Condiciones laborales
Ante el 2018, vuelta al origen del periodismo
El Universal
José Carreño Carlón
El espejo estadounidense. Si en las elecciones de 2008 y 2012 Obama logró incorporar al mercado electoral al segmento más joven (y más indiferente o refractario a las urnas), con nuevos mensajes y nuevos lenguajes; con una oferta de cambio reforzada con la apuesta de romper el tabú racial contra la elección de un presidente negro, y con el uso intensivo y eficaz de internet, este 2016 la reivindicación del periodismo tradicional y su vuelta al origen, a su misión de vigilancia de los poderosos (watchdog), parece estar alejando la mayor amenaza, desde el macartismo, a la democracia y la convivencia civilizada, dentro y fuera de Estados Unidos.
Como lo describió el domingo desde Pensilvania el corresponsal de El País, Marc Bassets, no han sido los blogs, ni las redes sociales, ni los medios puramente online, sino varios periódicos centenarios y una cadena de tele arrepentida, los que se han dado a la tarea de verificar la veracidad de cada dicho de los candidatos. Y eso ha sido suficiente para sustentar las percepciones y los juicios de los votantes sobre lo que está en juego en las urnas del mes próximo.
Y si, por otra parte, la formación del poder político en México se ha desarrollado históricamente frente al espejo estadounidense, desde la adopción del régimen presidencial y el sistema federal — pronto hará dos siglos— hasta la gran carga aspiracional con que el mexicano medio ha seguido los procesos electorales del norte, especialmente a partir de la irrupción de la tele, el espejo de la elección estadounidense de 2016 frente a la elección mexicana de 2018, podría colocar a nuestra prensa en vías de dar nuevos pasos hacia la maduración de su papel en el desarrollo de la democracia.
Cambio de filtros. Los corrompidos filtros del rating como criterio rector de la empresa informativa; de la acreditación de una ‘fuente’ como coartada para difundir los dichos más fantasiosos o aberrantes —a condición de que vendan o sirvan, en el caso de México, al esquema clientelar del medio—, y del blindaje hipocritón de la búsqueda de ‘los dos lados’ de una controversia (frecuentemente prefabricada), le dieron a Trump, por más de un año, una cantidad impresionante de exposición gratuita y lo construyeron como una ominosa opción real para capturar la presidencia de Estados Unidos.
Frente a ello, los viejos periódicos relanzaron un cambio de ltros en el mecanismo del poder selectivo de los medios a la hora de dejar pasar los mensajes de campaña. El nuevo ltro fue el de la veri cación de datos a que fue sometida toda declaración de los candidatos, un elemento que además pasó a enmarcar los mensajes de los contendientes, con importantes efectos de esclarecimiento en las discusiones públicas y con la consecuente caída de la intención de voto por el candidato más embustero.
El fin de la inocencia. De hecho, la confrontación de dichos y datos duros pasó a ser una de las secciones más leídas en los sitios electrónicos de los diarios a lo largo de los debates televisivos entre Clinton y Trump. Finalmente, el mes pasado el Times colocó en primera plana la palabra ‘mentira’ sobre los dichos de Trump de una supuesta acta de nacimiento que le negaría la nacionalidad a Obama. E incluso CNN, que se había engolosinado con el raiting que le daba la cobertura acrítica de las diatribas del magnate, hoy suele sobreponer frases en su pantalla para corregir explícitamente las mentiras del republicano.
Ante el nuevo espejo estadounidense, no sería descartable una demanda social de filtros de verificación de los dichos de los aspirantes a gobernarnos en 2018. Esto podría contribuir a erradicar la adicción de nuestros medios a erigir en noticias las más insostenibles declaraciones de los contendientes, sin el menor esfuerzo de comprobación. Ante el fin de la inocencia de los electores, no basta el recurso de registrar ‘los dos lados’ de una historia: esa “falsa equivalencia”, concluye el corresponsal de El País, que da el mismo valor a la verdad que a la mentira.
Denuncian trabajadores de Radio UNAM injusticias e irregularidades
Homo Zapping
El Zappo
26 de octubre 2016
A quien corresponda:
Escribimos este correo un grupo de trabajadores que consideramos preocupante el rumbo que en el último año ha tomado Radio UNAM. Y es que comentándolo con la mayoría de la planta trabajadora de la emisora -algunos tienen más 30 años en la emisora- concordamos en que nunca, en los 80 años de existencia de la estación, se había vislumbrado un panorama tan sombrío.
Los problemas que enfrenta la emisora son en diversas áreas y a varios niveles. En primer lugar, es el añejo problema de la calidad en su señal debido al abandono de las plantas de transmisión.
El equipo es tan obsoleto que prácticamente pinzas mantienen la señal al aire, tan es así que salimos del aire durante tres semanas en la frecuencia de 96.1 FM, del 15 de abril al 8 de mayo de este año. Mientras que la señal de 860 AM comparte el mismo olvido en cuanto a mantenimiento, desde hace al menos 12 años no han recibido el mantenimiento ni reparaciones adecuadas.
La actual administración de Radio UNAM a cargo de Renato Dávalos (quien antes fuera el director de Comunicación Social de la UNAM) se ha propuesto impulsar un espacio informativo como eje rector de la emisora, eso no tendría por qué ser catastrófico sino fuera porque ahora toda la emisora: recursos humanos, técnicos, económicos y administrativos giran en torno al noticiero de la tarde llamado Prisma RU. Todas las demás áreas –incluidas las ya mencionadas plantas de transmisión- sufren carencias que van desde la falta de adquisiciones básicas como cinta aislante, cables y mantenimiento de consolas, reparación de goteras en toda la emisora, hasta rezagos salariales de un tabulador que privilegia sólo al área de información – que son los mejor remunerados y quien más contrataciones ha tenido recientemente-, en total el Departamento de Información creció de 7 personas en la administración de Fernando Chamizo a alrededor de 25 personas con Renato Dávalos en un lapso no mayor a 1 año. Lo que trajo como resultado que se perdieran puestos en el área de producción, fonoteca y discoteca, por despidos y renuncias, y el presupuesto destinado a esas funciones se trasladó integro a Prisma RU, con lo que quedaron huecos operativos en la emisora. El dispendio continúa en la adquisición de equipo sin restricciones: servicio de internet exclusivo, televisión de paga, etcétera. En los documentos adjuntos la disparidad es evidente, mientras que a un productor se le paga 3 mil pesos a un reportero se le llega a pagar 17 mil 500. Más allá de la retabulación, es la inexistencia de un tabulador en general en el que sean públicos los pagos por puesto en toda la emisora. Históricamente los pagos en Radio UNAM son a discreción, por amiguismo y pago de favores.
Es decir, el presupuesto de la emisora se destina únicamente a un proyecto, el ya citado, Prisma RU. Un noticiero que lejos de impulsar el periodismo crítico y de investigación como correspondería a una tradición heredada de figuras como Monsiváis o Granados Chapa que diera espacio a todos los sectores de la Universidad más bien se avoca a ser una repetidora de la “buenas noticias” de Gaceta UNAM, así lo demuestra su constante negativa a recibir y abrir sus micrófonos a los estudiantes con otra forma de pensar como las posiciones a favor de los 43 y la CNTE.
El contacto con la comunidad universitaria es sesgado, no global, no incluyente. Se cubre únicamente la parte ligera, la opinión digerible, pero no se acercan, ni autoridades ni equipo de producción de Prisma RU, a los disidentes, a los que protestan, a los grupos disidentes, por ejemplo, que finalmente, y aunque no coincidan con sus posturas, son parte de la comunidad. Si pretenden ser enlace con la comunidad, deberían hacerlo, en lugar de eso les llaman “chairos”, incluso cuando van a controles remoto piden por anticipado nombre y fotos de credenciales de aquellos estudiantes que participarán en la misión.
No hay una apertura a todos los sectores que componen la Universidad ni se atiende el principio de servicio de difusión cultural y plural que debiera ofrecer. Este proyecto, además de ser fallido en la labor informativa, es costoso para la emisora en cuanto a los gastos que genera y muy pobre en cuanto a los resultados que se obtienen y así lo demuestra un estudio de audiencias (bastante costoso) que la misma emisora pagó donde claramente se ve cómo la audiencia ha ido a la baja desde que inició esta administración y del que se adjunta una muestra. El horario en que se transmite es de 13 a 15 hrs. por ambas frecuencias, FM y AM.
Otro problema derivado de gastos desmedidos es la deuda que se ha generado con los trabajadores de base y los pagos de su tiempo extraordinario devenido del primer periodo vacacional de este año ya que la administración de recursos fue tan mala que se acabaron el dinero de un año en unos meses, creando el gran déficit que ahora padecen los trabajadores sindicalizados y los que la dirección no les ha explicado cuándo será saldada esa deuda que viola acuerdos del contrato colectivo, el cuál señala como un compromiso de la Universidad pagar las horas extras en las 3 quincenas siguiente, en la actualidad los trabajadores no han percibido este pago desde Junio del presente año, es decir, esta cláusula ha sido violada.
La imagen que a continuación se presenta es muestra de la manifestada inconformidad que los trabajadores hicieron llegar a el rector Enrique Graue en octubre de 2016.
Por si fuera poco, y aunado a todas las problemáticas enumeradas Renato Dávalos nombró como jefe de la Unidad administrativa a su sobrino C.P. Romeo Vázquez Sandoval, y aunque hay un nuevo nombramiento desde Rectoría para sustituirlo las autoridades de Radio UNAM han impedido que el nuevo jefe tome posesión y todos los oficios y documentos siguen siendo consultados y firmados por alguien que ya no tendría por qué ostentar ese cargo, asunto que también es un delito.
Otra cuestión grave es el área de contenidos, el actual subdirector de producción designado por Renato Dávalos es Rafael Benito Arce Ruiz, quien no cuenta con ninguna experiencia como productor ni como gestor de una radio cultural ni universitaria (de hecho su única experiencia ha sido como reportero en radios comerciales y por un breve lapso, al frente del micrófono supliendo a Aristegui cuando salió de W radio) trabaja bajo la consigna de restringir contenidos y homogeneizar las nuevas producciones, aquellos proyectos que no están ligados a una visión oficialista de la UNAM o no tienen un patrocinio de alguna entidad universitaria no tienen cabida. El asunto del patrocinio es una condición que ahora se pide para que los proyectos radiofónicos salgan al aire, pese a que la radiodifusora no es una radio que busque generar dinero sino formar audiencias y como si no se le destinara un presupuesto a la emisora para llevar a cabo series con un criterio editorial independiente no comprometido con ningún patrocinador. Así se les ha externado a colaboradores de la emisora y de hecho a las mismas instituciones hermanas de la UNAM se les pide un pago si quieren tener un espacio en la emisora, así se lo han hecho saber al Programa de Estudios de Género (PUEG), a la Facultad de psicología, al Programa Universitario de Investigación en Salud (PUIS), a la Escuela Nacional de Trabajo Social, entre otras. La línea es clara, tiene espacio quien paga por él, pero ese dinero no es invertido en la producción del mismo ya que el manejo discrecional del dinero recibido hace que puedan destinarlo a lo consideren necesario: más salarios de reporteros o bien, más controles remotos del noticiero Prisma RU, así lo demuestran los proyectos que aceptaron pagar y ahora están al aire.
Para llevar a cabo esta venta de espacios han sido realizados los costosos estudios de audiencia antes citados, para ofrecer a los clientes los espacios que mejor les convengan, y en palabras de las autoridades de Radio UNAM: “el que paga manda”.
La administración está desligada de su personal y nunca se ha hecho una junta con todos los departamentos para dar a conocer un proyecto de la emisora a corto y largo plazo con objetivos y estrategias definidas.
Despidos, renuncias obligadas, actitud déspota hacia colaboradores y acoso laboral son una constante, sumado al congelamiento de departamentos como Servicios Culturales, Producción y Fonoteca por no considerarlos importantes, entre muchas otras cuestiones. A esto se suma la creación de Jefaturas y Subjefaturas para sus colaboradores cercanos, de quienes no se sabe a bien qué funciones realizan –como es el caso de “Anel” de quien sólo se conoce su nombre y que acompaña a Dávalos desde su estadía en Comunicación Social y ahora en Radio UNAM, siendo una incógnita su función a la emisora-, pero perciben un salario alrededor de 35 mil pesos.
Renato Dávalos, incluso, busca crear dos nuevas subdirecciones, una en el área de transmisiones para el antes mencionado contador Romeo Vázquez y otra de logística y vinculación para Lorena Olivares. Es necesario aclarar que Renato Dávalos cuenta con 4 personas en las deposita los destinos de la estación: Rafael Arce, Juan Sánchez Brito, Lorena Olivares y Romeo Vázquez. Todos con un salario superior a los 40 mil pesos y un criterio nulo de radiodifusión cultural y universitaria.
Es importante mencionar que esto no es una campaña política en contra del señor Renato Dávalos ni contra los cambios o retos que conlleva una nueva administración sino contra una gestión que ha demostrado ser un dislate en los meses que lleva. El mismo director de Radio UNAM podría responder en defensa a los señalamientos, a la queja de decenas de trabajadores que ven cómo se derrumban 80 años de tradición de radio universitaria que privilegia contenidos sociales y que está conformada por un equipo humano profesional, con conocimiento y trayectoria en el medio. Desde hace unos meses hemos venido haciendo estas denuncias, en algunos medios ha logrado ventilarse la punta del iceberg del problema que se gesta en Radio UNAM, sin embargo otros medios han callado por presiones directas de Rectoría, por lo que ahora acudimos a usted en busca de ayuda.
Todo lo anterior ha sido sólo una muestra de la situación actual de la estación. Los trabajadores tenemos claro y pedimos que se atiendan estas inconsistencias, que se dé pronto un cambio de rumbo que incluya a gente competente al frente de la institución y que se instaure un consejo de audiencias que vaya más allá de la figura de un defensor del radioescucha, de no ser así el problema se agravará aún más como ha pasado con TV UNAM, el Taller coreográfico de la UNAM y la ahora acéfala Coordinación de Difusión Cultural.
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