Cuando un pandillero salió de la cárcel poco después de ser arrestado por vender metanfetaminas, sus amigos y cómplices supusieron que había llegado a un acuerdo con las autoridades para convertirse en informante de la policía.
Enviaron una advertencia en Twitter que decía: hay un soplón entre nosotros. Pero, sin ellos saberlo, el mensaje (o “tweet”) y el tráfico que generó eran monitoreados de cerca por los investigadores de la Policía, que seguían a la pandilla del área de San Francisco desde hacía meses. Así, inconscientemente, los twitteros fueron revelando información que los incriminaba.
Nota completa: http://www.eluniversal.com.mx/internacional/65903.html
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