Labor periodística
Nicolás Alvarado se disculpa, pero no por su texto, sino por el momento
El Universal
Redacción
5 de septiembre de 2016
Al considerar que no era el momento para lanzar “un texto socarrón” a horas de la muerte del cantante Juan Gabriel, Nicolás Alvarado, ex director de TV UNAM, ofreció hoy una disculpa a quien se pudiera haber ofendido; sin embargo, defendió que esta disculpa es por el mal momento en que lo publicó, más no por el contenido de su texto.
“Es un texto cargado de humor, pero a lo mejor el horno no estaba para bollos. Sí ofrezco una disculpa, no era el momento para publicar el texto”, explicó a Ciro Gómez Leyva en entrevista para Radio Fórmula.
Alvarado defendió los valores literarios y culturales que se encuentran en su texto titulado: “No me gusta ‘Juanga’ (lo que le viene guango)”, en el que realizó una crítica personal en contra del cantautor, fallecido el domingo 28 de agosto.
Aclaró, no obstante, que “no me disculpo por el texto, sino por el lanzarlo en ese momento, no es un texto discriminatorio, no es un texto homófobo”, agregó.
“La oportunidad del texto fue naca”, dijo.
YO NO HUBIERA DURADO MUCHO EN TV UNAM
Tras su renuncia la semana pasada en TV UNAM, Alvarado explicó que él estaba contento dirigiendo el proyecto, no obstante, a᐀firmó que era cuestión de tiempo para que su salida llegara.
“Yo no hubiera durado mucho en TV UNAM de todas maneras (…) TV UNAM está mucho mejor en manos de un universitario y yo pre᐀fiero regresar a lo mío a escribr, a hacer televisión, teatro de manera ciudadana y no ser funcionario público”, dijo.
Alvarado dijo que su salida la platico con el rector de la UNAM, Enrique Graue, a quien de᐀finió como un amigo.
“Le dije ‘yo creo que a mi ya no me conviene estar aquí, este ya es un problema de imagen en redes sociales, hay una turba, una turba en mi contra que está afectando a TV UNAM en el camino’”, dijo, “lo entendió muy bien”, a᐀firmó.
Reiteró que su naturaleza es ajena a la de un funcionario público. Explicó que es mejor recibir la crítica como un ciudadano, por ello indicó que “mejor ya no soy funciuonario público, mejor soy escritor”.
El Universal
Ricardo Raphael
5 de septiembre de 2016
“¿Pero qué necesidad, para qué tanto problema?,” le habría preguntado Juan Gabriel a Nicolás Alvarado, después de leer su polémico texto, No me gusta Juanga.
Luego habría añadido “déjame (morir) de esta manera, no hay necesidad que me desprecies, ponte en mi lugar, a ver qué harías.”
Me imagino esta conversación entre Juanga y Nico, (así se nombra a Nicolás Alvarado en su círculo próximo), como una charla divertida y a la vez cargada de sarcasmo.
En realidad Juan Gabriel le hablaría de usted, porque así se usa en el norte. Alvarado en cambio lo haría de tú, como se prefiere en la ciudad de México.
“El origen de mi problema (contigo) es que soy clasista”, habría confesado Nico, inconsciente de que esa sinceridad no es políticamente correcta en una sociedad tan clasista.
“Ni modo que hacer” —respondería Juanga— “nací pobre”, y ya lo entendió usted que, como dice, está condicionado por su circunstancia.
Nico cambiaría el tema: “Me irritan tus lentejuelas no por jotas, sino por nacas”.
Le repito lo de las circunstancias —rebatiría Juanga— y se pondría a cantar desde el Noa Noa.
“Me irrita tu sentimentalismo,” añadiría Nico.
Je suis sentimental —contestaría el cantante para luego preguntar: ¿y usted?
“(También) tu sintaxis iletrada” —volvería al ataque el escritor.
Tengo más letras escritas que muchos escritores en este país —remataría el aludido.
Es una lástima que Juan Gabriel ya no esté para sostener su argumento, a favor o en contra de sí mismo: “No hay como la libertad de ser, de estar, de ir, de amar, de hacer, de hablar, de andar; así, sin penas”.
En nombre de esa libertad me parece discutible que el artículo de Alvarado sea discriminatorio. No estoy afirmando que no lo sea, pero me despierta dudas la afirmación.
¿Puede un texto dedicado a hablar de gustos musicales o de vestimenta ser realmente discriminatorio?
Alvarado expresó con libertad su disgusto, pero en todo momento se apuró para confesar que podía estar equivocado por culpa de su contexto y clasismo.
Nunca calificó a Juan Gabriel de naco o de joto, sino a sus lentejuelas. En todo caso la referencia que hizo fue a su estética.
En defensa de Alvarado es necesario precisar que se trata de un intelectual público, que en más de una ocasión ha dado batallas en contra de la discriminación. Fue formado por Gilberto Rincón Gallardo, fue fundador de la comisión ciudadana que dio origen al Conapred y participó en la elaboración de la ley para prevenir la discriminación. Tiene además varias publicaciones y artículos dedicados al tema.
Quienes dicen que Alvarado escribió ese texto en tanto que director de TV UNAM tienen razón. Así lo afirmó él y a partir de ello hizo algo interesante: explicó que, a pesar de disgustarle la estética de Juan Gabriel, en cuanto se enteró de su muerte instruyó para que esa televisora celebrara un programa especial —de homenaje— dedicado al Divo de Juárez.
Este es el elemento que sus verdugos han perdido de vista. El centro del artículo es la explicación de Alvarado sobre una orden editorial en TV UNAM que fue contraria a los gustos, preferencias, clasismos y esnobismos de su director.
Solo por esta razón Juanga lo habría perdonado y es que inclusive sus detractores terminaban homenajeándolo; Nicolás Alvarado no es excepción.
ZOOM: Yo quiero vivir en un país donde Juanga cante y Nico escriba; así, sin penas. Con libertad, aunque no estén de acuerdo, ni compartan los mismos gustos estéticos. Un país sinceramente tolerante con la diferencia.
No me disculpo por lo que escribí de Juan Gabriel: Nicolás Alvarado
Excélsior
Redacción
5 de septiembre de 2016
El exdirector de TV UNAM, Nicolás Alvarado, ofreció una disculpa por el momento en que publicó su texto con referencia a Juan Gabriel y no por el contenido del mismo.
En entrevista indicó que fue él quien presentó su carta de renuncia y no lo corrieron como director general.
Ofrezco una disculpa por la oportunidad del texto (…) Yo no me disculpo por el texto; no es un texto discriminatorio. La oportunidad del texto fue naca”, afirmó.
Asimismo, detalló que el tema lo habló sin ningún inconveniente con el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Enrique Graue, argumentando que no iba a encontrar el ambiente para poder desarrollarse.
Sí debo una disculpa por una inoportunidad, es decir, ese texto a la mejor no era el texto para ese momento, por el momento de tristeza, rabia, ira y dolor que había en el ambiente porque Juan Gabriel formó parte de la educación sentimental de muchos mexicanos”, finalizó.
El pasado 1 de septiembre, el rector Enrique Graue aceptó la renuncia que presentó Nicolás Alvarado al frente de la dirección de TV UNAM.
Mediante un comunicado, se informó que el rector de esta casa de estudios “reconoció la dedicación y la creatividad empeñada por Nicolás Alvarado durante su gestión al frente de TV UNAM, y le deseó éxito en sus futuros proyectos personales y profesionales”.
Abuso de periodistas
Regalo de despedida: la PGJDF exonera a López Dóriga – Segunda Parte
Homo Zapping
Jenaro Villamil
05 de septiembre 2016
Marín le preguntó si su retiro estaba pensado antes o después del escándalo con Aramburuzabala, ex-accionista de Grupo Televisa y propietaria de Grupo Abilia.
“Desde antes. No tiene nada que ver ese capítulo, porque ocurrió hace más de un año. Entonces, si ese hubiese sido el factor, para qué dejar pasar un año; además, no le puedes dar el peso que no lo tiene y menos dentro de Televisa”, se defendió López Dóriga.
En la edición 2030 de Proceso, del 27 de septiembre de 2015, se publicó que en Televisa se discutió que el 30 de septiembre de ese año se relevara al conductor de El Noticiero, “pero la posibilidad se frenó para no vincular el hecho al litigio inmobiliario con la heredera del emporio de la Cervecería Modelo”.
Los rumores sobre la salida de López Dóriga se incrementaron en Televisa a raíz de que el Tribunal de lo Contencioso Administrativo de la Ciudad de México resolvió a favor de Aramburuzabala en el juicio de lesividad sobre la construcción del desarrollo inmobiliario de la calle Rubén Darío 225.
El origen del conflicto está justamente en torno a este desarrollo. Abilia construye al lado del edificio de Rubén Darío 223, donde la familia López Dóriga es propietaria de un departamento de 552 metros cuadrados.
Becerra Pocoroba, contratado con el supuesto aval de 17 condóminos, le exigió a los representantes de Abilia el pago de 5 millones de dólares para permitir que se desarrollara el proyecto denominado “Rubén Darío 22”. De lo contrario, usarían la fuerza periodística de López Dóriga y la estrecha relación con funcionarios del Gobierno de la Ciudad de México para frenar la obra.
Sin embargo, existe el antecedente jurídico del juez Federal Segundo de Distrito de Amparo en Materia Penal que antes le dio la razón a Abilia para que la procuraduría capitalina investigara y desahogara las pruebas presentadas por los abogados de Aramburuzabala en su denuncia por tentativa de extorsión. El caso aún está vivo y puede ir a la instancia federal, según Coello Zuarth.
Pérez Romo y Pocoroba
De acuerdo con el expediente de la investigación, la esposa de López Dóriga, Adriana Pérez Romo, sólo declaró durante diez minutos el 29 de octubre de 2015 y el Ministerio Público no le hizo más preguntas.
Según su testimonio, ella fue “enterada de la calumniosa e infundada acusación en mi contra. Desde este momento la rechazo categóricamente por ser falsa y tergiversar dolosamente la realidad de los hechos, toda vez que no he cometido ni se ha cometido delito alguno con motivo de las reuniones y pláticas conciliatorias, vecinales que han tenido lugar al respecto”.
Pérez Romo niega el contenido de “las supuestas testimoniales de los representantes y empleados de la constructora e inmobiliaria Abilia por ser claramente aleccionadas, parciales y tergiversar los hechos para su injusta conveniencia ante las legítimas inconformidades vecinales”.
La esposa del conductor de Televisa alegó su derecho a la presunción de inocencia para reservarse más declaraciones y afirmó que no era su deseo responder a ninguna pregunta por parte del Ministerio Público. Y, en efecto, no le hicieron ninguna pregunta.
En contraste, Becerra Pocoroba, exdiputado federal del PAN, admitió que desde noviembre de 2014 fue contratado por los vecinos Rafael Ojeda Cárdenas, Adriana Pérez Romo y Manuel Andrés Carrera Baños para representarlos jurídicamente.
Becerra Pocoroba relató que entre el 15 de diciembre de 2014 y el 21 de enero de 2015 se presentaron diversas quejas de los vecinos por presuntas irregularidades en la construcción del edificio de Abilia.
El abogado admite que hubo un encuentro el 11 de mayo de 2015 entre los representantes de Guillermo Buitano, director general de Abilia, y Carlos Padilla, director de nuevos proyectos de la inmobiliaria, con vecinos del edificio Rubén Darío 223 para conciliar diferencias y llegar a un arreglo.
Los representantes de Abilia ofrecieron cambiar los cristales y dos fachadas de los edificios de los vecinos afectados, mitigar la afectación de la luz, “una campaña contra el muérdago en Polanco”, agregar dos salidas de estacionamiento de la construcción de Abilia, poner retorno vehicular en la calle de Rubén Darío para mitigar la afectación vial por la obra y acondicionar un jardín de niños que quedaría afectado por la construcción, según Becerra Pocoroba.
El abogado relata otras negociaciones con Abilia que incluían la modificación del proyecto a 25 niveles de altura en lugar de 30 y la compensación de daños vecinales.
Becerra admite que el 16 de junio de 2015 acudió a las oficinas de Abilia y que ahí fue videograbado sin su autorización. Según el abogado, “explicando que había vecinos que consideraban que las obras de mitigación ascendían a la cantidad de 5 millones de dólares” fue que se manejó esa cifra.
Para Becerra la difusión de esa videograbación “resulta estar fuera de todo contexto y con ánimo de tergiversar dolosamente los hechos por parte de Abilia”. También acusó a quienes lo demandaban de actuar de manera “absurda, inmoral y poco profesional”.
Afirmó que la serie de correos electrónicos entre su asistente, Érika Mendoza, y Carlos Padilla tuvo como objeto “acreditar la intención de ambas partes para llegar a conciliar el conflicto derivado de la construcción del proyecto de desarrolladora Abilia, los cuales en todo momento manejaron la comunicación con base en un ánimo de conciliación y compensación por lo que nunca existió extorsión, como falsamente lo pretenden hacer valer los denunciantes”.
La procuraduría capitalina avaló la interpretación que el mismo Becerra Pocoroba hizo de su reunión con los directivos de la inmobiliaria de Aramburuzabala: “Nótese que fueron los representantes de Abilia quienes unilateralmente manifestaron que consideraban que lo expresado por los vecinos era una extorsión; sin embargo, en la misma reunión se les reiteró la posibilidad de seguir con el litigio y en consecuencia retirar las pláticas conciliatorias ofrecidas en primer término por dicho grupo inmobiliario”.
Varias veces Coello Zuarth solicitó ante la procuraduría capitalina que se citara a declarar a los vecinos de Rubén Darío 223. Sólo el 9 de septiembre y el 8 de octubre de 2015 comparecieron voluntariamente dos testigos, vecinos y condóminos, que se deslindaron de toda responsabilidad y negaron que hubieran sabido de la intención de pedir dinero a cambio.
El 2 de febrero de este año no se presentaron a declarar los condóminos citados por Abilia. En marzo se volvió a citarlos a declarar y tampoco acudieron.
El 3 de junio de este año, el juez Segundo de Distrito de Amparo en Materia Penal en la Ciudad de México resolvió que sí existió violación a la suspensión definitiva decretada el 17 de noviembre de 2015 y que a la procuraduría capitalina no le importó violar las resoluciones dictadas por un juez federal dentro del juicio de amparo.
Para Coello Zuarth todo esto “denota la incesante postura de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal por no resolver conforme a derecho y obedeciendo a los intereses de terceros, en virtud de estar relacionados con el periodista Joaquín López Dóriga”.
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