Cancionero
Félix Cortés Camarillo
No faltarán plumas de mayor mérito para resaltar las virtudes de Bernardo Garza Sada como persona, empresario, filántropo, ciudadano y, sobre todo, personaje renuente a los faroles de la fama pública. Mi enojo porque no tuvimos en televisión imágenes de él en vida y actividad fue aplacado con la simple frase de “es que no se dejaba”.
Conocí a Bernardo —y él me honró desde entonces con el tuteo norteño— en una peculiar circunstancia: era el día en que José López Portillo había tomado posesión como presidente de México, y en una de las casas de Televisa una catorcena de notables personas comimos suculentamente y escuchamos, de labios de Gustavo Díaz Ordaz, la confesión de que el mayor error que había cometido en su vida había sido la designación de quien había de sucederlo. De entre los presentes en aquel convivio que aún están entre nosotros, Miguel Alemán Velasco y Jacobo Zabludovsky escucharon conmigo ese testimonio.
No parece ser, en la liturgia de la sucesión presidencial mexicana, fenómeno aislado; algunos lo han dicho. José López de Miguel de la Madrid, Miguel de Ernesto Zedillo y seguramente éste de haber designado a Vicente Fox.
Nota Completa:
http://impreso.milenio.com/node/8670387
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