Enrique Galván Ochoa / La Jornada
El embajador de Estados Unidos, Carlos Pascual, está resultando incómodamente claridoso y con iniciativa propia. En la víspera de la visita de Michelle Obama mandó cerrar el consulado de Nuevo Laredo. No era una señal apropiada esos días, seguramente de Washington le dijeron que lo reabriera de inmediato. Ayer, en Monterrey, dijo lo que todos dicen pero que no se había atrevido a decir un representante diplomático: 1) la narcoviolencia se ha convertido en un factor que desalienta la inversión y 2) algunas empresas de su país están pensando en mudarse a otras tierras.
Nota completa: La Jornada: Dinero.
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