Labor periodística
El Informador
Diego Petersen
23 Agosto de 2016
Decía el clásico que cuando la excusa es más estúpida que la verdad es mejor decir la verdad. La respuesta de la Presidencia de la República al reportaje de Aristegui Noticias sobre el plagio en la tesis de licenciatura del Presidente Enrique Peña Nieto de que se trata de “errores de estilo” deja muy mal parado al Presidente: hasta el domingo en la noche era alguien que había plagiado en su tesis; hoy es un plagiario rodeado de ignorantes. Un error de estilo es no cumplir con las reglas editoriales, en este caso las que puso la Universidad Panamericana que es quien marcó las normas para la elaboración de la tesis del joven Peña. Entre las normas de estilo seguramente había algunas que decían cómo citar a un autor. Peña Nieto no se equivocó al citar, simplemente no citó, es decir, se apropio y presentó como suyos textos de otros.
Es cierto, el país no se cae por una nota como la del plagio de Peña. Aristegui nos vendió un zambombazo y salió un tirititite, dicen los críticos (y sí, cada quién sus clásicos, y el Perro Bermúdez es uno de los míos). Pero no sé qué me sorprende más, que el Presidente haya plagiado una tercera parte de su tesis o que para muchos mexicanos se trate de un problema menor. Por supuesto que a la economía no le pasa nada porque el Presidente haya plagiado algunos párrafos de sus tesis, ni tampoco se agrava el conflicto magisterial, pero ese no es el tema. Haber plagiado no lo hace ni mejor ni peor Presidente, pero sí habla de la talla moral, o si se prefiere “la amplitud de criterio” con la que se conduce. Si alguien es capaz de robarse ideas de otros tampoco tendrá problema en apropiarse de algo más; si es capaz de engañar a sus maestros, no le será difícil engañar a sus gobernados. A aquellos que no les parece grave que alguien plagie (ya hemos tocado aquí mismo casos como el de un funcionario de la Universidad de Guadalajara acusado en Barcelona de haber plagiado en su tesis doctoral y del escritor peruano galardonado con el premio FIL, Bryce Echenique) tampoco les parecerá grave que alguien se robe un celular, evada impuestos, esconda la verdadera contabilidad de su campaña, se robe “un poquito” en el ejercicio de su gobierno, o un poquito más, o bueno, que sean puercos pero no trompudos, y así se va aumentando poco a poco la tolerancia la delito y al incumplimiento de la ley.
Comillas más comillas menos no es una cuestión de estilo, como tampoco lo es ceros más o ceros menos en las cuentas bancarias de los políticos. En ambos casos estamos ante un vil y vulgar robo.
Excélsior
Yuriria Sierra
23 de agosto de 2016
Cualquier asunto de plagio es grave. A cuántas personas les ha costado su carrera (en México y en el mundo, más en el mundo que en México). Sealtiel Alatriste salió de la UNAM por una acusación de este tipo. Y regresó el Premio Xavier Villaurrutia, que recibió en la coyuntura del escándalo. Lamentablemente, hay miles de seres humanos con más ambición pragmática que ambición creativa, con más prisa que empeño, con más gorra que garra, con más hambre que ética y profesionalismo.
El plagio es un asunto de ética. De esos contra los que tendría que prevenirse en casa y en el aula, de esos que construyen identidad y solidez: en los individuos y en las sociedades. Lamentablemente, el plagio es uno de esos temas que se tiende a minimizar porque así le conviene a gruesos sectores de la sociedad (particularmente, las latinoamericanas). Mucho se ha debatido de la investigación de Carmen Aristegui sobre la tesis de licenciatura de Enrique Peña Nieto: el 29% de la misma sería copiada (y no a manera de citas textuales con referencia al pie de página) de las obras de distintos autores. Lo curioso fue los términos de la condena en las redes sociales: un sector de la sociedad exigiendo la renuncia (como en el caso del presidente de Hungría) y otro sector condenando a la periodista porque la expectativa generada “no correspondía” con lo presentado. En todo caso: un debate que nos retrata como país. Le cuento por qué: tuiteé, textual, que esto pasa en el país en el que la mayoría de las personas compra piratería y se roba la luz y a muchos les pareció que ésta era una “defensa” de Peña. Muchísimos tuiteros me recordaron mi árbol genealógico porque “no son delitos comparables”. Sorry: la trampa es la trampa, en cualquiera de sus presentaciones. Y mientras esa doble moral tan mexicana persista nos será imposible una verdadera reconstrucción ética en el país. Porque vemos el tema a conveniencia: como algo inadmisible cuando lo comete un adversario, pero encontramos justificación cuando se trata de aquél en que incurre un amigo o nosotros mismos. Por eso somos un país que consume piratería, por eso decimos que es astucia cuando le ponemos un diablito al medidor de luz o cuando le robamos el wifi al vecino.
Es lo triste de vivir en un país donde el pecado es pecado si se trata del enemigo. Somos un país de tramposos. Y el primer paso para sacudirnos esta conceptualización extraña de la ética (en los bueyes de mi compadre) es dejar de ver como normal a la transa cuando somos nosotros quienes la cometemos y escandalizarnos sólo cuando se trata del vecino. Porque entonces el “error de estilo” que dijo Presidencia que cometió EPN en su tesis termina siendo el “error de estilo” que justifica la incomprensible #3de3 de López Obrador. O un “error de estilo” que los maestros de la CNTE dejen sin clases a miles de niños, pero cobren su salario íntegro mientras desquician a varias decenas de ciudades. Nada de esto es un “error de estilo”: es una forma de desentenderse de la ética más elemental que debe dar sentido a todo pacto social. Por supuesto que es imperdonable un plagio; por supuesto que debe ser imperdonable una mordida.
México está urgido de una reconstrucción ética, un valor que forma parte del comportamiento humano desde que las civilizaciones antiguas (como la griega o la romana) se dedicaron a entender cómo demonios podríamos vivir en sociedad y no como los bárbaros. Y esta reconstrucción vendrá sólo cuando apliquemos el mismo rasero a todos los actores, no sólo cuando nos conviene o a quien nos incomoda, nos enoja o consideramos incómodo adversario. Porque hasta que el mismo tablero, con las mismas reglas y los mismos premios y castigos apliquen para todos (hasta que vivamos en un Estado de derecho y no en un “estado de chueco”) podremos contar con la suficiente autoridad moral para que aquél que la debe la pague. Mientras tanto, todos estamos en una triste y dolorosa pantomima.
Aristegui Noticias documenta plagio de Peña Nieto y presidencia dice que “fue error de estilo”
Homo Zapping
Jenaro Villamil
22 de agosto de 2016
Con una gran expectativa generada en las redes sociales, el portal informativo Aristegui Noticias dio a conocer un estudio sobre la tesis de licenciatura de Enrique Peña Nieto, titulada El Presidencialismo Mexicano y Álvaro Obregón en la que se plagia, sin citar al autor ni a la obra, al menos 197 párrafos de los 682 que integran el libro para titularse en la Universidad Panamericana.
El reportaje destaca que el plagio más escandaloso es a una obra del ex presidente Miguel de la Madrid, doctor en Derecho, y autor de Estudios de Derecho Constitucional, publicado en 1977. De este libro, Peña Nieto reprodujo íntegros al menos 20 párrafos en su tesis.
También Peña Nieto se atribuyó palabras y párrafos de obras importantes como las de Jorge Carpizo, autor de El Presidencialismo en México, o del historiador Enrique Krauze, o del constitucionalista y ex ministro Diego Valadés, así como del ex magistrado electoral Jesús Orozco Henríquez.
En ese mismo libro, Peña Nieto consideró que la dictadura de Porfirio Díaz fue “benévola” y considera al caudillo posrevolucionario Álvaro Obregón como el iniciador del modelo actual de presidencialismo, que concentra atribuciones militares, políticas, sociales y de índole caciquil.
En respuesta a la consulta solicitada por el reportero Rafael Cabrera, el vocero de la presidencia Eduardo Sánchez emitió un comunicado en el que minimizó la acusación de plagio.
“Por lo visto, errores de estilo como citas sin entrecomillar o falta de referencia a autores que incluyó en la bibliografía son, dos décadas y media después, materia de interés periodístico”, afirmó el vocero.
Sánchez afirmó que Peña Nieto presentó esta tesis hace 25 años. “Cumplió con los requisitos establecidos por la Universidad Panamericana para titularse como abogado”, sentenció en un comunicado.
En distintas cuentas de Twitter se trató de minimizar también el golpe informativo. En otros casos, se destacó que por acusaciones de plagio en sus textos académicos renunciaron el ex presidente de Hungría o un ex ministro de Defensa alemán.
El historiador Enrique Krauze escribió en su cuenta de Twitter lo siguiente:
“El reportaje del plagio confirma, de nuevo, que el tema del 2018 será la conducta ética. Bienvenido el escrutinio a TODOS los candidatos”.
Sin embargo, el escrutinio al presidente actual, famoso por sus gazapos, su incapacidad para citar tres libros de memoria, su evidente falta de cultura letrada, también generó comentarios en redes sociales.
El ex dirigente nacional del PRD, Agustín Basave escribió en su cuenta de Twitter:
“Algo anda mal en el trabajo de @AristeguiOnline. No dudo que EPN haya plagiado el 29 por ciento de su tesis, pero ¿de veras escribió el 71 por ciento restante?”
Casi 30% de la tesis de Peña Nieto es plagio: Aristegui
El Economista
Reuters
22 de agosto de 2016
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, habría plagiado textos de varios autores, entre ellos académicos, para elaborar su tesis de Licenciado en Derecho en 1991, mostró el domingo un reportaje de una periodista mexicana crítica del Gobierno.
De los 682 párrafos que componen la tesis de 200 páginas titulada “El presidencialismo mexicano y Álvaro Obregón”, 197 párrafos, o el 28.88% total del texto, fue tomado de las obras de otros autores y fue presentada en 1991 a la Universidad Panamericana, según la investigación.
El artículo y un video que lo acompaña fueron publicados en el sitio de internet de la periodista Carmen Aristegui, que fue también autora de un sonado reportaje publicado en el 2014 sobre una mansión propiedad de la esposa del mandatario.
No es la primera vez que se pone en tela de juicio el rigor académico del presidente.
En 2011, cuando era candidato, se equivocó cuando le preguntaron cuáles eran los tres libros que más lo habían influenciado. Primero dijo la Biblia, pero luego mencionó otros sin identificar correctamente a sus autores.
La investigación sobre la llamada “Casa Blanca” reveló que la esposa de Peña Nieto, la ex actriz de telenovelas Angélica Rivera, compró la mansión a Grupo Higa, que formaba parte de un consorcio ganador de una millonaria licitación para construir un tren rápido, la cual fue posteriormente suspendida.
El escándalo de la Casa Blanca asestó un duro golpe a Peña Nieto, cuyas cifras de aprobación en las encuestas han caído recientemente a mínimos históricos, al tiempo que él y su Partido Revolucionario Institucional (PRI) no han conseguido acabar con la delincuencia y la corrupción.
En un comunicado, el portavoz de la Presidencia, Eduardo Sánchez, respondió a las acusaciones de plagio incluidas en el reportaje diciendo que Peña Nieto reunió con todos los requisitos para graduarse como abogado en la Universidad Panamericana.
“Por lo visto errores de estilo como citas sin entrecomillar o falta de referencia a autores que incluyó en la bibliografía son, dos décadas y media después, materia de interés periodístico”, agregó Sánchez.
0 Comments