Dos gigantes en la lucha por las telecomunicaciones

Por: Karla Godínez

En una esquina del ring, el duopolio de las televisoras históricamente antagónicas, Televisa y TV Azteca, peleando codo a codo por un fin común; en la esquina contraria, Telmex-Telcel, el monopolio de los servicios de telefonía en el país. Ambos mega-grupos empresariales son protagonistas de un enfrentamiento por ganar terreno en la industria de las telecomunicaciones, una lucha que ha tenido varios frentes, en los que cada empresa ha sabido utilizar sus armas, sus recursos y sus buenas relaciones públicas.

La causante de este juego de poder es la digitalización. Por ella se explica la convergencia entre dos negocios que antes se percibían distantes: el de la televisión y el de las telecomunicaciones. Después de encontrar la forma de aprovechar más eficientemente el espectro radioeléctrico –materia prima de ambas empresas–, y encontrar la posibilidad de ofrecer más y mejores servicios, los dos titanes están decididos a invadir el terreno del otro: Telmex, rey de las interconexiones, busca ofrecer el servicio de televisión de paga, y a la larga un canal abierto de alcance nacional que compita con las señales tradicionales como la XEW-TV y la XHGC-TV; mientras tanto, Televisa quiere brindar servicio de telefonía e internet de banda ancha. La intención de ambos es la misma: abarcar mucho, pero habrá que ver qué tanto aprietan.

Telmex, dueña de la mayor red de interconexión del país, se enfrenta a un bloque enemigo compuesto, entre otros, por Grupo Salinas, Televisa, Nextel, Axtel, Marcatel, Megacable. Los miembros de esta coalición  alegan que no pagarán por usar una red que se encuentra monopolizada; Telmex defiende el cobro por el uso de su red, argumentando que ha invertido miles de millones de dólares en el crecimiento de la misma y que no tiene porqué regalar sus servicios.

Las televisoras han contraatacado al bloquear el acceso de Grupo Carso (al que pertenece Telmex y Telcel) a los espacios de publicidad de sus señales, una estrategia desleal si se toma en cuenta que sus canales son el mayor escaparate publicitario para cualquier empresa, y que además los espacios televisivos de Televisa y TV Azteca han servido también para criticar duramente a la empresa telefónica. Telmex ha respondido difundiendo sus acusaciones a las televisoras en periódicos y sitios en internet, aunque evidentemente consiguiendo un menor impacto en la opinión pública.

Ahora resulta que Telmex recurrirá a una estrategia de beneficio público mediante la creación de “Telmex Social”, una fracción de la empresa que se ocupará de hacer llegar los servicios de interconexión a zonas rurales y marginadas del país. Habrá que ver qué tanto le funciona a Telmex pararse el cuello y posicionarse como defensor del desprotegido en la sociedad de la información. Quizás más útil sería que las tarifas generales de sus servicios de telecomunicaciones se redujeran, y así podría disipar las afirmaciones que lo colocan como una de las empresas más careras de telefonía en el mundo.

El fuego del conflicto ha sido alimentado además por la falta de leyes claras y por el brillo de la ausencia del Estado. Una nueva situación para el uso del espectro debería significar automáticamente un apuro en el ajuste de las leyes, sobre todo cuando el presidente Felipe Calderón promovió el adelanto del apagón analógico, de 2021 al 2015. Sin embargo, sabemos por experiencia que la modificación de las leyes en México no sólo es lenta, sino también –veladamente– favorecedora para ciertos grupos empresariales. La regulación de los precios y el fomento de la competencia deben correr a cargo de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, la Comisión Federal de Competencia, y la Comisión Federal de Telecomunicaciones, a fin de asegurar que los pagos por los servicios de una y otra empresa sean justos para la población. Pero la SCT y la Cofetel han declarado que se trata de un problema entre particulares y, por tanto, no intervendrán por el momento en este conflicto meramente comercial.

La preocupación actual de los dos consorcios está muy alejada del servicio al consumidor. Se está volviendo una batalla de mutuo desprestigio, de despliegue de fuerzas mediáticas, de afán por irrumpir en el mercado ajeno. Lo esperado será que de tal enfrentamiento emerjan propuestas atractivas de televisión, telefonía e internet por parte de los dos grupos, pues finalmente lo que se busca es que las empresas apuesten por ofrecer servicios de calidad y a precios competitivos, y que el principal beneficiario sea la sociedad.