Contrario a lo que me exigiría mi profesión, confieso que no suelo ver el noticiero de Joaquín López Dóriga en el Canal de las Estrellas; y mucho menos el de Javier Alatorre que pasa por la señal de Azteca Trece. A raíz de la cobertura descaradamente tendenciosa que llevó a cabo este noticiero del conflicto poselectoral de 2006, varios millones de mexicanos participamos en un boicot contra este par de noticieros. En mi caso debo decir que prolongué esta política hasta la fecha, ya con miras a una nueva elección presidencial. A lo largo del sexenio de Felipe Calderón sólo he visto el noticiero estelar de Televisa en coyunturas específicas, cuando me ha interesado monitorear el seguimiento de la televisora a algunos acontecimientos en concreto.
Por algo que podría ser prurito o remordimiento profesional sintonicé hace unos días el susodicho espacio noticioso. Confirmé lo que suponía: su formato y sus contenidos no han variado mayor cosa. Aquella noche el diario abrió con una extensa nota que se llevó más de la primera media hora del programa; a inteligencia de que el noticiero suele durar menos de sesenta minutos. Fue una larga y detallada crónica de una carambola en la carretera México-Toluca, a la altura de Santa Fe. Es cierto que fue un accidente espectacular, que involucró a alrededor de veinte autos, provocó la muerte de una persona y generó un vistoso incendio de vehículos, entre los que se encontraba una patrulla de la Policía Federal. En ella viajaba un oficial que, en el cumplimiento de su deber, alcanzó a rescatar a algunas de las personas atrapadas en sus autos. López Dóriga lo invitó esa noche al estudio para entrevistarlo. En la charla el oficial no pudo hacer más que volver a relatar lo que ya había narrado la larga crónica del accidente. El periodista le dijo que era un héroe al menos dos veces en los pocos minutos que lo tuvo en el estudio, y le dio las gracias por su valiente desempeño al menos tres veces en el último minuto de la conversación.
Ya pasaban de las once de la noche cuando, por fin, hubo lugar para otras notas. Claro está que ninguna tuvo una extensión ni remotamente cercana a la del vistoso choque. Antes bien casi todas rondaron una duración que calculo de unos quince segundos cada una. Lo interesante es que entre ellas se mencionó la conversación que sostuvieron Nicolás Sarkozy y Barack Obama respecto a Benjamín Netanyahu, de quien dijeron punto menos que era un mentiroso insoportable mientras creían que nadie los estaba escuchando. Se trató de un asunto de diplomacia internacional sumamente delicado, que involucraba a tres de los jefes de estado más influyentes de la actualidad. La extensión de la nota apenas permitió vislumbrar qué había pasado, sin relatarlo por completo y, mucho menos, enmarcar los hechos en su contexto correspondiente.
En ese mismo bloque de píldoras internacionales (pues no alcanzaron el tamaño para llamarlas ‘noticias’), se mencionó la guerra civil desatada en Siria, que implicó la suspensión de los derechos de ese país como miembro de la Liga Árabe. Huelga decir que el tema nos queda un poco lejos, pero que no por ello es poco importante y delicado. En sus quince segundos, la mini-nota sólo atinó a señalar que había movilizaciones ciudadanas en contra del gobierno, sin explicar a qué se debían o qué reclamaban. Irónicamente, como queriendo denunciar un sistema de medios corrompido o ligado al régimen en aquel país, López Dóriga alcanzó a decir: “Y no sabríamos nada de esto si no fuera por las redes sociales”. Mi madre diría que era el burro hablando de orejas, como si pasaran por el Canal 2 las resoluciones de la Cofeco sobre los fenómenos de concentración en que incide Televisa, o las discusiones de los especialistas en torno a temas como el apagón analógico y el multiplexeo.
Para colmo, otra de esas notas se refirió al hasta entonces Primer Ministro italiano Silvio Berlusconi, de quien sólo se dijo que había perdido el control del Congreso mientras que el resto de los medios de comunicación anunciaban su inminente dimisión. ¿Por qué Televisa no mencionó este detalle, mucho más noticiable que las proporciones del Congreso italiano? ¿Era mejor evitar escenarios que permitieran comparar al magnate italiano con sus homólogos mexicanos?
Sé que criticar al consorcio de Emilio Azcárraga es hacer leña del árbol caído. Sin embargo no pude dejar de notar los criterios tan desproporcionadamente localistas con que se elabora el guión de su noticiero principal. Las notas de carácter internacional suelen tener una duración cien veces menor que la que eligen como su nota del día. El dato contrasta con lo que la empresa dijo de sí misma en el contexto del cambio de siglo, cuando actualizó su imagen institucional. En ese entonces arguyeron que el centro del logo de Televisa era una esfera que representaba al mundo, y que con ello se hacían sensibles a la dinámica de la globalización. Ya terminó la primera década del siglo XXI y en la empresa prevalece un ombliguismo que insulta la complejidad y la diversidad tanto de nuestro país como de todos los lugares donde pueden sintonizarse sus contenidos.
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