a una moto que la llevó hasta el colegio Enrique Rébsamen. Uno de los edificios de la escuela había colapsado ante las cámaras horas antes y se creía que había niños y profesores por rescatar.

Dithurbide cuenta que mientras se encontraba al aire en el set, la redacción le iba pasando datos de los lugares donde se habían reportado daños y el nombre de la escuela Rébsamen se le quedó grabado porque las anotaciones indicaban: “hay niños atrapados dentro”.

Cuando su jefe le indicó que saliera a reportear desde el terreno, Dithurbide buscó el colegio en Google Maps e indicó al motorizado que la llevara para allá. Este es el trayecto entre los estudios de Televisa y la escuela Rébsamen:

En condiciones normales, y a bordo de una moto, el camino debe tomar unos 20 minutos. Según cuenta la reportera, esa tarde tardaron alrededor de una hora porque “todas las calles, todas las avenidas estaban paradas, parecían un gran estacionamiento”. Durante esa hora, desde detrás de la moto la periodista vio “casas derrumbadas, cadenas de remoción de escombros impresionantes, gente caminando como zombies entre los coches, gente con letreros, cartulinas que decían ‘hablo inglés, si necesitas ayuda acércate’, ‘dame ride, no me tengas miedo’, gente muy agresiva, gente muy nerviosa”.

Una vez que llegó a la escuela, la periodista empezó a enviar despachos telefónicos desde una tienda cercana porque al principio y debido al caos no consiguió encontrar al camarógrafo que se suponía estaba en la zona y, además, la señal celular era muy débil. Su primer reporte en vivo, en conversación con Maerker, tuvo lugar a las 18:16 de ese martes 19.

Pero no sería sino hasta la mañana siguiente, luego de haber enlazado en directo unas 15 veces a lo largo de la noche, que su nombre empezaría a hacerse familiar para todos los mexicanos.

La mañana del jueves 20 a las 9:18, el relato de Dithurbide decía así:

“Las imágenes que ustedes están viendo son desde el techo de una de las estructuras de la escuela que se mantiene en pie. Estamos literalmente en la zona cero de esta desgracia y estamos viviendo un momento muy emocionante, Carlos. Te puedo confirmar que están teniendo contacto con una niña con vida, le acaban de pasar una manguera para que pueda tomar agua […] Está muy alejada de la zona a la que pueden tener acceso hasta el momento los rescatistas, pero, bueno, te puedo confirmar que está con vida y que tan sólo en unos minutos podremos estar al aire con el rescate de esta pequeñita”.

El rescate, pudimos saber casi 30 horas después, no iba a ocurrir nunca. Es más, la pequeñita “no fue una realidad”, en palabras del subsecretario de Marina, el Almirante Ángel Enrique Sarmiento.

El jueves 21, a las 14:05 horas, Sarmiento leía ante las cámaras un comunicado que afirmaba que no quedaba ningún niño por rescatar y “que la versión que se sacó con el nombre de una niña, no tenemos conocimiento, nosotros nunca tuvimos conocimiento de esa versión [sic]”.

Esto pese a que tanto él como el Almirante José Luis Vergara, Oficial Mayor de la Marina y responsable junto a Sarmiento de las labores de rescate en el colegio Rébsamen, habían repetido lo contrario a las cámaras de distintos medios el día anterior.

Pese a que entre las 9:00 de la mañana del 20 y las 14:00 del 21 la pequeñita había adquirido nombre (“Frida Sofía”)– confirmado en una entrevista en directo con Milenio TV por el Almirante Vergara a las 23:00 horas del día 20; pese a que se le asignó una edad (entre 12 y 13 años); pese a que se dijo primero que sus padres estaban presentes en la escena, para que luego, horas después, el Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, dijera lo contrario en directo durante una comunicación telefónica con los periodistas Denise Maerker y Joaquín López Dóriga; pese a que se dijo, en distintas ocasiones, que había sido ubicada por perros de rescate, que un escáner térmico – en realidad dos– había registrado su temperatura corporal, que había respondido con golpecitos, que habían escuchado su voz, sus gemidos y llanto, que se habían comunicado con ella, que había dicho su nombre y que, incluso, había indicado que tenía dos, tres y hasta cinco cuerpos cercanos que ella creía estaban con vida; a que se dijo que ella y los otros niños –dos, tres, cinco– estaban a salvo debajo de una mesa de granito en la oficina de la directora de la escuela; que se le había dado agua, que había hablado con uno o varios rescatistas y hasta con una maestra…

Toda esta información, nombre incluido, fue divulgada o validada en distintos momentos, durante los días 20 y 21, por el Almirante José Luis Vergara o por el Almirante Sarmiento, responsables del centro de mando, delante de una cámara de televisión o en conversación con periodistas.

Un detalle tangencial, que a muchos ha pasado desapercibido, es que Frida Sofía es también el nombre de la hija de una de las artistas más populares de México.

¿Se acuerdan de ese hit noventero de Alejandra Guzmán llamado “Yo te esperaba”?

A quien Alejandra Guzmán esperaba cuando compuso esa canción es a su hija Frida Sofía, quien hoy, a los 26 años, convertida en instructora de fitness y chica de portada Playboy, acumula medio millón de seguidores en su cuenta de Instagram y aparece con regularidad en las páginas sociales de los medios mexicanos.

Así que cuando el día 20, fuentes oficiales y periodistas ubicados en la escuela Rébsamen empezaron a repetir que la niña del rescate inminente se llamaba “Frida Sofía”, el nombre –sonoro de por sí– no tuvo que hacer mucho para clavarse en la memoria del público.

El nombre y todos los otros detalles que fueron surgiendo a lo largo de los dos días fueron además corroborados ante cámaras –y fuera de ellas– por distintos rescatistas, miembros de la Marina o el Ejército y civiles. Algunos de los cuales eran, de hecho, las fuentes originales de la información. Léase, aquellos que habían realizado algún descubrimiento y lo habían comunicado a Vergara y Sarmiento, y que luego declararon por su cuenta a los periodistas. Volveré sobre este punto, fundamental, más adelante.

Luego del desmentido de Sarmiento y de las disculpas públicas que él y Vergara más tarde ofrecerían también ante cámaras, las redes sociales mexicanas estallaron.

En Twitter y Facebook todos tenemos siempre a mano una antorcha encendida y un trinche afilado para linchar a quien, creemos, ha cometido un error. Yo mismo, periodista y analista de medios, lancé una serie de tuits y estados de Facebook en los que reflexionaba sobre la importancia de dudar de las fuentes oficiales. Dirigiendo las críticas, como casi todos los periodistas cuyos comentarios leí, a los reporteros de Televisa que habían dado cuenta de la historia de “Frida Sofía”.

Digamos que la Marina y el Gobierno mexicano tuvieron suerte de que fuera Televisa –y su querencia por las telenovelas– quien puso en pantalla durante dos días la historia de esa pequeñita inexistente bautizada con el nombre más mexicano que se nos pueda ocurrir.

Sólo el odio que despierta Televisa y su siempre cuestionada relación con el Gobierno de turno consiguió que pasemos por alto el desastre que fue la gestión de información de los responsables del rescate en el colegio Rébsamen.

Como muestra un botón.

El miércoles 20, a las 14:39, el subsecretario Sarmiento aparece en directo frente a una multitud de cámaras y micrófonos junto a tres rescatistas. Uno de ellos, llamado Juan Ramiro de la Fuente, le explica lo que ha hallado el escáner térmico que opera.

En ese momento, Sarmiento, a quien toda esta explicación iba dirigida (además de a las cámaras de televisión, claro), pregunta: “¿Y gritaron ‘mueve los dedos’?”. Los tres rescatistas asienten y dicen que sí. El tercero, el de la camiseta militar, dice: “Movió y con el escáner logramos detectar. Y después me pasaron la cámara técnica y ya con eso [sic.]”. Sarmiento aquí pregunta: “¿Físicamente, la ven?” Los rescatistas dicen que no. De la Fuente aclara: “En la parte de movimiento y en la parte térmica está confirmado. En la parte sonora no está confirmado, hay mucho ruido ambiental. Entonces tendríamos, pues, tratar de tomar una adicional [sic.]”. El rescatista de la camiseta militar interviene: “Yo creo que hay que girar”. Sarmiento, dirigiéndose a él dice: “¿Quién entraría otra vez? ¿Tú?” El rescatista asiente y un cuarto rescatista con casco blanco detrás de él dice: “Volvería a entrar él, mi Almirante”. Sarmiento aquí se dirige a De la Fuente y le dice: “¿Tú también entrarías de nuevo?”. Este responde: “Sí, pero yo entro en la parte exterior. Yo llevo el apoyo técnico con él. Entraría la parte de la Secretaría de Marina, el grupo de rescate es el que entraría con él”. Sarmiento asiente y dice: “Ok, sale. Adelante”.

Aquí pueden ver la escena casi al completo. Ocurre entre el minuto 7:24 y el 8:45:

Un minuto después, Sarmiento declara de nuevo en directo, esta vez ante las cámaras de Milenio TV: “Responde a las señales, le indican que mueva las manos y al menos en el equipo térmico hay movimiento. Físicamente no la ven, pero con el equipo térmico está respondiendo, entonces ahorita lo que van a hacer es corroborar por otro medio que realmente esté la niña ahí y entonces ahora sí meter más equipos para poder sacarla”. Pueden verlo aquí:

Conversé por teléfono con Juan Ramiro de la Fuente, voluntario civil, miembro de Rotary International, unos días después, cuando se encontraba, según me dijo, ayudando en otras labores de rescate en Oaxaca.

De la Fuente tiene 20 años de experiencia en rescate en estructuras colapsadas y opera ese equipo térmico y de ultrasonido, propiedad del Rotary, desde hace unos dos años. Le pregunté si la explicación que vimos por televisión fue en realidad en directo. Es decir, si el subsecretario Sarmiento se enteró al mismo tiempo que todos los televidentes de los hallazgos del equipo que él manejaba. Me dijo que sí.

Es decir, el responsable del centro de mando de la Marina permitió que se le diera una información extremadamente sensible, la posible confirmación de la detección de un sobreviviente, ante las cámaras. Convirtiendo así uno de los momentos claves del supuesto rescate en un espectáculo televisivo.

Quise conocer la versión de los dos oficiales de Marina al mando, entender por qué habían permitido que las cámaras presenciaran esta y otras escenas igual de delicadas, y preguntar acerca de la manera en que habían manejado la información que iban recibiendo durante el rescate. Solicité a la oficina de Atención a Medios de la Secretaría de Marina, tanto por teléfono como por email, conversar con el Almirante Sarmiento y el Almirante Vergara, pero nunca recibí respuesta.

En mi conversación con De la Fuente, le pregunté qué es lo que había podido detectar su equipo, ahora que sabíamos que no había ahí ningún cuerpo con vida en el lugar donde trabajó su escáner. Luego de una compleja explicación, en la que me dijo que “lo que hacen estos equipos son dar probabilidades, porcentajes de aproximación a una hipótesis”, De la Fuente recalcó que su equipo “detectó una temperatura” y “unos sonidos de movimiento”. A continuación, comentó que durante los trabajos tuvieron varios falsos positivos.

Sin una multitud de cámaras delante, De la Fuente seguramente habría podido explicarle esto al Almirante Sarmiento, quien, a su vez, podría haber tomado con pinzas la delicada información. En una transmisión en vivo y en directo, “unas temperaturas” se convirtieron en pocos segundos en “un cuerpo con vida”.

Tanto Danielle Dithurbide como otros periodistas –Televisa no fue el único medio que desplegó reporteros y cámaras en la escuela Rébsamen y fue dando detalles sobre la niña y su inminente rescate– tienen parte de responsabilidad al haber transformado esta historia en una telenovela en vivo. Pero casi toda esa responsabilidad recae en la espectacularización propia de la televisión en directo antes que en el trabajo individual de uno u otro reportero.

Incluso algunos medios y periodistas que luego se han colgado medallas incurrieron en prácticas cuestionables, presas también ellos de la urgencia del directo. Por ejemplo, hay cierto consenso entre la prensa y el público mexicano en que quienes desbarataron la “farsa” de “Frida Sofía” fue el equipo de la periodista Carmen Aristegui. Lo cual, en realidad, no es cierto.

Aristegui y su equipo plantearon dudas sobre lo que ocurría en la escuela Rébsamen, alguna de ellas alarmada y alarmante, pero no lograron desbaratar nada porque no llegaron a verificar nada. De hecho, hicieron lo mismo que criticaron a sus colegas de Televisa y otras cadenas: repetir –o amplificar– testimonios ajenos sin hacer esfuerzo alguno para contrastarlos.

jakysahagun

octubre 23, 2017

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