Economía política de las empresas de medios de comunicación
Competencia
Mural
JAQUE MATE / Sergio Sarmiento
8 de febrero de 2016
“La televisión es más interesante que la gente. Si no lo fuera, tendríamos gente en los rincones de nuestras habitaciones”.
Alan Corea
ENSENADA, B.C.- Nos dicen que la televisión es un medio en declinación, particularmente en los países desarrollados. Quizá. Pero el Super Bowl de ayer fue visto por una tercera parte de la población de Estados Unidos y por decenas de millones en otros países, incluidos unos 15 millones en México. En 2015 el Super Bowl tuvo un público de 114.4 millones sólo en la Unión Americana (Statista) de una población de más de 320 millones de personas. Si se añaden los televidentes de otros países, el público se eleva a 160 o 170 millones de personas.
Las cifras del Super Bowl, sin embargo, parecen diminutas ante las de la Copa del Mundo de futbol. De acuerdo con la FIFA y Kantar Media, mil millones de personas vieron la final entre Alemania y Argentina en 2014 y 3,200 millones cuando menos algún fragmento de un partido.
Lo anterior no significa que el público de la televisión, en especial la abierta, no esté declinando. Una nueva generación de jóvenes ve menos televisión y utiliza más los teléfonos inteligentes para tener acceso a un internet en el que consigue entretenimiento, información e intercambios personales. La gente, no obstante, sigue prefiriendo ver algunos programas en pantallas grandes y en compañía de amigos o familiares. Es el caso de los encuentros deportivos importantes. Quizá por eso los fabricantes de equipos electrónicos se están concentrando en producir grandes pantallas, para espectáculos como el Super Bowl, y en pequeños teléfonos inteligentes que se han convertido en centros de entretenimiento personal.
En México la clase política no ha alcanzado a entender el cambio. Tenemos una legislación hecha para castigar a las televisoras abiertas (aclaro interés, yo colaboro para TV Azteca) con impuestos especiales, confiscación de tiempos y un amplio aparato de regulación y censura en un momento en que el público se mueve hacia la televisión restringida y hacia el internet que no tienen esas cargas. Lo peor es que las reglas han sido incorporadas a la Constitución, como si una reglamentación para un momento especial debiera quedar plasmada en una ley para todos los tiempos.
Nadie sabe realmente hacia dónde se moverá la comunicación en el futuro. Si el pasado es un indicio, los hábitos de la gente seguirán cambiando con la tecnología. El Super Bowl, que ha venido capturando nuevos públicos a pesar de una aparente saturación, sugiere que los grandes espectáculos masivos mantendrán su público y requerirán pantallas enormes y una posibilidad de vivencia comunitaria. Es muy probable que lo mismo ocurra con los grandes conciertos, que tendrán un público masivo en el lugar de la presentación y otro mayor a través de una retransmisión. Un ejemplo lo vimos ayer. Ya pasaron los tiempos en que el público del Super Bowl bajaba en el medio tiempo. Ayer hubo tanto interés por el espectáculo que por el partido. Hasta los anuncios se han vuelto importantes y en el Super Bowl se presentan los mejores y los más divertidos.
La televisión abierta, esa que los políticos mexicanos han querido controlar hasta el último detalle, tenderá a desaparecer. La convergencia con otros medios será total. La telenovela o la serie se ven con más facilidad en una tableta o un teléfono con conexión a internet. La empresa CBS puso ayer el Super Bowl, con todo y espectáculo de medio tiempo y anuncios, en internet, por lo menos en Estados Unidos. Por eso una legislación como la que los políticos mexicanos han colocado en la Constitución, que trata a la televisión abierta como un fenómeno aparte en un mundo de convergencia tecnológica, está condenada a la obsolescencia.
Pero basta de palabrería. Lady Gaga ya va a cantar el himno de los Estados Unidos.
CONTRIBUYENTES
Es verdad que ha sido un sindicato autónomo, el SNTE, y no el gobierno el que ha dado a Humberto Moreira una pensión vitalicia de casi 40 mil pesos al mes. Pero el dinero del SNTE proviene de los contribuyentes.
@SergioSarmiento
Economía política de empresas de medios de comuncación
Infraestructura
Sin Embargo
Por Gabriel Sosa Plata Febrero 9, 2016
No sólo las televisoras, sino estaciones de radio, periódicos y portales en internet preparan una amplia cobertura sobre la visita del Papa Francisco a México. Desafortunadamente, ya desde ahora se deja entrever que el tratamiento comunicacional de algunos de estos medios no será distinto al de otras visitas papales a nuestro país.
Por ejemplo, en su afán por ser los más papistas, Grupo Radio Centro, de Francisco Aguirre, se denomina ahora “Radio Centro Francisco”, mientras que Grupo Fórmula, de Rogerio Azcárraga, se ufana de que una de sus cadenas, la tercera, se convertirá en la “emisora del Papa Francisco”, con transmisiones ininterrumpidas desde su llegada al territorio nacional.
Al fervor papal, casi nadie escapa, ni el portal de Carlos Slim, Uno Tv, que creó una página sobre la visita, en la que no podían faltar recomendaciones de aplicaciones para dispositivos móviles sobre la vida del Papa Francisco o para rezar por él. También ayer destacaba la convocatoria para realizar una valla luminosa con celulares en el trayecto de 19 kilómetros, que el Papa recorrerá del aeropuerto a la Nunciatura Apostólica.
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En hechos como este, el periodismo profesional suele sucumbir frente a las pautas publicitarias, los intereses políticos coyunturales y el ferviente catolicismo de propietarios de medios, conductores y periodistas.
No todos los medios actúan de la misma manera, pero es indudable que en otros años ha prevalecido una devoción hacia la figura y se deja de lado el análisis de las implicaciones sociales, religiosas o políticas de estas visitas, particularmente en la televisión.
En un formidable texto publicado en su blog, el doctor Bernardo Barranco, reconocido experto en temas de religión, apunta sobre lo que hasta ahora se ha visto en la pantalla:
“La televisión mexicana exalta en la narración reiterativa los sentimientos y emociones por el visitante, hay una exageración melosa del personaje. Se opera una conversión en los aparatos televisivos del sentido de lo religioso. Muchos conductores y reporteros se convierten en improvisados y malos telepredicadores. La emoción, los sentimientos el fervor religioso ganan y afloran aun en aquellos actores que no son creyentes o peor aún, incluso en aquellos que profesan otra religión…”
Esta caracterización también puede hacerse a varios conductores y periodistas de la radio, como lo hemos escuchado en el pasado y como sucede ahora en diversas radiodifusoras comerciales.
Refiere Barranco que algo distinto ha sucedido sobre todo en la prensa, en la que, por ejemplo, durante la penúltima visita de Juan Pablo II cuestionaron la excesiva comercialización del hecho y de la figura del pontífice, así como el acaparamiento de lugares privilegiados para los ricos y poderosos personajes, preponderantemente Legionarios de Cristo, durante los actos religiosos. En la visita de Benedicto XVI a México, también en la prensa se dio espacio a la crítica por la presencia del Papa en pleno proceso electoral y a unos días que dieran comienzo las campañas presidenciales.
Hay otros casos de distancia periodística frente a las pasiones que despierta el Papa. Sin embargo, dice Barranco, los medios de comunicación en general han evidenciado una pobre compresión del fenómeno religioso en nuestro país.
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No está de más recordar que México es un Estado laico, producto de grandes confrontaciones, que costaron muchas vidas, y que, como afirma el multicitado Bernardo Barranco, “pretende la equidad, la libertad religiosa y la clara separación de esferas en el espacio público”.
No ocurre así en la mayoría de los medios electrónicos. Con el aval de la Secretaría de Gobernación, la transmisión de actos de culto religioso ha crecido exponencialmente en la radio y la televisión, pese a que la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público establece en su artículo 21 que dichos actos únicamente se podrán transmitir “de manera extraordinaria”.
De 7 mil 536 autorizaciones entre 2000 y 2001, se ha pasado a 380 mil 263, entre 2013 y 2014, es decir, se ha multiplicado ¡por más de 50 veces! La cifra más actualizada refiere que entre septiembre de 2014 hasta agosto de 2015, el gobierno federal había otorgado menos autorizaciones: 232 mil 932.
En el gobierno de Enrique Peña Nieto el crecimiento de estas transmisiones ha sido en más del 200 por ciento, comparado con lo ocurrido en el último año del gobierno de Felipe Calderón, en el que se dio el salto de 15 mil 96 autorizaciones a 113 mil 960. Entre el 2012 y 2013, la cifra aumentó a 313 mil 39 autorizaciones, y del 2013 al 2014 subió a 380 mil 263.
El doctor Raúl Trejo Delarbre afirma en su documentado libro Laicidad y medios de comunicación “que esa flexibilidad o indolencia de las autoridades satisface la estrategia de propaganda de las Iglesias cada vez más empeñadas en llevar el púlpito a los medios electrónicos”. Pero también de dueños de medios de comunicación y periodistas que consciente o inconscientemente hacen proselitismo religioso a favor de una Iglesia en particular.
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En México, también debe recordarse, hasta el 2010 había más de 10 millones de personas que no profesaban la religión católica o que no tenían religión, es decir, casi el 11 por ciento de la población existente en aquel año, de acuerdo con el Inegi. Hoy son más si nos basamos en la tendencia de disminución porcentual de la población católica: 98 por ciento en las décadas de los años cincuenta, sesenta y setenta; 96 por ciento en los ochenta; 93 por ciento en los noventa y de 92 por ciento a partir del nuevo siglo. En estados como Chiapas, este porcentaje apenas si alcanzaba el 60 por ciento en el 2010.
Ante esta nueva realidad, los medios de comunicación tienen la obligación de preservar la pluralidad, la diversidad, la inclusión, la tolerancia y el respeto, especialmente en acontecimientos como que el viviremos intensamente el próximo fin de semana. Su derecho a la libertad de expresión va ligado a su responsabilidad como concesionarios de frecuencias otorgadas por el Estado y al derecho de las audiencias a recibir contenidos que reflejen el pluralismo cultural de nuestra nación. No al fanatismo papal o religioso. Sí al periodismo de calidad.
Economía política de las empresas de medios de comunicación
Competencia
Super Bowl 50, con menos audiencia
El Informador
8 de febrero de 2016
NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS (08/FEB/2016).- El Super Bowl 50, la final del Campeonato de futbol americano, fue vista el domingo por 111.9 millones de estadounidenses, una cifra que supone una leve caída respecto a la de 2015, pero que en cualquier caso fue la tercera más alta de la historia de la televisión estadounidense.
Según cifras comunicadas por el instituto Nielsen, esa audiencia fue inferior a los 114.4 millones y a los 112.1 millones registrados el 1 de febrero de 2015 y el 2 de febrero de 2014 respectivamente durante las dos ediciones precedentes del Super Bowl.
Pero la final del domingo, en la que los Denver Broncos vencieron 24 a 10 a Carolina Panthers, quedó en cualquier caso en el tercer lugar de los programas más vistos de la historia de la televisión estadounidense.
Difundida por la cadena CBS, el Super Bowl también fue muy comentada en las redes sociales, sobre todo en Twitter, donde 16.9 millones de mensajes que hacían referencia al “Super Bowl 50”
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