1° de noviembre – Reforma
Apropiación
Por: Roberto Zamarripa
YouTube llegó este fin de octubre a mil millones de suscriptores en todo el mundo. Con apenas un lustro de vida este sitio de videos ha revolucionado la comunicación masiva e impactado de lleno en la cultura de hacer y ver la televisión.
Al año de su exitoso despegue, YouTube fue adquirido por Google en mil 650 millones de dólares. Hoy es la tercera página más consultada en el mundo según el rankeo de Alexa.com. Casi una cuarta parte de su audiencia proviene de Estados Unidos, seguido de Japón con un 6 por ciento y de India con 4.9 por ciento. México ocupa el octavo lugar de usuarios de YouTube (un 3.4 por ciento) por encima de Francia y España.
Igual que a nivel mundial, en México es la tercera página de preferencia, superada solamente por Google y Facebook. Es indiscutible que YouTube tiene en México una audiencia propia y creciente.
En un país de monopolio televisivo, instrumentos como YouTube se convierten en altamente subversivos, alternativos y espectaculares. La expansión de las posibilidades de acceso a información y entretenimiento por navegación en la red impacta a las transmisiones televisivas de las grandes cadenas, muchas de la cuales acuden cada vez más a la transmisión alternada y/o simultánea por herramientas interactivas de internet.
YouTube fue concebido como una herramienta libre para los usuarios. Los espacios han ido ocupándose con distintos fines tanto de diversión como de comunicación y educación.
Recientemente, dos videos difundidos por YouTube estremecieron al país. El 20 de octubre un video de un supuesto interrogatorio a un policía guerrerense, quien aparece semidesnudo y es apuntado en su cabeza por los cañones de ametralladoras, “revela” quiénes fueron los responsables del secuestro de 20 michoacanos en Acapulco.
Otro video -difundido el 25 de octubre- donde Mario González, rodeado por hombres armados que le intimidan, dice que su hermana, la ex procuradora de Chihuahua, Patricia González, era una operadora del cártel de Juárez que ordenaba asesinatos y recibía dinero de la mafia, que a su vez hacia llegar al gobernador José Reyes Baeza.
Ambos videos, el de Guerrero y el de Chihuahua, fueron tomados inmediatamente como verdades. Las reacciones, también inmediatas, fueron de condena al uso de YouTube para propósitos criminales e incluso, en el caso chihuahuense, de solicitar la desaparición de ese video de la red tras condenar su retransmisión en otros sitios de internet de medios informativos.
La propia ex procuradora acusó a medios locales de instigar esa difusión. Sin embargo, ella misma pudo establecer conjeturas sobre la autoría del secuestro de su hermano tras observar detenidamente las escenas del interrogatorio. El video, evidentemente, le aportó información como pudo darle información a decenas de miles de personas que pudieron verlo en el sitio de YouTube.
Al extirparlo de la red no se acabó con el secuestro del hermano ni con las sospechas de las ligas entre mafiosos y funcionarios o ex funcionarios chihuahuenses. Menos con el acceso al mensaje criminal.
Hay una condena irracional a YouTube; también a los medios informativos que reproducen lo que en esas herramientas se difunde. Lo hagan o no los medios institucionales, los reproduzcan o los ignoren, esos videos serán vistos en el propio sitio que tiene millones de abonados en México, y susceptiblemente por muchos de los mil millones de suscriptores en el mundo, además de aquellos que sin ser suscriptores visitan el sitio con frecuencia.
La mejor vacuna contra esos mensajes no es la censura sino la difusión de información confiable y alternativa sobre lo que pasa en las entidades. Que la autoridad aporte datos sobre sus indagaciones y que los ciudadanos inunden de denuncias y propuestas las zonas que están contaminadas anónimamente de amenazas.
El problema está en el uso de las herramientas no en su condena. En la apropiación de los espacios no en su supresión. En la libertad de información para los ciudadanos no en su censura.
El grupo Estemos Unidos Mexicanos, por ejemplo, ha colocado mantas en los sitios que los criminales usan para colgar sus mensajes o a sus ejecutados, para convocar a la unión ciudadana contra el crimen. Las autoridades en lugar de respetar las expresiones ciudadanas, las confiscan.
Debe estimularse la apropiación de los espacios con un sentido crítico y no dogmático sobre lo que se dice y hace en la lucha contra el crimen. Sobre lo que pasa en el país y otros no quieren decir. Ahí debe dar una batalla el ciudadano crítico. Para apropiarse de los espacios e impedir que los criminales hagan suyas las zonas de libertad informativa. En la calle o en la red, en los medios masivos o en los pasillos ciudadanos. Que su voz se oiga, no la de otros.
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