·Otros
Elecciones intermedias
Elecciones intermedias: escenarios inciertos
La Jornada Jalisco
La Jornada Jalisco
26 de abril del 2015
A menos de dos meses de realizarse las elecciones intermedias del 7 de junio, nuestro país se encuentra inmerso en hartos escenarios que no auguran un buen desenlace de la jornada electoral. Sea a nivel nacional en la renovación de la Cámara de diputados en San Lázaro; o en los estados y municipios donde serán renovados varios gobiernos estatales, congresos locales y la totalidad de las alcaldías; la cosecha de lo sembrado en los primero tres años de la aventura peñista en Los Pinos no garantiza la estabilidad en la próxima jornada electoral y, en los meses subsecuentes.
1.- La economía no da muestras de mejorar; por el contrario, se empantana. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la actividad económica se estancó en febrero, en comparación con la dinámica que mostró en el primer mes del año. Asimismo, las reformas “estructurales” siguen haciendo las veces de utilería discursiva para vender promesas a millones de compatriotas que día a día miran cómo se adelgaza su futuro. Más que recibir beneficios económicos e incrementar el nivel de vida, las familias se ven obligadas con mayor frecuencia a reducir la compra de artículos básicos para cubrir sus necesidades primarias. Aun así, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, nos pide que le hagamos más agujeros al cinturón, si todavía tenemos cinturón. Esta semana el Banco Mundial dio a conocer que 23.1 millones de mexicanos sobreviven en extrema pobreza; y 61.4 millones más lo hacen en la pobreza moderada. Por si esto no fuera suficiente, el grupo Banamex revisó a la baja su pronóstico de crecimiento económico para 2015, situándolo en 2.8%, cuando a finales del año pasado la institución bancaria proyectaba un crecimiento de 3.4%. Así las cosas, al voltear a los alrededores de la realidad mexicana encontramos desolación económica y pobreza galopante, aderezada con una “silenciosa” devaluación durante este sexenio que ya escaló a 22 por ciento.
2.- La impunidad y la corrupción parecen no tener freno; continúan corroyendo los cimientos y la estructura de las instituciones de la República. Peligrosamente nuestro país se ha consolidado como la segunda nación con el mayor grado de impunidad en el planeta, según el ranking del Índice Global de Impunidad 2015. Las prácticas de corrupción se han convertido en moneda de cambio para el gobierno y la sociedad; bajo el manto protector de la impunidad se mina sistemáticamente desde lo más profundo la viabilidad de la nación. Los ciudadanos, en el gobierno o fuera de él, estamos presos de nuestras propias desventuras y prácticas corruptas desde el más bajo nivel hasta las altas esferas del poder. Por un momento pensemos qué sucedería en países poseedores de una democracia más desarrollada si al presidente se le comprobara que ha utilizado su poder para ampliar su patrimonio familiar otorgando tratos privilegiados a los dueños del dinero a cambio de recursos económicos y favores personales. O qué pasaría si el padre de un gobernante se entrometiese en el proceso electoral a favor del partido gobernante, como sucedió en Jalisco con el magistrado del Supremo Tribunal de Justicia del Estado, Leonel Sandoval Figueroa, padre del gobernador Aristóteles Sandoval; esas y muchas otras prácticas vuelven a la impunidad y la corrupción en estructural y funcional, lo que juega en contra de la democratización del país, que tiene como uno de sus principales escenarios las jornadas electorales.
3.- Ni qué decir de la violencia y la inseguridad. Las condiciones necesarias para garantizar la tranquilidad del proceso electoral no están puestas sobre la mesa. Territorialidades como Guerrero, Michoacán y Tamaulipas tienen encendidos los focos rojos, aunque otros estados como Jalisco no están muy lejanos de esas realidades. Al paso del sexenio, no solamente la violencia se recrudece y la inseguridad alcanza a mayor número de personas, sino que las evidencias de la participación de las “fuerzas del orden” en matanzas, desapariciones y ajuste de cuentas es cada vez mayor: Tlatlaya, Ayotzinapa, Apatzingán por mencionar solo tres, son excelentes botones de muestra de lo que hace el “gobierno” por combatir a la delincuencia.
4.- Al árbitro electoral pocos mexicanos le creen. El Instituto Nacional de Elecciones (INE) sigue sin repuntar su credibilidad. Con nueva estructura, nuevos miembros, mayores responsabilidades, y mayor presupuesto, pero baja credibilidad. Pocos ciudadanos confiamos en su honesto desempeño durante las campañas electorales, las votaciones y la calificación del proceso, por el evidente control que existe sobre el Instituto por parte de la partidocracia mexicana.
5.- Que renuncie Peña Nieto. Como en pocos procesos electorales, el “presidente” se enfrenta al reclamo de amplios sectores de la sociedad para que renuncie. Incluso las voces que piden su dimisión se escuchan desde el extranjero. Tal vez muchos dirán que esta exigencia se repite cada sexenio, y es cierto, sin embargo, me parece que hoy por hoy se escucha con mayor fuerza en el contexto electoral.
Las profundas diferencias entre lo que dicen y lo que hacen los grupos de poder han ido agrietando el tejido social y minando la poca credibilidad del gobierno. Frente a los famélicos resultados de la promesa: “Mover a México”, es evidente el desánimo de la sociedad puesto de manifiesto en varios escenarios nacionales. No tengo duda que la única promesa que Enrique Peña Nieto ha cumplido desde que arribó a Los Pinos es la de “movernos”, pero al despeñadero.
Los resultados electorales darán cuenta de ello.
¿Qué tipo de voto emitirá en estas elecciones?
El Occidental
Rosario Bareño Domínguez
26 de abril de 2015
De acuerdo al maestro Jorge Enrique Rocha Quintero este 7 de junio, día de las elecciones, los jaliscienses emitirán cualquiera de los ocho tipos de votos que se dan: Voto duro ideológico, voto duro de estructura, voto útil, voto de castigo, voto diferenciado, voto nulo, voto comprado y voto coaccionado, además de las abstenciones que se dan de forma: apática y activa.
“De ninguna manera se trata de orientar el voto hacia alguna de las opciones políticas que están compitiendo, más bien, poner sobre la mesa del debate elementos de juicio que ayuden a tomar mejores decisiones”, subrayó en entrevista con el órgano informativo del Arzobispado de Guadalajara “El Semanario”.
Las formas de votar, de cómo los ciudadanos deciden actuar frente a los procesos electorales y son:
-Voto duro ideológico: Lo emiten aquellas personas que tienen muy arraigada su preferencia electoral y que bajo cualquier circunstancia van a votar por el partido que apoyan, sin importar el contexto político, las crisis internas en el partido o el candidato propuesto. Este segmento de población tiene una fuerte conexión con lo que ahora se le llama “marca-partido”. Los más tradicionales y consolidados cuentan con este tipo de votantes y suelen ser personas adultas.
-Voto duro de estructura: Los partidos desarrollan estrategias para movilizar votantes el día de la elección. Esto lo hacen a través de la formación de estructuras territoriales; es decir, de pequeños grupos de barrios o colonias que, con una organización casi siempre piramidal, convencen a personas de su entorno inmediato a votar por algún partido y utilizan algunos incentivos para consolidar su voto, que no es tan sólido como el voto duro ideológico, ya que depende mucho de la labor de los “movilizadores” y de los incentivos que utilicen.
Se aclara que “cuando se habla de voto duro se confunden estas dos tipologías (ideológico y de estructura) y se habla de éste como si fuera una realidad inmutable, pero siempre hay posibilidades de que se modifique, ya que en estos procesos sociales no hay certezas invariables”.
-Voto de castigo: Este fenómeno se presenta cuando en una comunidad existe un fuerte descontento hacia el partido gobernante y se opta por no votar por él, como una forma de “castigar” su desempeño. Más que un voto en positivo, es un voto en contra de algún actor político, luego capitalizado por los adversarios.
-Voto útil: Esta clase de voto aparece cuando algunos ciudadanos se percatan de que su opción electoral no tiene posibilidades reales de ganar la contienda electoral y optan por apoyar a candidatos que sí tienen altas posibilidades de triunfo. En México, el ejemplo más conocido de voto útil se dio en el año 2000, cuando muchos electores de la izquierda votaron por Vicente Fox Quesada.
-Voto diferenciado: Es el que analiza por separado cada una de las elecciones que va a realizar, y suele sufragar de forma distinta para cada cargo en disputa; esto es, son ciudadanos que para Presidente Municipal eligen a un personaje; para diputados federales optan por un partido distinto, y para diputados locales favorecen a un partido diferente a los anteriores. Este tipo de voto suele ser muy razonado y estratégico.
-Voto comprado: En este caso, el elector deposita su voto luego del pago en dinero o en especie para emitir su sufragio por un determinado Partido político. Esta acción incurre en delito electoral.
-Voto coaccionado: Se evidencia cuando los ciudadanos son amenazados con el fin de que sufraguen por un determinado partido. La forma más común de la coacción es la amenaza de retirar apoyos gubernamentales o quedar fuera de la lista de beneficiarios de programas sociales; práctica que también se constituye como delito electoral.
-Voto nulo: Los ciudadanos que anulan su voto son aquellos que siguen confiando en el sistema político y en las reglas electorales, pero ninguna de las opciones políticas de ese momento los convencen, y entonces depositan el sufragio en las urnas, pero se encargan de que quede claro que no votan por algún partido. Esta acción puede tener efectos políticos, pero no consecuencias legales. En el caso de México, en las elecciones de 2009 se conformó un fuerte movimiento anulista, que llegó al 5% de los votos en Jalisco.
-Abstención activa: En este caso, los ciudadanos repudian al sistema político, a los procesos electorales, y proponen no ir a votar como una acción de denuncia política y para no legitimar las elecciones y sus resultados. Esta acción puede tener efectos políticos, pero no consecuencias legales.
-Abstención apática: Se trata de ciudadanos a los que les interesan muy poco los procesos políticos en general y no van a votar como fruto de ese desinterés. No acostumbran participar en ningún proceso colectivo o comunitario, incluyendo los procesos electorales.
Puntualizó: “una de las críticas más fuertes que se realiza hacia los votantes que anulan su voto o se abstienen es que su acción política carece de repercusión legal y que no afecta a los partidos de modo contundente. Y, en el caso de los abstencionistas, es muy difícil saber si es una abstención activa o apática. La respuesta de los que defienden estas posturas es que, mientras sigamos votando, estamos permitiendo y legitimando a este sistema político, que está en crisis.”
NTR El Diario de Guadalajara
Guillermo Ortega Ruiz
27 abril 2015
Lejos de componerse, las cosas parecen ir de mal en peor para el PRI Jalisco en su afán de obtener buenos resultados en las próximas elecciones. Al affaire de papá Leonel, cuya penosa irrupción en escena no deja de tener ecos negativos, se suma ahora el abrupto tropiezo de los candidatos priístas a alcaldías metropolitanas en su comparecencia ante estudiantes del ITESO, al participar en un foro convocado por esta universidad jesuita para conocer sus propuestas de campaña ante problemas tan inquietantes como la inseguridad en la Zona Metropolitana de Guadalajara.
La semana arrancó con la salida de Leonel Sandoval del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco que le concedió licencia para separarse por 50 días de su cargo. El lunes fue presentada una solicitud de juicio político contra el magistrado bajo el argumento de que debería ser separado definitivamente del puesto por “prácticas vergonzosas e ilegales”.
Ese mismo día, tres candidatos a presidentes municipales del PRI –Ricardo Villanueva, por Guadalajara; Salvador Rizo, Zapopan, y Luis Córdova, Tlaquepaque– eran sometidos a un difícil examen que no lograron aprobar. Estudiantes universitarios los recibieron con abucheos y pancartas de desaprobación, cuestionando su credibilidad.
Villanueva, el villano
La peor parte la llevó Ricardo Villanueva –el delfín del gobernador Aristóteles Sandoval–, ante quien se colocaron los estudiantes con letreros en uno de las cuales se leían tres palabras demoledoras: “no les creemos”. El aspirante priísta –íntimamente ligado a la UdeG, desde los tiempos en que fue dirigente de la FEU (Federación de Estudiantes Universitarios)– no consiguió evadir el golpe cuando los jóvenes lo interrogaron acerca del apoyo que recibe de Leonel Sandoval. Imposibilitado para responder de otra manera, Villanueva dijo que “es un priísta respetable que ha ayudado con éxito a muchos candidatos”.
Ya antes Villanueva había resbalado, cuando al preguntársele sobre los excesos de don Leonel decidió exculparlo, al señalar: “una cosa es decir que se va a cometer un delito y otra muy diferente, cometerlo”. Como si convocar a realizar delitos –como lo escuchamos hacerlo– lo eximiera de la responsabilidad de su posible comisión, más aún tratándose de un representante del Poder Judicial, obligado por juramento a cumplir y hacer cumplir la ley. Conspirar para delinquir es, por decir lo menos, quebrantar el orden legal.
Molesta impunidad
Estoy convencido de que si el protagonista de estos hechos hubiera sido otro, ya habría sido destituido o se habría exigido su renuncia, además de que ya estaría abierta una investigación en su contra por acciones presumiblemente delictivas. Sin embargo, tratándose del papá del gobernador es poco probable que se le juzgue y menos aún que se le castigue, lo cual propicia la impunidad, que constituye uno de nuestros grandes males. Por ello, no es gratuito que al participar en un foro en la ciudad de México con motivo de las elecciones, el ex presidente del IFE José Woldenberg refiriera que la impunidad, junto con la corrupción, la violencia y la desigualdad, es factor que genera malestar con la política y los políticos.
Hay que subrayar que Jalisco padece de manera crónica estos cuatro agravios, señaladamente el de la corrupción. Habría que añadir que la impunidad erosiona la credibilidad de la autoridad, reduce su legitimidad y borra el soporte social y político que necesariamente debe tener el gobierno para conservar su liderazgo y asegurar la gobernabilidad. Eso es justamente lo que está en riesgo y aquí no lo ven o no quieren verlo.
Aburrida tersura
Las comparecencias de los candidatos metropolitanos de PAN y del PRD en el foro del ITESO pasaron sin pena ni gloria. La de los aspirantes panistas se realizó en un salón más pequeño que ni siquiera se llenó y fue totalmente anticlimática. Siendo generosos, tendríamos que decir que fue de una aburrida tersura. Con desgano, los estudiantes hicieron algunas preguntas como para cubrir el expediente y ninguna de las respuestas conmovió a nadie.
En el caso de los aspirantes del PRD, el asunto fue todavía peor. Pobre asistencia, poco interés y un desarrollo que rayó en el aburrimiento. Lo único rescatable para el anecdotario fue que los estudiantes corrieron de las primeras filas a los acompañantes de los candidatos que, literalmente, se habían apoderado de los espacios estelares del salón. Más allá de eso, todo fue monotonía y lugares comunes.
En suma, a pesar de la paliza que recibió, el PRI fue el único de los tres partidos que logró motivar a los estudiantes, aunque fuera en su contra; PAN y PRD, ni fu ni fa. Habrá que ver cómo le va al candidato de MC, Enrique Alfaro, en su participación en el foro el próximo miércoles.
Voto determinante
No puede desestimarse la participación de los jóvenes porque su voto será determinante en la próxima elección. Según cifras del Instituto Nacional Electoral (INE), de los 82 millones de ciudadanos mexicanos que conforman la lista nominal de electores, 30 por ciento –tres de cada 10– son jóvenes entre 18 y 29 años de edad. 18 millones de jóvenes votarán por primera vez el 7 de junio y, créame, el suyo no será un voto inútil. Por ello es relevante lo sucedido en el ITESO, pues el rechazo de los jóvenes a ciertas conductas, decisiones, acciones y omisiones constituye un termómetro de lo que podría ocurrir en el estado –y en el país– el día de las elecciones.
Lejos de ignorar estas señales, partidos y candidatos deberían tomar nota y modificar estrategia y discurso cuanto antes. Hoy todavía puede ser tiempo; mañana será demasiado tarde.
0 Comments