-Telecomunicaciones
Las espirales del silencio en el Siglo XXI
El Universal
Gabriela Warkentin
7 de septiembre de 2014
Son los hombres los que dominan la “comentocracia” en línea. Y en todos los segmentos se extiende el temor a publicar en redes sociales opiniones que pudieran ser contrarias a lo que dicta la mayoría. Se expande la espiral del silencio, pues. Agreguen a esto que Twitter amenaza con cambiar la presentación de los tuits, dejando atrás la cronología e impulsando un algoritmo que permita mostrar “lo más popular y destacado” por encima de lo “simple y cotidiano” (sí, al estilo Facebook), y con la Internet del 2015 nos hemos topado, Sancho querido (¡cómo me has acompañado en mis últimos artículos, buen Sancho!).
Dicen que la madurez trae serenidad, pero también muestra las arrugas. Un poco los pliegues del alma, pues. Y no todo envejece bien. A Internet, pareciera que la madurez le está sacando canas verdes, la serenidad se la comen los 140 caracteres, y las arrugas son más vericuetos para el control que señales de asentamiento emocional.
Un estudio del muy reconocido Proyecto Internet del Pew Research Center arroja los siguientes resultados: más del 80% de los estadounidenses encuestados dijo estar dispuesto a discutir “temas escabrosos” (como el espionaje del gobierno estadounidense y el caso Snowden) en corto y en directo (es decir, de manera presencial), pero apenas poco más del 40% dice estar dispuesto a hacerlo en Twitter o Facebook. Y ahí va la extensión de la espiral del silencio: dos veces más usuarios estarían dispuestos a publicar algo sobre el tema en Facebook sólo si sienten que sus “amigos” están de acuerdo con lo que van a publicar. Lo dijo Noelle-Neumann cuando acuñó el concepto: la sociedad amenaza con el aislamiento a los individuos que expresan posiciones contrarias a las asumidas como mayoritarias, y ahí comienza a enredarse la espiral del silencio.
Ahora vamos al silencio por género: la académica Emma Pierson, en un estudio de próxima publicación, analizó casi un millón de comentarios que lectores hicieron a diferentes publicaciones del /New York Times/ en un lapso de 6 meses. Pierson concluye que sólo alrededor de 25% de los comentarios venían de mujeres, a pesar de que 44% de los lectores del /New York Times/ son mujeres. Y remite en la presentación de su estudio a una reciente iniciativa de la Escuela de Negocios de Harvard para motivar en clase la participación de las mujeres. Porque sí, solían quedarse calladas.
Cerremos con el silencio por algoritmos: los directivos de la empresa Twitter anunciaron hace unos días la posibilidad de experimentar, a partir de 2015, con una organización algorítmica de la información que los usuarios de esta red social encontramos en nuestra línea de tiempo. Hoy, cuando entras a Twitter, se despliegan los mensajes de las cuentas a las que sigues en un orden cronológico invertido. Al mudar a una presentación algorítmica diferente, se nos presentarían primero los tuits destacados, los promovidos, los populares. Y quedarían en algún fondo aquellos /tuits/ de nuestras conversaciones más simples, y perderíamos la posibilidad de la sorpresa y el encuentro fortuito. Twitter se habrá convertido en Facebook, y muchos saldremos corriendo.
Así que, de cara al 2015, queda en evidencia que en Internet no todos opinan, no todos dicen lo que quisieran, unos vociferan más que otros y, de paso, los que tienen el poder de hacerlo pronto comenzarán a seleccionarnos lo que sí podemos ver. Ya sé, si así es la vida fuera de las redes, ¿por qué habría de ser diferente dentro? Y pienso que por la única razón de que sí, podría ser diferente. Suscribo, por tanto, lo que dice Francesc Pujol: “si Twitter va dejando de ser Twitter poco a poco, es seguro que emergerá una nueva red social, un Twitter2. En 2015.” Ya veremos.
–Competencia
Destaca Slim contribución de Telmex a digitalización
El Universal
Julián Sánchez
7 de septiembre de 2014
Al inaugurar el foro México Siglo XXI 2014, el presidente del Grupo Carso resaltó las acciones en materia tecnológica, principalmente en la construcción del cable submarino amx1, que comprende 17 mil 600 km Carlos Slim Domit, presidente del Grupo Carso, destacó la contribución que ha tenido Teléfonos de México en la digitalización del país, con fuertes programas de inversión, capacitación y mejora continua, con 300 millones de clientes, y promoviendo el acceso a grandes soluciones.
Al inaugurar el foro México Siglo XXI 2014, Slim Domit resaltó las acciones en materia tecnológica, principalmente en la construcción del cable submarino amx1, que comprende 17 mil 600 kilómetros desde Florida, Estados Unidos a Río de Janeiro, Brasil, a través de la cual, por ejemplo, se pueden realizar 846 millones de llamadas simultáneas o bajar 2.2 millones de canciones por segundo.
En el acto efectuado en el Auditorio Nacional ante becarios de la Fundación Telmex que representan a 405 mil en toda la República, destacó las inversiones y desarrollo que se han dado en rubros como en fibra óptica, banda ancha y telefonía móvil.
Resaltó acciones de Fundación Telmex en lo social. “Nos da gusto y orgullo seguir contribuyendo con la tecnología, educación y salud”.
En educación detalló que se ha facilitado el acceso a programas especializados, a capacitación, como en el portal Capacitate para el Empleo, donde se ofrecen cursos completos de oficios dedicados hacia donde esta el trabajo. En dos meses de abierto el sitio, se han beneficiado 35 mil personas.
Otro plan es Académica que conecta a 528 universidades públicas y privadas, con acceso a contenidos y programas de investigación conjunta. Paralelamente a que actualmente existen 3 mil 600 bibliotecas digitales en sitios físicos con acceso a banda ancha y diversas herramientas par alumnos y estudiantes.
Carlos Slim Domit destacó los resultados que tuvo en abril pasado la Aldea Digital en el Zócalo de la Ciudad de México, donde se lograron tres Récord Guiness.
En Salud, enfatizó en la promoción de la investigación de punta para dar origen a cura de distintos padecimientos, como genes de diabetes tipo II, y otros que dan origen a distintos tipos de cáncer. Paralelamente a la combinación de tareas con otras fundaciones, se trabaja para erradicar la polio y evitar que bebés puedan nacer con VIH y prevención de enfermedades como la hipertensión.
Con ello se han dado apoyos directos para la realización de 8 mil 387 trasplantes de órganos, además de la realización de tres nuevas aplicaciones en coordinación en el Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán y el Hospital Infantil de México Federico Gómez.
Por otro lado, se impulsa la conservación de la fauna y flora, en el marco de lo cual se creo el Acuario Inbursa, a donde en los dos meses y medio de inaugurado, han llegado 400 mil personas. Ahí se fomenta la recuperación de especies acuáticas y su conservación.
–Infraestructura
Mark Zuckerberg busca traer a México acceso a Internet a bajo costo
Homo Zapping
Monitoreo Informativo
6 de septiembre de 2014
El día de ayer Mark Zuckerberg, creador de Facebook, partició en México Siglo XXI, evento organizado por la Fundación Telmex en el Auditorio Nacional. El joven empreario señaló que entre sus planes está el traer a México la iniciativa internet.org, la cual buscaría dar acceso a lo más de 60 millones de personas que en nuestro país todavía no tienen acceso a Internet.
Esta iniciativa es, según se define a sí misma en su sitio Web, una coalición de líderes de “líderes de la tecnología, organizaciones sin fines de lucro, comunidades locales y expertos que trabajan juntos para que los dos tercios de la población mundial que no cuentan con acceso a internet, lo tengan”. El objetivo es ofrecer conectividad a la red a bajo costo, e incluso de manera gratutia, a zonas que no cuentan con ella.
Este modelo, busca cumplir con su objetivo a través del “intercambio de herramientas, recursos y prácticas recomendadas”. Internet.org realiza investigaciones y estudios para ampliar al cobertura de la red a nivel mundial; entre estos proyectos se encuenta, por ejemplo, el uso de drones para llevar Internet a sitios aislados.
El CEO de Facebook informó durante el evento que ya se ha reunido con el presidente Enrique Peña Nieto con el fin de arrancar su iniciativa en México, “también hablamos de las posibilidades para los pequeños negocios de crecer utilizando Facebook”, dijo.
En este sentido, agregó que “México está mejor conectado que otros países de América Latina, pero es una locura que sólo 60 millones estén conectados. Estamos convencidos que Facebook puede ayudar a que crezca la economía de México conectando más empresas y personas”.
Parte fundamental de este objetivo, comentó Zuckerberg, será la aplicación Whatsapp -la cual adquirió recientemente Facebook- , la cual podría se el punto de acceso a Internet para unos 2 mil o 3 mil millones de personas, “Whatsapp será la plataforma global para mensajes de texto. (…) con nosotros van a tener más recursos y más oportunidad para conectar al mundo”, sostuvo. Después de una década de haber creado Facebook, Zuckerberg afirmó sentirse igual que al principio, pues no habrá completado su misión hasta haber brindado a todo el mundo acceso a Internet.
Sin Embrago
Gisela Pérez de Acha
7 de septiembre de 2014
El Internet no es libre. Tenemos demasiado tiempo dejándonos llevar por la idea de que la conexión en red va a liberarnos, va a redefinir la democracia, el consumo, el activismo, el gobierno y la ciudadanía. Y no digo que no tenga rasgos genuinamente libertarios, pero la verdad es que en el fondo el Internet es una utopía. Surgió en 1969 como una idea que prometía revolucionar el conocimiento y los métodos de decisión democrática al mando de un proyecto financiado por el Departamento de Defensa de Estados Unidos, pero con fines verdaderamente pacíficos: vincular las computadores de los laboratorios del país con la finalidad que los científicos pudieran cruzar datos e investigaciones. Veinticinco años después no podemos decir que el Internet nos liberó. Hemos perdido la batalla por la libertad para ceder el control al gobierno y las empresas privadas. Porque sí, “información es poder”, y más en nuestra época. No crean que el fenómeno de geolocalización y censura en Internet son únicos a la Ley Telecom de nuestro país. Es un fenómeno mundial. Empezando por China, donde el gobierno obliga a Google a filtrar contenidos disidentes de su buscador al grado que la represión y violencia policial en las protestas de Tiananmen de 1989, no existen en los buscadores de la empresa. Pasando por Yahoo que fue requerido por las autoridades chinas para entregar información sobre periodistas disidentes que utilizaban su plataforma de email para criticar al gobierno. Sobre sus espaldas pesa la pena de prisión a Li Zhi y Shi Tao, mientras el pretexto de Yahoo fue cumplir con las leyes locales. Y es que el anonimato no se protege en las relaciones comerciales. Todo apunta a exactamente lo contrario. Me encantaría decir en este punto, que sólo en China y en países autoritarios como Rusia (y muy pronto México) se censura el Internet. Pero en democracias bien establecidas la censura viene por otro lado: la batalla para proteger el copyright. En Estados Unidos, la cuna del Internet y Silicon Valley, el primer propósito frente al fenómeno del Internet fue proteger los intereses comerciales de los grandes actores del mercado de películas y música: Hollywood, Time Warner, AT&T y las grandes industrias disqueras. No por nada nos quitaron Napster de las manos. Compartir música de manera gratuita, o usar torrents en Internet es penado con cárcel. El problema es la fe ciega que se tiene en el libre mercado y la “mano invisible” que mágicamente regulan las cosas y conducen a la libertad y a la democracia. En términos de libertad de expresión, el juez de la Suprema Corte de Estados Unidos, Oliver Wendell Holmes dijo en su voto disidente de 1919 de Abrahams vs. Estados Unidos que la libertad de expresión merecía ser protegida porque al igual que el libre flujo de bienes y servicios, crea un ambiente competitivo en donde las “buenas ideas” se desarrollan y las “malas” fracasan. Pero la libertad de expresión no puede ser libre mercado, porque el “libre” mercado no existe. Mucho menos es libre. Cada vez vemos más monopolios, más desigualdad y más privilegios para los poderosos. El resultado de este binomio tan peligroso es que escondido tras una careta de libertad, el “libre” mercado genera nuevos y más poderosos monopolios. De eso se trata el Internet hoy en día, y los ejemplos sobran. En 2008 y a petición del senador Joe Liebermann, Amazon bloqueo de sus servidores a Wikileaks, una organización que representa la contracultura del control en Internet al publicar documentos filtrados a partir de leaks anónimos. Hoy, el nuevo libro de su portavoz Julian Assange, no se vende a través de sus servicios. Por su parte, Apple elimina apps porque no permite “contenido erótico” ni “satírico hacia el Presidente Obama” en sus iPads y iPhones. Y cómo olvidar que el mundo cambió después de que en 2013 Edward Snowden filtró documentos secretos donde se revelaba un “sistema secreto de espionaje masivo” por parte de la National Security Agency hacia los usuarios de Microsoft, Yahoo, Google, Facebook, AOL, Skype y Youtube en el mundo entero. Las empresas entregan todos nuestros correos, fotos, textos, actividades e información personal al gobierno estadounidense poniendo el pretexto de que tan sólo cumplen con las leyes locales. Perdón, pero la diferencia con China es sólo de grado. Es una lástima que el espíritu inicial del Internet se haya perdido. De verdad, nos ganó el copyright y las grandes fuerzas de mercado que ahora regulan la libertad de expresión en Internet desde una doble faceta: a través de los nuevos monopolios que censuran contenido sin tener ningún tipo de responsabilidad, y a través de las reglas comerciales en donde los discursos populares son los únicos que venden. Hoy ya no somos los consumidores, sino el producto que se vende en Internet a través del chisme de las redes sociales. Mientras más doblamos el espejo narcisista que busca likes y retuits, más información regalamos a plataformas privadas como Facebook, Google y Twitter. Somos el producto porque nuestra privacidad y nuestros datos se monetizan para ser vendidos a empresas de publicidad que saben perfectamente con quién hablamos y qué páginas visitamos. La genialidad de los nuevos monopolios de Internet, es saber vender publicidad hecha a nuestra medida en base a curvas de preferencias que jamás se habían medido tan bien. El mercado tiene un efecto adicionales en las redes sociales: son las mayorías las que ponen las reglas, porque sólo los discursos populares “venden.” Y todo por nuestro maldito narcisismo. Buscamos ese espejo donde somos aceptados, “favoriteados” y tenemos muchísimos “amigos” y “seguidores”. Pero la genuina libertad de expresión es exactamente lo contrario, es decir las cosas que a todo el mundo le molestan, que se juzgan y que ofenden al grado de querer callarlas. En las redes sociales el disenso es cada vez más escaso. Pew Center, una asociación que se dedica a hacer investigaciones sobre el Internet, acaba de sacar un estudio en base a una encuesta donde hablan de la “espiral del silencio” en las redes sociales. Decían que el Internet nos iba a liberar, que las Primaveras Árabes y el #YoSoy132 eran el inicio de una nueva era de “información democrática” e individualismo rampante… pero los seres humanos –dice Pew– no hablamos de las cosas que no son aceptadas por la mayoría de nuestros amigos, familiares y colegas. Esta es la espiral del silencio: no se comparten opiniones si no van de acuerdo con lo que dictan las modas mayoritarias del momento. La encuesta de se centró en decir que los usuarios de Facebook y Twitter eran menos proclives a compartir sus opiniones si sentían que sus “seguidores” o “amigos” no compartirían su punto de vista. Tiene todo el sentido, es la diferencia entre hablar por teléfono en privado o en un altavoz. Alexis de Tocqueville le llamaba, la “tiranía de la mayoría”, y nunca se ha ejemplificado mejor con las redes sociales. El resultado es control, espionaje masivo, publicidad hecha a la medida, falta absoluta de privacidad y chismerío que se reduce a 140 caracteres. La autocensura es la regla en Internet, mientras la libertad se trata de exactamente lo contrario. Seguimos pegados, adictos, sin espacios de disenso ni resistencia. El campo de batalla por la libertad ya no se enmarca dentro de las dualidades que han regido la historia: democracia contra dictadura, o comunismo contra capitalismo. En la era del Internet los límites a la libertad son mucho más sutiles, y nosotros más complacientes. El resultado final es la dominación sobre el discurso, y una espiral de silencio lacerante. La utopía murió, y no nos hemos dado cuenta.
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