“No… no… no nos da la gana, que Emilio regale nuestra lana”, fue la consigna que rompió con el protocolo que reinaba en el hoyo cuatro del campo del Guadalajara Country Club.
La protesta venía de una de las avenidas contiguas a la sede de la primera edición del Lorena Ochoa Invitational, de la LPGA. La pasividad se transformó en tensión. El público que cobijaba a la anfitriona, la número uno del mundo, en la primera ronda, se mordía los labios para no generar más ruido que pudiera desconcentrarla.
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