Por Carmen Aristegui
No sé si haga falta pero, por si la hubiera, aclaro que éste -como todos los anteriores escritos aquí publicados- es un artículo cuyo tema, tratamiento y contenido es responsabilidad plena de la autora. No ha habido sugerencia, insinuación o petición expresa de ningún miembro directivo o no directivo de este grupo editorial para escribir lo que a continuación se puede leer. Una opinión, pues, estrictamente personal frente a un hecho de interés público. No sé si Reforma ha tomado o tomará alguna postura institucional en respuesta a los hechos que a continuación me refiero pero, en todo caso, quien esto escribe y millones de personas más no podemos estar indiferentes frente a lo que es una clara, evidente y brutal campaña de linchamiento -de pánico moral diría el
periodista de Proceso, Jenaro Villamil- en contra del Grupo Editorial Reforma.
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