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El Occidental
Nalleli de la Torre*
12 de abril de 2015
A una semana de haber comenzado las campañas electorales de quienes contienden por las presidencias municipales, así como por diputaciones federales y estatales, podemos ver tres perfiles de participación entre los ciudadanos: la primera es la de quienes están involucrados con algún candidato y/o partido político, ya sea por coacción, interés personal, por haber sido convencidos por alguna propuesta o por intentar evitar que gane el peor, y que definitivamente acudirán a las urnas el 7 de junio; están los que no irán a votar obedeciendo a mil motivos (las elecciones intermedias son las que presentan mayor índice de abstencionismo en relación con aquellas en las que se elige presidente); y estamos quiénes no sabemos si ir a votar o no, si lo hacemos por quién o cómo lo haremos, por ejemplo anular el voto, y si no vamos, por qué no lo haremos.
El debate interno entre los que estamos en la tercera categoría, reside principalmente en la desconfianza y el descontento que tenemos en el sistema político actual, manifestada en múltiples expresiones como: “No hay ni a quien irle”, “Si voto, aún en blanco, es confirmar que estoy de acuerdo con sus reglas y todo seguirá igual”, “No me siento representado por quien ha sido y por quien podría ser electo” o “El PRI ya no se va”; con esto pensamos varias cosas, el Estado está rebasado y continuar con este juego electoral sería confirmar que queremos seguir así, que la democracia, como la conocemos, no ha funcionado, es más ha abierto espacios infinitos para la corrupción (cuestión que se reduce en regímenes autoritarios o centralistas), el proceso para ser elegido candidato es por sí mismo excluyente pues el sistema de partidos que existe tiene muchos candados para los contendientes; aunque esta cuestión se atenuó con la posibilidad de participar como candidatos independientes (en Jalisco hay cuatro: José Sánchez en Puerto Vallarta, José Zepeda en Valle de Juárez, Jesús Silva en Tuxpan y Pedro Kumamoto en el Distrito 10), que el voto duro de los partidos políticos decide la elección en muchos distritos y en algunos municipios, por lo que no hay disputa real por los cargos y que donde la hay es el dinero invertido en la campaña, que siempre rebasa por mucho los topes puestos por el INE, influirá decisivamente en los electores más indecisos y/o pobres, a través del voto no podemos influir directamente en la creación de políticas o programas públicos y que para hacerlo, después de la elección se pierde el contacto de los ahora diputados o presidentes municipales con sus votantes, pues aún con las casas de enlace no existen invitaciones concretas a la gobernanza; en este sentido me gustaría hacer un paréntesis para señalar el eje de la campaña del candidato independiente Kumamoto #LosMurosSíCaen, en la que se resaltan las barreras que se construyen entre los gobernados y los gobernantes y que busca romper con propuestas como: una vez que haya ganado renunciará al 70% de su salario, argumentando que “la disparidad económica entre representantes y sus representados aleja al legislador de la realidad y por tanto disminuye su capacidad para transformarla”. Congruente, ¿no? Si pensamos en lo que representaría un régimen democrático, como nos lo enseñaron en la escuela y como lo imaginamos después, y lo comparamos con la democracia que tenemos, hay una amplia brecha en la que la política es un instrumento para lograr el beneficio privado y no para “mandar obedeciendo”, como dirían los “zapatistas”. La democracia que tenemos y con la que estamos desencantados no la vamos a cambiar a través del voto, sin embargo si pensamos en que los políticos interpretan la información relacionada con el abstencionismo como la población no interesada en la política al no votar, aún con la intención de manifestar nuestra inconformidad con las reglas del juego a través de participar en la elección, parece que no nos interesa lo que hagan; por lo que para manifestarnos no nos queda otra opción que votar, nulo… pero votar.
* Consultora en Intervención Social y Políticas Públicas.
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