Alberto Aziz Nassif
06 de octubre de 2009
Ahora que los estragos de la crisis generan un incremento en la producción masiva de ciudadanos pobres —6 millones más de miserables—, es cuando la política social de combate a la pobreza debe ser analizada a fondo. Los programas sociales sólo son un factor de contención, pero son tan vulnerables que no alcanzan para darle la vuelta al problema de fondo, el cual sólo tendrá solución mediante una redistribución del ingreso. Sin embargo, para propiciar esa transformación se necesita que los ciudadanos tengan representación real en los poderes del Estado. Uno de los principales obstáculos es que la representación de los ciudadanos es cada vez más débil. La reciente integración de las comisiones en la Cámara de Diputados deja ver el predominio de los intereses y la ausencia del componente ciudadano.
Los nuevos diputados se tardaron un mes para hacer el reparto de las comisiones, un mes de salario para repartirse las 44 comisiones. Se completó el ritual de reproducción de las élites: lo que se decidió entre unos cuantos, sólo uno de cada 10 candidatos fue elegido por el voto directo de militantes o simpatizantes (Proyecto Por un Congreso con Rostro), llegó ahora a las comisiones de la 61 Legislatura.
Este reparto es el caso más emblemático de las cuotas entre partidos. Los partidos con más votos se llevan el mayor número de presidencias de comisión y las más importantes.
http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/45870.html
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