-Periodistas
Los reporteros, los medios y la Guerra Mexicana
El Informador
Salvador Camarena
24 de septiembre de 2014
Vayan a http://www.mexicodeacuerdo.org/ y hagan clic. Si hablan, o al menos leen, japonés, podrán saber que en esa dirección online alguien presume su visita a Furano, famoso por sus paisajes de lavanda y, en invierno, su campeonato de snowboard. Sólo hay un detalle. Quién sabe cómo fue que esa página web, que contenía el acuerdo que los medios de comunicación mexicanos firmaron en 2011 sobre la violencia, acabó siendo un blog nipón.
La anécdota es ilustrativa de nuestra costumbre de hacer grandes anuncios sobre graves materias que al poco tiempo se extinguen sin más. Y viene a cuento por el video de “La Tuta”, difundido por Carmen Aristegui, en donde se balconea a dos colegas michoacanos recibiendo dinero del infame criminal.
En Michoacán, y en México, no habrá paz duradera sin verdad. No podremos construir instituciones policiacas, de seguridad y de Gobierno fuertes y resistentes a la corrupción si no sabemos lo que nos ha pasado en estos años violentos. Y ello incluye a los medios.
La manera de abordar correctamente el caso de los periodistas balconeados consiste en ir mucho más allá de esos colegas, en no caer en la tentación de creer que fueron asuntos aislados. Es un signo más, uno muy importante, de la descomposición michoacana. Y también es un evento que obliga a revisar la actuación de la llamada prensa nacional ante las violencias de distintas partes del país.
El llamado Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia fue firmado en marzo de 2011. Fundamentalmente consistía en un decálogo de criterios editoriales. Las empresas se comprometían, entre otras cosas, a lo siguiente: “Cada medio debe instituir protocolos y medidas para la seguridad de sus periodistas y reporteros al cubrir la información proveniente de la delincuencia organizada, como lo son no firmar las notas sobre estos temas, hacer notas y coberturas conjuntas con otros medios y no hacer reportes en vivo desde las zonas más violentas.
“Solidarizarse ante cualquier amenaza o acción contra reporteros y medios. En caso de que algún reportero o medio de comunicación sufra amenazas y acciones de la delincuencia organizada para influir en su línea editorial y contenido informativo, los demás medios debemos solidarizarnos en contra de estas presiones, pero en los términos que mejor le convengan al reportero o al medio afectado”.
La pregunta no es si los hoy famosos reporteros michoacanos actuaron bajo la presión de la ley de plata o plomo; no, la cuestión es si ellos, los periodistas locales, el eslabón más débil de nuestra industria mediática, los profesionales que más caro han pagado esta guerra, si ellos alguna vez tuvieron apoyo directo y concreto de sus empresas, así como solidaridad del gremio nacional.
Cada empresa periodística firmante del Acuerdo, entre ellas Televisa, empleadora de uno de los balconeados, debe revisar sus acciones a partir de ese compromiso.
¿Se instituyeron protocolos y medidas para la seguridad de los periodistas? ¿Se les pagó un seguro de gastos médicos mayores y uno de vida? ¿Se les dio un curso para cobertura en zonas de riesgo? ¿Se les ofreció que si eran amenazados se les podía mover, junto con sus familias, a otra plaza? ¿Se les escuchaba regularmente?
Muchos corresponsales de medios nacionales —e internacionales— en la República Mexicana no están de manera formal en la nómina de sus flamantes empresas. Ni tienen las mínimas prestaciones que establece la ley laboral.
Y salvo honrosas excepciones, tampoco han tenido de nosotros alguna muestra de solidaridad.
Así que los balconeados no fueron sólo los dos colegas, sino la prensa nacional toda.
24 Horas
Fausto Pretelin
23 de septiembre de 2014
¿Qué es la información internacional?
Es un conjunto de historias irrelevantes para el interés sociológico del mexicano promedio.
¿Qué es la información nacional (en periódicos mexicanos)?
Fragmentos de una narrativa incomprensible para la sociología no mexicana.
¿Qué es la sección de espectáculos?
Una vieja receta que consiste en convertir a la televisión en papel.
¿Qué fue la sección de sociales?
La sensación de que con un suspiro se puede aspirar a la zona VIP.
¿Qué es la sección de sociales?
¿Qué es la sección deportiva?
Las palabras que más réplicas tendrán durante las próximas 12 horas.
¿Qué es un periódico?
Un conjunto de tuits.
¿Qué fue un periódico?
Un argumento de poder.
¿Qué es la carrera de periodismo?
Una simulación de estudio.
¿Qué es la maestría en periodismo?
Un grado de especialización suficiente para dedicarse al periodismo. La teoría de la comunicación apuntaba al necesario estudio interdisciplinario pero los golosos de la simulación no le hicieron caso.
Nos encontramos a la mitad del camino de la transición tecnológica pero nos engañamos al creer que estamos aún en el siglo XX. Si Reed Hastings, el jefe de Netflix, estima que en 20 años la televisión clásica fallecerá, en México celebramos la reforma de telecomunicaciones que llega 20 años después; si Amazon presenta uno de los algoritmos más inteligentes del mercado de los intangibles, en México se reciclan las primeras estrategias de marketing del siglo pasado. Si la App Viber estima el costo marginal de las llamadas telefónicas en cero pesos, empresas telefónicas publicitan que, a partir del primer día de enero, el costo de las llamadas de larga distancia (nacionales) será de cero pesos.
México carece de un periódico modélico, cercano al arquetipo global como sí lo son The New York Times, The Washington Post, The Guardian, Le Monde, El País y, recientemente, La Nación (con sus contribuciones del big data). Y no existe porque los periódicos no forman parte de un modelo de negocio, en realidad, los diarios son modelos de poder; es decir, los espacios se ponen en venta.
En México, un cómico puede llegar a ocupar un espacio de opinión en las páginas de un periódico reconocido como “serio” (como si existieran periódicos de payasos); en México, las agendas de los periodistas son explícitas. Los incentivos para innovar no existen. Sólo preexisten las viejas costumbres. Por ejemplo, el periodista que recibía filtraciones de Manuel Camacho… ¡en tiempos del sexenio de Carlos Salinas!, recicla su columna en 2014 y la vende a precio de un servicio innovador. En México, un periodista que sirvió como tapete para el gobierno en tiempos de Echeverría, López Portillo, De la Madrid y Salinas, se reinventa como el pilar del periodismo.
En efecto, la distorsión gubernamental evitó la competencia hasta que ocurrió la revolución tecnológica. Las obras de Thomas Friedman y Jeremy Rifkin, La tierra es plana y La era del acceso, respectivamente, lo adelantaron hace ya 20 años, pero al parecer, en México fueron ignoradas.
La realidad es que la contribución de las páginas web devaluó a los periódicos mexicanos. Todos los sabemos. Los dueños de los medios también pero sus negocios marginales son suficientes para despreciar a los jóvenes. En efecto, las cohortes juveniles no volverán a pagar por un periódico presentado en papel y, mientras que Google continúe como depredador del mundo tangible, tampoco lo harán por las versiones electrónicas. Una tableta o una plataforma que se convierta en prótesis humana, es decir, un teléfono, es suficiente para mantenerse en contacto con el mundo.
En México, la retórica logra convertir a la mentira en verdad, a lo anquilosado en innovación. Rasgos elementales de un mundo orwelliano.
Disfrutemos de la sección de espectáculos.
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