Periodistas
-Reconocimientos
Reporte Índigo
María Alesandra Pànames
9 de Octubre de 2015
Periodista, escritora y con una mirada crítica hacia el Gobierno bielorruso, así es Svetlana Alexijevich, quien a sus 67 años se convirtió en la primera periodista en obtener el Premio Nobel de Literatura.
La Academia sueca estableció que “sus escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo”. Al recibir el galardón, Svetlana dijo que respeta el mundo ruso de la literatura y la ciencia, “pero no el mundo ruso de Stalin y Putin”.
Su obra tiene la influencia de Alés Adamóvich, a quien considera como un maestro.
La bielorrusa ha abordado temas como la antigua URSS, la situación en Chernóbil, la Guerra de Afganistán, así como conflictos de la actualidad.
Y todo bajo una cruda mirada crítica y dramática.
De hecho, Svetlana suele moverse “en el terreno del drama, explora las más terribles y desoladas vivencias y se asoma una y otra vez a la muerte”, de acuerdo a El País.
Su sensibilidad y firmeza al escribir no solo le otorgó el Nobel frente a nominados como Joyce Carol Oates, Philip Roth y Haruki Murakami, sino que la ha convertido en testigo de conflictos como la Guerra de Afganistán, en donde recorrió el país para entrevistar a madres de soldados fallecidos, dando vida a “Tsinkovye Málchiki” (1989).
De igual manera llegó “Zacharovannye Smertiu ” (1993), sobre las personas que se suicidaron ante no poder vivir con el fin del socialismo. Cuatro años más tarde publicó “Voces de Chernóbil”, sobre la catástrofe en la central nuclear de Chernóbil.
El año pasado publicó “El tiempo de segunda mano. El final del hombre rojo”, obra con la que propone “escuchar honestamente a todos los participantes del drama socialista (…) Ahora vivimos en distintos Estados, hablamos en distintas lenguas, pero somos inconfundibles, nos reconocen en seguida. Todos nosotros somos hijos del socialismo”.
En entrevista con Le Monde, Svetlana señaló en alguna ocasión que “el mundo ha cambiado completamente y no estábamos verdaderamente preparados”.
Y es que Alexijevich ha vivido la historia en carne propia, a manera de experiencia personal, lo que hace de su texto una crónica cruda, detallada, crítica, casi vivencial.
¿Quién es Svetlana?
Svetlana Alexijevich es hija de un militar soviético, de origen bielorruso, y de madre ucraniana. Ambos trabajaron como profesores.
Alexijevich nació en Ucrania pero creció con su familia en Bielorrusia, en donde estudió periodismo y trabajó en diversos medios de comunicación.
“Se dio a conocer con ‘La guerra no tiene rostro de mujer’, una obra que finalizó en 1983 pero que, por cuestionar clichés sobre el heroísmo soviético y por su crudeza, solo llegó a ser publicada dos años más tarde gracias al proceso de reformas conocido por la perestroika”, apunta El País.
Mural
Yanireth Israde
9 de Octubre de 2015
Svetlana Alexievich, la escritora y periodista galardonada este año con el Premio Nobel de Literatura, confía en que la distinción propague su voz en Bielorrusia, el “pequeño país” del que es originaria, pero donde le prohíben presentarse públicamente.
“(El régimen) estará obligado a escucharme. Hay tantas personas cansadas que ya no tienen la fuerza de creer. (El premio) puede significar algo para ellas”, declaró al diario sueco Svenska Dagbladet.
Con una obra que recupera dramáticos testimonios de la Unión Soviética y la etapa que siguió al derrumbe del comunismo, Alexievich, de 67 años, es la primera periodista que obtiene el máximo galardón de las letras por un trabajo fincado enteramente en la realidad.
“Es un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo”, justificó ayer la Academia Sueca. “Por medio de su extraordinario método, Alexievich profundiza nuestra comprensión de toda una era”.
Su libro Los chicos de zinc, sobre los traumas de la guerra en Afganistán, reunió entrevistas con madres de soldados que murieron en la contienda, mientras para Voces de Chernóbil recopiló testimonios de personas afectadas por la catástrofe nuclear.
Alexievich, quien escribe en ruso -“amo al mundo ruso, pero no a dirigentes como Stalin o el actual Presidente de Rusia, Vladimir Putin”-, puede concentrarse durante años en el acopio de estas historias acompañada de libreta y grabadora para recoger emociones: “la historia del alma”, definió la Academia.
“Para América Latina y la lengua española es muy importante este premio, porque gran parte de su mejor periodismo ha transitado por los senderos que ahora se reconocen”, valoró en entrevista Sergio González Rodríguez.
“Sí: el periodismo está de plácemes”, coincidió la también periodista Elena Poniatowska.
Este galardón distingue a las mujeres, al oficio que desempeñan y a las causas que adoptan, añadió.
Alexievich se ha ocupado, por ejemplo, de las mujeres soldado durante la Segunda Guerra Mundial, que lo mismo condujeron un avión que laboraron como francotiradoras.
“Trabaja como reportera, entrevista como reportera y produce, a partir de estas entrevistas, un texto literario, una literatura de no ficción, como Kapuscinski. Del dolor y del sufrimiento es de lo que mejor sabe dar cuenta”, enfatizó Philippe Ollé-Laprune, director de la Casa Refugio Citlaltépetl, recinto que promovió en 2003 la visita al País de la autora perseguida por el régimen bielorruso.
“Cuando vino a México, nos platicó de las amenazas y el acoso que sufría permanentemente. Intentó volver y no pudo”, relató.
Aquel 2003, Alexievich residía en la Casa Refugio de Pontedera, Italia, para luego hospedarse en la Ciudad Refugio de Gotemburgo, del 2006 al 2008. Ha vuelto a Bielorrusia, donde aún la controlan.
“Es difícil ser una persona honesta”, admitió Alexievich, “pero no hay que hacer concesiones ante el poder totalitario”.
La decisión de la Academia al premiar un trabajo como el de Alexievich es un “fuerte espaldarazo” al género periodístico, al fin considerado un género literario, destacó González Rodríguez.
“Tiende a creerse que el escritor es superior al periodista. Nunca he compartido esta postura porque el trabajo de escribir implica la misma exigencia lingüística y de calidad expresiva que cualquier género literario convencional, como la novela, el cuento o el ensayo”.
El periodista, previno, no sólo transcribe hechos reales, como lo demuestra la premiada, en cuyos textos puede encontrarse una composición, una configuración, incluso una tarea de recreación a partir de los datos de un acontecimiento o de un proceso histórico.
El suyo ha sido un trabajo visionario que se anticipó a la degradación -ecológica, institucional, urbana, política- que agobia al hoy al planeta todo, destacó González Rodríguez.
-Abuso por parte de medios o periodistas
La errática respuesta de @LopezDoriga ante las audiencias digitales
Homozapping
Miguel A. Elorza Vasquez
08/10/15
Aunque Joaquín López Dóriga forma parte de Twitter (@lopezdoriga) desde enero de 2011, acostumbrado a un modelo de comunicación unívoca que no da cabida a la réplica, no ha entendido que las redes sociales son, ante todo, una plataforma de contrainformación que imposibilita la manipulación de la opinión pública con información y verdades construidas para ser presentadas en horario estelar a partir de intereses personales, políticos y económicos.
Evidenciado por Jenaro Villamil en la revista Proceso como un presunto extorsionador que, además, ha cobrado 237 millones por “menciones, campañas y entrevistas” a modo, el 26 de septiembre, el mismo día que salió la revista con la fotografía del conductor de El Noticiero y un cheque a su nombre, López Dóriga respondió a Proceso desde su cuenta de twitter utilizando la mentira y la calumnia –como si lo hiciera desde el estudio de televisión– escondiéndose detrás del prestigio de don Julio Scherer, fundador de Proceso, con un tuit que supera el cinismo: “lo hay que desde su falsa izquierda siguen al servicio del gran capital para sobrevivir. #Proceso Don Julio volvería morir de vergüenza.
Por la naturaleza de Twitter, los usuarios de esta red social le recordaron a López Dóriga, captura de pantalla de por medio, que el propio Julio Scherer lo había calificado de “servil al presidente”, viralizando la imagen del libro Vivir (Grijalbo) de Scherer donde se lee: “no imaginé entonces que [Joaquín López Dóriga] alcanzaría a Jacobo Zabludowsky en su comportamiento público. Ambos son ejemplo de la entrega al presidente de la República, a quien sirven y de él se sirven ellos mismos”.
Por otro lado, desde que se publicó el reportaje, la cuenta de twitter de Joaquín López Dóriga, sospechosamente, si se considera que una de las empresas de las que es socia mayoritaria
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