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Víspera electoral decepcionante
Milenio Jalisco
06 marzo 2015
Jaime Preciado
Estas elecciones intermedias no servirán para agregar intereses otros que no sean los de la partidocracia. Algunas excepciones no modifican el cuadro general. La mayoría de partidos y candidatos hacen como si el drama de Ayotzinapa no existiera. Las candidaturas independientes no trascienden la personalización de la política y tienden a crear liderazgos carismáticos caudillistas con apoyo mediático, salvo la experiencia de Wiki Política, que quisiera trascender hacia una interlocución distinta entre representantes y representados, por la vía de diálogos y consultas apoyados en redes informáticas. El árbitro electoral, duramente cuestionado por la mayoría de los partidos presentes en su estructura organizativa, no despierta la confianza que necesita el Instituto Nacional Electoral, la instancia encargada de organizar las elecciones, que se ve agobiada por un exceso de atribuciones, frente a las cuales no ha podido responder con sustentos legítimos en su actuación.
Existe, además, una parroquianización de las elecciones de diputados federales que no deja ver el proyecto nacional que está detrás de partidos supuestamente nacionales, y algo similar sucede con las elecciones de congresos locales, donde no aparece un imaginario orientado hacia el estado desde los distritos que lo conforman. El PRI, está obligado a hacer campaña sin su presidente de la República, dada la caída de aceptación de Peña Nieto, pero simultáneamente necesita de las reformas estructurales que promueve el Ejecutivo Federal, para mantener cierta esperanza de beneficios futuros para el país. El PAN, cuya intención de voto es la que más crece, no logra sin embargo desprenderse de miedos y desconfianzas causados por el calderonismo, ni trasmite unidad interna por las pugnas entre sus fracciones. El PRD va tras las regiones donde gobierna, pero se ve incapaz para frenar el deterioro causado por el conflicto de Iguala-Ayotzinapa. Los verdes, al igual que el PANAL, en su pragmatismo, aprovechan su cerrada e incondicional alianza con el PRI. Los pequeños partidos no repuntan.
Mención aparte merece MORENA, pues su creciente ascenso en la intención del voto expresa buenas perspectivas de triunfo en algunos distritos federales y, aún con mejores expectativas, en a Asamblea Local del DF. Con una marcada intención de democratizar la elección de sus candidatos, en cada uno de los 300 distritos sus militantes eligieron a mano alzada a sus representantes. Simultáneamente, MORENA retoma las demandas contra la corrupción, la impunidad y por darle peso a la justicia para detener la violencia, pero sin que ello signifique darle voz a los familiares de los normalistas desaparecidos. MORENA y Acción Nacional son los partidos que más se acercan a las elecciones primarias; el primero, entre militantes, mientras que el segundo se propone elecciones abiertas, pero según lo decidan los comités estatales del blanquiazul.
La dominante en el resto de los partidos son las designaciones por los organismos políticos internos y, en el caso del PRI, las candidaturas únicas, producto del dedazo, que usan las precampañas para insertarse prematuramente en la competencia electoral. Sin democracia interna en la mayoría de partidos, estas elecciones intermedias verán crecer las coaliciones: 250 distritos donde PRI y PVEM se alían; 130 distritos donde PRD y PT se coaligan en la “Izquierda Progresista”. PRD y PAN van juntos en pocos distritos y en casos puntuales, probablemente en las gubernaturas de Sonora y Colima. Habremos de ver si surge una coalición legislativa que potencie iniciativas contra la corrupción, como ya se inició, contra la impunidad política, o por la reforma judicial contra la violencia. El gobierno de Peña Nieto ya comanda una coalición PRI-PVEM-PANAL, además impone una Procuradora afín, y pretende controlar la Suprema Corte de la Nación. Elementos en suma para contener los anhelos de paz, justicia y dignidad.
Deuda pública
¿Que harían con la nomina de GDL, candidatos?
Milenio Jalisco
06 marzo 2015
Jaime Barrera
Ahora que los análisis de la Auditoría Superior de la Federación ratificaron que el ayuntamiento de Guadalajara es el que tiene la nómina más abultada del país, y que sin duda es un factor que gravita para que también aparezca en los primeros lugares de endeudamiento, el tema se vuelve crucial para el futuro del gobierno de la ciudad y, por tanto, en asunto de los que aspiran a asumir esa responsabilidad logrando el voto mayoritario en la jornada electoral del 7 de junio próximo.
¿Tienen clara ya su postura de lo que les significa para la ciudad que quieren gobernar que los 12 mil 70 burócratas consuman el 54 por ciento de su presupuesto anual? ¿Les parece excesivo o necesario ese número de servidores públicos? ¿Cuál es su plan y las acciones a tomar para reducir la plantilla o para hacerla más eficiente y mejorar los servicios públicos que brinda la autoridad municipal?
Ayer el alcalde Ramiro Hernández justificó el tamaño de la nómina del ayuntamiento tapatío, aunque reconoció que es necesario revisar si los burócratas están distribuidos en las áreas en donde deben estar, mientras que su director de recursos humanos, Felipe López, aceptó que pese a los esfuerzos que han hecho para reducir el número de empleados aún falta mucho por hacer.
El dictamen de la ASF, pues, nos vuelve a poner en la mesa un asunto pendiente en la agenda municipal jalisciense y en el que las Administraciones que terminarán en septiembre de este año nada hicieron en sus tres años de gestión.
Según el último Censo Nacional de Gobiernos Municipales y Delegacionales del Inegi, Jalisco sigue siendo el cuarto con mayor número de regidores en el país, el segundo en nóminas y número de dependencias municipales, y segundo también en la cantidad de edificios, que implican el pago de rentas en total discrecionalidad.
Por eso ahora que el mes siguiente inicien las contiendas electorales habrá que pedir a los aspirantes a la alcaldía de Guadalajara y al resto de los municipios de Jalisco, exponer su visión del tema y las acciones que implementarían para adelgazar y eficientar sus estructuras de gobierno y el modelo de burocracia que sugieren.
¿Bajamos el número de regidores? ¿Son necesarias tantas dependencias municipales? ¿Se justifica la renta de tantos edificios?
El tema debe ser prioritario porque el tamaño de esas nóminas que devoran nuestros impuestos está lejos de reflejarse en la calidad de los servicios públicos y del mantenimiento y crecimiento de la infraestructura de la ciudad, y más bien ha jugado un factor decisivo para el indebido endeudamiento de los municipios, que ven en los créditos bancarios la salida para mantener a una burocracia poco supervisada y calificada, y que son más bien el pago a clientelas partidistas.
Habrá que estar, pues, muy atentos a las propuestas que sobre el tema tengan los suspirantes a las alcaldías, en especial a la de Guadalajara.
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