Tema: Libertad de expresión
Subtema: Agresiones contra periodistas o medios
‘Me ahogo, quítame esta bolsa de la cabeza’, las últimas palabras de Khashoggi
EXCÉLSIOR
EUROPA PRESS
11 de noviembre de 2018
Informativo
MADRID.
La cadena de televisión qatarí Al Jazeera publicaó este domingo las que serían supuestamente las últimas palabras del periodista saudí Jamal Khashoggi, presuntamente asesinado por agentes saudíes en el consulado saudí en Estambul:
Me ahogo, quítame esta bolsa de la cabeza. Soy claustrofóbico”.
Estas palabras estarían recogidas en una grabación de audio con los siete últimos minutos de vida del periodista, desaparecido el pasado 2 de octubre en la sede diplomática.
La información la publicó Al Jazeera citando al jefe de investigación del diario turco Daily Sabah, Nazif Karaman, quien asegura que la bolsa de plástico colocada en la cabeza de Khashoggi fue la que le causó la muerte.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció ayer la entrega de grabaciones sobre la muerte de Khashoggi a Estados Unidos y sus aliados, pero no está claro si se trata de la misma grabación.
Erdogan aseguró además que Arabia Saudita sabe que quien mató a Khashoggi estaba en el grupo de 15 personas que llegaron a Turquía un día antes de la muerte del periodista.
Al menos cuatro de los 15 hombres que formaban parte del comando que habría sido enviado a Riad para asesinar a Khashoggi eran miembros del personal de seguridad del príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman.
Karaman ha señalado además en sus declaraciones a Al Jazeera que el comando saudí cubrió el suelo del lugar de la tortura con plásticos antes de desmembrar el cuerpo del periodista, un proceso que duró 15 minutos y que estuvo dirigido por Salá al Tubaigi, jefe del Consejo Científico de Forenses saudí.
Karaman ha asegurado que Daily Sabah publicará pronto fotografías de las herramientas que introdujeron los saudíes en el país y que fueron utilizadas contra Khashoggi, así como parte de las grabaciones que documentan el crimen.
Las autoridades turcas siguen buscando el cuerpo de Khashoggi y se han hallado restos de ácido, por lo que se teme que el cadáver fuera disuelto para eliminar pruebas.
Arabia Saudita, por su parte, ha detenido a 18 implicados y ha destituido a cinco altos cargos por este incidente. Ankara ha solicitado la extradición de los responsables.
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EL UNIVERSAL
León Krauze
12 de noviembre de 2018
Opinión
En El Pueblo contra la Democracia, su libro canónico sobre el futuro del proceso democrático en el
mundo, el notable cientíco político Yascha Mounk advierte sobre los peligros de erosionar la
legitimidad de la prensa. Explica, por ejemplo, las razones por las que los gobiernos populistas en
los modernos regímenes iliberales “incitan la desconanza, o incluso el odio hacia la prensa libre”.
Cito a Mounk: “Los medios de comunicación críticos cubren las protestas contra el líder populista,
reportan sobre los fracasos de su gobierno y dan voz a sus críticos prominentes (…) Al hacerlo,
desafían la ilusión del consenso, mostrándole a un público amplio que el populista miente cuando
asegura ser la voz de todo el pueblo”. Esto explica, dice Mounk, por qué los gobernantes populistas
descalican por sistema la labor de la prensa, creando para ello una “red de medios leales que los
aplauden a cada paso”.
La erosión de la conanza en la prensa sirve a los gobiernos populistas para eliminar al periodismo
como interlocutor y como narrador conable de los tiempos, es decir, como intermediario
alternativo entre el populista y los ciudadanos. “Los populistas”, escribe Mounk, “se dan cuenta de
lo peligrosas que resultan las instituciones intermediarias que interpretan los puntos de vista y los
intereses de grandes segmentos de la población para la cción de que ellos, y solo ellos, hablan
por el pueblo. Por eso se esfuerzan para desacreditar esas instituciones como herramientas de las
viejas élites e intereses externos”. En muchos casos, los populistas asumen esta confrontación
como una batalla personal. El resultado es la percepción de que los periodistas no representan una
de las libertades esenciales de una sociedad democrática sino que son enemigos a los que hay
que reducir hasta la insignicancia.
En los últimos días, esta confrontación radical y tóxica entre un gobierno populista y la prensa
alcanzó su punto de ebullición en Estados Unidos cuando, fuera de sí, Donald Trump atacó por
enésima ocasión al reportero de la CNN, Jim Acosta.
En México, durante la transición presidencial, Andrés Manuel López Obrador ha incurrido, por
desgracia, en el mismo vicio. Como ha sido su costumbre por años, el presidente electo descalica
por sistema a la prensa crítica. Para López Obrador, como ha quedado claro, la relación con los
medios de comunicación es eminentemente binaria: quien no cierra las
detrás de su proyecto trabaja en su contra. En el universo lopezobradorista, como en el trumpista, no existe siquiera la posibilidad de imaginar la existencia de la prensa crítica y libre.
Como Trump, López Obrador ha asumido para sí la batalla frente a los periodistas críticos. Se trata
de un conicto personal. “Me gusta quitarles la máscara, desnudarlos”, ha dicho. No está solo. Su
esposa también participa en la confrontación, lo mismo que funcionarios públicos de alto nivel en
el futuro gobierno, todos convertidos en destemplados pugilistas. López Obrador argumenta que
su batalla con la prensa es el ejercicio elemental del derecho de réplica. Lo mismo, imagino, diría
todo ese círculo cercano que trota por el cuadrilátero soltando ganchos a quien diga pío. Se
equivocan.
La relación entre el poder y la prensa es asimétrica por naturaleza y pretender lo contrario es un
acto de peligroso cinismo. Por eso, el papel del poderoso es, primero, robustecer la libertad de
prensa y la legitimidad del ocio, ambas fundamentales para la consolidación de una democracia
frágil. Esto no implica, evidentemente, no debatir. Pero el debate no es lo mismo que la
descalicación.
Cuando Trump acusa a la CNN de ser “fake news” incurre en una descalicación
que hace imposible el debate porque lo reduce a un esputo dogmático. Lo mismo sucede cuando,
desde el poder inminente, el presidente electo de México llama “fí” a un periodista o lo acusa, sin
más, de mentiroso. La descalicación, además, permea en la arena pública. De pronto, en redes
sociales y cada vez más fuera de ellas, los periodistas críticos del lopezobradorismo son todos
“chayoteros”, defensores del viejo régimen. Sin importar que en ese grupo se incluyan académicos
de gran trayectoria, intelectuales con décadas de obra, expertos en economía y, sí, honrados
periodistas.
Como explica Yascha Mounk, se trata de un camino peligroso. La descalicación sistemática de la crítica y el ocio periodístico no es normal en EU y tampoco en México. EU, por ahora, está más allá
de la salvación: Trump no abandonará su discurso de antagonismo con los periodistas que exhiben
sus falencias. EU sufrirá las secuelas por décadas. El futuro gobierno de México está a tiempo de
recapacitar. El periodismo, amplio y generoso, incluye géneros que permiten el intercambio de
ideas y su discusión. Para eso está la entrevista, naturalmente. Lo que no permite, ni debe asumir
jamás con normalidad, es el asalto sistemático desde el poder. Eso es el principio de la tiranía, no
el comienzo de la necesaria renovación moral de nuestro quehacer público.
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“Me estoy asfixiando, quítame esta bolsa”, últimas palabras de periodista saudita
EL UNIVERSAL
Notimex
11 de noviembre de 2018
Informativo
“Me estoy asxiando, quítame esta bolsa de la cabeza. Soy claustrofóbico”, fueron las últimas palabras del periodista saudita, Jamal Khashoggi, asesinado por agentes de su país en el consulado en Estambul, según la grabación de audio inédita publicada hoy por la cadena Al Yazira.
Khashoggi murió asxiado mientras una bolsa de plástico le cubría la cabeza, aseguró el jefe de investigación del diario turco Sabah, Nazif Karaman, citado por la cadena de televisión qatarí.
Según Karaman, el comando saudita cubrió el suelo del lugar de la tortura con plásticos antes de desmembrar el cuerpo del periodista, un proceso que duró 15 minutos y que estuvo dirigido por Salah al-Tubaigy, jefe del Consejo Cientíco de Forenses de Arabia Saudita.
Indicó que el rotativo Sabah publicará pronto fotografías de las herramientas que introdujeron los sauditas a Estambul y que fueron usadas contra Khashoggi, así como parte de las grabaciones que documentan el crimen.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció ayer sábado la entrega de grabaciones sobre la muerte de Khashoggi a Arabia Saudita, Estados Unidos, Alemania, Francia y Reino Unido, pero no está claro si se trata de la misma grabación.
Erdogan aseguró además que Arabia Saudita sabe que quien mató a Khashoggi está en el grupo de 15 personas que llegaron a Turquía un día antes de la muerte del periodista, ocurrida el pasado 2 de octubre.
Al menos cuatro de los 15 hombres que formaban parte del comando que habría sido enviado a Riad para asesinar a Khashoggi eran miembros del personal de seguridad del príncipe heredero saudita, Mohamed Bin Salman.
Las declaraciones de Karaman se producen cuando las autoridades turcas siguen buscando el cuerpo del comunicador y hasta ahora se han hallado restos de ácido, por lo que se teme que el cadáver fue disuelto para eliminar pruebas.
La Fiscalía de Estambul conrmó que Khashoggi fue estrangulado dentro del consulado saudita, tras lo cual su cadáver fue desmembrado, en tanto las autoridades sauditas han detenido a 18 personas en el marco de la investigación del caso, que sigue en marcha.
Kashoggi, un columnista del diario The Washington Post y crítico de la corona saudita, fue asesinado el pasado 2 de octubre dentro del consulado de su país en Estambul por agentes llegados de Riad, una muerte que, según el presidente Erdogan, fue ordenado por “el más alto nivel” del
gobierno saudita.
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Revelan las últimas palabras de Khashoggi
EL UNIVERSAL
| Agencias
12 de noviembre de 2018
Informativo
Ankara.— “Me estoy asxiando, quítame esta bolsa de la cabeza. Soy claustrofóbico”, fueron las
últimas palabras del periodista saudita, Jamal Khashoggi, asesinado por agentes de su país en
el consulado en Estambul, de acuerdo con una grabación de audio dada a conocer ayer por la
cadena Al Jazeera.
Khashoggi murió asxiado mientras una bolsa de plástico le cubría la cabeza, aseguró el jefe de
investigación del diario turco Sabah, Nazif Karaman, citado por la cadena de televisión qatarí.
Precisó que el comando saudita cubrió el suelo del lugar de la tortura con plásticos antes de
desmembrar el cuerpo del periodista, un proceso que duró 15 minutos y que estuvo dirigido por
Salah al-Tubaigy, jefe del Consejo Cientíco de Forenses de Arabia Saudita.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció el sábado la entrega de grabaciones sobre
la muerte de Khashoggi a Arabia Saudita, Estados Unidos, Alemania, Francia y Reino Unido, pero
no está claro si es la misma grabación.
Erdogan aseguró que Arabia Saudita sabe que quien mató a Khashoggi está en el grupo de 15 personas que llegaron a Turquía un día antes de la muerte del periodista, el pasado 2 de octubre.
En Washington, el secretario de Estado de EU, Mike Pompeo, conversó ayer de nuevo con el príncipe heredero saudita, Mohammed bin Salman, a quien dijo que su país se asegurará que todos los involucrados en el asesinato del periodista disidente Jamal Khashoggi enfrenten las consecuencias por el hecho.
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