Carlos Monsiváis
06 de septiembre de 2009
Preguntas como una guía para evaluar el carisma mediático, el único realmente existente (si uno no la ve en pantalla, la persona no existe). No contestes ahora, no contestes después. Ya es tiempo que las preguntas no te obliguen a nada.
1. Estás, en un auditorio o ante la pantalla, ante un político calificado de inminente, es decir, del que se esperan grandes cosas o, mejor, pequeñas cosas con grandes presupuestos. Entonces:
—¿Te fijas en sus palabras o estás convencido (convencida) de que un político no habla para decir sino para bendecir?
—En las pláticas con tus amigos, ¿le asignan un valor a sus conceptos?
—¿Cuando hablas de un político, el que sea, sueles comentar: “¡Qué inteligente es!”? ¿Cuándo fue la última vez que le concediste atención no a las acciones o al fracaso de ellas, sino a las ideas?
—Según varios comentaristas de radio, las mejores ideas se expresan con un buen traje y un mejor perfil. ¿Es esto cierto?
—¿Qué registras más: la aparición de las imágenes y menciones de un político en la televisión, o la frecuencia con que sus puntos de vista críticos te ayudan a entender el presente?
—¿Te gustaría que hubiese encuestas en las que se indagara en la popularidad del pensamiento filosófico de un político? Se podría empezar con el presidente de la República.
—Cuando al político se le entrevista, ¿lo que contesta tiene que ver con las preguntas del interlocutor o es parte de un discurso memorizado que ni siquiera se toma la molestia de escuchar?
—¡Fíjate bien! El político (el presidenciable) está frente a las cámaras y micrófonos y comienza su discurso. Tú te dispones al aprendizaje, ¿cuánto de lo que dice ya lo habías oído o todo te suena a nuevo el único minuto que le prestas atención?
—¿Te acuerdas de la última vez que exigiste que los políticos fueran inteligentes? ¿Y por qué te fastidiaron las carcajadas de tus amigos?
—Un presidente de la República lúcido y autocrítico es una pica en Flandes. Hasta aquí, bien, ¿pero qué es una pica en Flandes? ¿Qué necesidad hay de metáforas estorbosas cuando todo puede ser sencillo como la vida? Ya no se puede decir “sencillo como el agua” desde que escasea tanto.
Ver opinión completa:
http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/45516.html
0 Comments