Por Juan Carlos Núñez Bustillos / Defensor del Lector / Público Milenio
El periodista colombiano Jorge González me contó la siguiente historia. Data de 1994, cuando él era reportero del diario El Tiempo y el ejército de aquel país envió a los medios de comunicación un boletín de prensa en el que informaba de una “exitosa” operación militar contra la guerrilla en la que murieron once hombres, entre ellos, un jefe de los rebeldes. Casi al mismo tiempo, un habitante de Macaravita, la zona donde ocurrieron los hechos, llamó al diario para decir que entre los muertos había un compadre suyo que no era guerrillero. El periodista se trasladó al lugar del “combate” y, al indagar sobre el caso, se encontró con que las víctimas habían recibido una gran cantidad de balazos, entre ellos varios en abdomen y tórax. Sin embargo, los uniformes que portaban los cadáveres no tenían orificios causados por los proyectiles. Habían sido asesinados y luego vestidos con los uniformes. Luego descubrió que el supuesto jefe de los guerrilleros era un campesino afectado por un padecimiento artrítico que le había afectado de tal modo las manos que era imposible que manejara un fusil. Los muertos eran labriegos que no participaban en los grupos guerrilleros. “Todo había sido un cuadro simulado por el ejército para producir un parte de guerra exitoso, soportado en una mentira infame”, me dijo Jorge.
Nota completa en: http://impreso.milenio.com/node/8655430
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