Los israelíes tienen hoy acceso a una información que durante cuatro meses les ha sido bloqueada. Algo que el resto del mundo podía publicar, comentar y especular. El Tribunal de Tel Aviv ha levantado hoy el secreto de sumario que había impuesto en Israel de un affaire que mezcla conceptos como libertad de informar, censura, espionaje y traición.
Tras la presión de los medios locales, sus lectores, espectadores y oyentes sabrán por fin que la periodista israelí, Anat Kam, de 23 años, está en arresto domiciliario desde diciembre. Se sospecha que cuando hacía el servicio militar (2005-2007) robó numeroso material confidencial del ministerio de Defensa y se lo entregó al diario Haaretz. En concreto, la acusan de haber robado, “por motivos ideológicos”, más de 2000 documentos secretos. Los abogados de Kam niegan rotundamente las acusaciones que podrian llevarla a pasar varios años en la cárcel.
“Se trata de un gravísimo caso de espionaje con intención de dañar la seguridad de Israel”, dice la Fiscalia. El jefe del servicio secreto interno, Yuval Diskin ha afirmado que “tener acceso a esos documentos es el sueño de los países enemigos de Israel. El caso aun no ha terminado y aun estamos buscando los documentos robados para que no caigan en manos hostiles”.
Más allá de los supuestos cargos de traición y espionaje, el llamado Affaire Kam ha provocado polémica por una paradoja expresada hace unos días en un titular del diario Yediot Ajaronot: “La historia que da la vuelta al mundo y que no quieren que ustedes conozcan”. En señal de protesta y como forma de presión, publicó a toda página un artículo de la norteamericana Judith Miller detallando el caso pero ocultando en una llamativa banda negra los pasajes censurados. Miller denunció la “irracionalidad” de la prohibición para los medios israelíes pero no para los medios internacionales.
Una decisión ilógica en la era de la blogósfera y cuando Internet te da la posibilidad de leer un diario extranjero sin moverte de casa. Los israelíes más interesados en este asunto sabían todos los detalles navegando en medios extranjeros, blogs de israelíes o de judíos en Estados Unidos. Incluso en Facebook grupos de amigos israelíes de la periodista exigen su liberación dando su nombre y la razón del arresto. The Jewish Telegraphic Agency informó que la Inteligencia militar, la policía y el servicio secreto interno de Israel llevan conjuntamente la investigación considerada “muy sensible”.
Colaboradora del popular portal de información www.walla.co.il, Kam es acusada de copiar y fotocopiar sin permiso un gran número de documentos confidenciales sobre operaciones militares y también los llamados “asesinatos selectivos” que el Ejército practicó durante la Intifada contra milicianos, cabecillas militares y líderes palestinos. El periodista de Haaretz, Uri Blau- que actualmente se encuentra en Londres- usó hace dos años el material filtrado en uno de sus reportajes contra el Ejército.
Que el Tsáhal matara o intentara matar a sus principales enemigos no es evidentemente ningún secreto. Lo que al parecer Kam reveló es un caso en el que el Ejército mató a un destacado miembro del brazo armado de la Yihad Islámica en 2007 violando la ley del Tribunal Supremo que prohíbe dichas prácticas cuando el miliciano puede ser arrestado. Kam realizó su servicio militar en la oficina del entonces responsable de Cisjordania, el general Yair Navé.
La presidenta del Consejo de Prensa de Israel, Dalia Dorner, condenó la prohibición judicial al afirmar que “todo el mundo sabe y publica detalles de este caso por lo que prohibirlo en Israel es ridículo. Restringir una información solo se justifica en casos extremos y cuando supone un enorme daño a la seguridad del país”.
Reporteros Sin Fronteras (RSF) denunció la “censura absurda” impuesta a los medios de comunicación israelíes. “Pedimos que se levante la prohibición a los medios israelíes de tratar el caso de Anat Kam. La defensa de la seguridad nacional es un objetivo legítimo, pero la censura no puede ser utilizada para impedir rendir cuentas en caso de violación de la ley”, dice el organismo.
Los que conocen al detalle el caso afirman que la prohibición judicial de publicarlo en los medios israelíes crea más polémica que las supuestas acusaciones. Israel debate la conveniencia y/o efectividad de censurar en sus medios el Affaire Kam en un mundo de la información sin fronteras, con mucho Internet y poco secreto.
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