Tema: Libertad de expresión
Subtema: Agresiones contra periodistas o medios
EL UNIVERSAL
Héctor De Mauleón
20 de septiembre de 2018
Opinión
Hace un par de días, a mitad de su gira de agradecimiento, el presidente electo se descosió.
Atribuyó las reacciones que provocó su armación de que México se hallaba en bancarrota, a una prensa fí “que está muy atenta, sacando de contexto las cosas, buscando las podridas”.
Dijo Andrés Manuel López Obrador que existen camajanes “del conservadurismo, de la prensa fí”
que no quieren que se aance
su proyecto de cambio.
Un camaján, según el diccionario de la lengua, es un holgazán que se las ingenia para vivir a costa
de los demás. Una persona que “con astucia sabe sacar provecho para sí de alguna situación”.
Así parece ver el presidente electo a los medios que criticaron el uso, digamos a la ligera, del
término bancarrota. En todo caso, AMLO pidió a los camajanes “que acepten que algunos medios
de comunicación se dedicaron estos 30 años a aplaudir y a callar y a obedecer, a quemarle
incienso al régimen de un partido o de otro”.
Según el presidente electo, a eso (y a una pugna entre liberales y conservadores que lleva 200
años) se debe que, en cuanto habló de la situación del país, en cuanto dijo que hay una crisis en
México, en cuanto usó la palabra “bancarrota”, los camajanes del conservadurismo y la prensa fí
se le lanzaran al cuello.
Ya entrado en gastos contra esa prensa que alguna vez calicó
de inmunda, AMLO desnudó ante los reporteros la verdadera mecánica. El truco de la prensa fí: “Sacan una nota y van a pedir una reacción”, dijo.
La prensa fí, según el presidente electo, escucha una declaración suya y luego va “con el
secretario de Hacienda o con Claudio ( X. González)”. En cuanto se halla frente a éstos les dice:
“Andrés Manuel dice que hay bancarrota”.
Obviamente esto lo hace la prensa fí con el n perverso de que no se aance el proyecto, de que no suceda el cambio.
De acuerdo con López Obrador, “también esto hay que modicarlo
en el periodismo”:
“O sea, hacer más investigación, ser más objetivos, y que no haya medios tendenciosos… Que
estén los medios lo más distantes que se pueda del poder y lo más cercano a la sociedad”.
Así que el presidente electo descalica, denigra, da lecciones de lo que él espera que sea el periodismo.
Me parece una señal atroz.
De nuevo se discute qué actitud mantendrá el presidente frente a la prensa a partir del próximo 1º
de diciembre.
En una columna anterior me pregunté si el candidato que vilipendió a los medios en las últimas tres
campañas presidenciales iba a dar paso a un estadista que comprendiera el papel de la libertad de
expresión en una democracia, y el papel de la libertad de expresión en uno de los países más
peligrosos para ejercer el periodismo.
En un ambiente agudamente hostil para la prensa, las declaraciones de un presidente pueden tener
repercusiones incalculables. Por eso resulta tan delicado el tema.
En aquella columna referí que muchas veces la verdad del futuro se encuentra en el pasado. Cité
algunas de las frases que AMLO le ha propinado a los medios que no le fueron anes
a lo largo de los años: “hampa del periodismo”, “pasquines del régimen”, “prensa inmunda”, “secuaces de la maa”, “alcahuetes de la derecha”, “jilgueros del poder”.
A la vista de esto, milito en la franja que no se hace muchas ilusiones: López Obrador ha
demostrado con creces que, en cuestión de crítica, posee piel delgada.
María Amparo Casar recordaba ayer que es falso que los medios hayan estado tan callados como dice el presidente electo. En un estudio reciente, Casar demostró, por ejemplo, que en 1996 hubo en la prensa mexicana 502 notas dedicadas a temas de corrupción. En 2014, los medios dedicaron al mismo asunto 29 mil 505 notas.
“Nadie ha hecho más y mejor trabajo para exhibir la corrupción y la impunidad que los medios”, concluye Casar.
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Tema: Libertad de expresión
Subtema: Censura
La dictadura venezolana radicaliza la censura
Animal Político
Rubén Aguilar
18 de septiembre de 2018
Informativo
El gobierno del presidente Nicolás Maduro, que día a día consolida el régimen dictatorial, ya tiene prácticamente el control total de las estaciones de televisión, de radio y también el monopolio absoluto del papel periódico que sólo se entrega a los diarios que le son afines.
Ahora el único espacio de libertad de expresión estaba en las redes sociales, pero en los últimos días la dictadura se ha lanzado contra éstas. El mecanismo que utiliza es el ataque cibernético y el bloqueo a los portales informativos críticos al régimen.
En la acción participa el gobierno, mediante la Compañía Anónima Nacional de Teléfonos de Venezuela (CANTV), y empresas privadas que son obligadas a colaborar con la estrategia gubernamental. Parte de los ataques vienen de plataformas instaladas en otros países, como Rusia e Irán.
El corresponsal de El País en Caracas, Alfonso Moleiro, señala que los ataques se han centrado en la versión digital del periódico El Nacional y el portal LaPatilla.com, que son de los medios digitales más populares y visitados en Venezuela (3.09.18).
Las webs armando.info, Runrunes y elpitazo.com han sido también víctimas del ataque de la dictadura. Éstas fueron creadas por periodistas que dejaron los medios en los que trabajaban una vez que éstos pasaron a manos de empresarios que trabajan para el gobierno.
El Instituto de Prensa y Sociedad, el Observatorio Abierto de Interferencia e Internet y Venezuela Inteligente, las tres organizaciones venezolanas, han investigado de manera detallada cómo operan los ataques y bloqueos.
Las webs dejan de estar disponibles en los teléfonos celulares y las conexiones físicas. A las plataformas se les bloquea de manera irregular y también reciben continuos ataques cibernéticos.
El gobierno de Maduro inició esta estrategia hace un año, pero se ha venido incrementando a lo largo de 2018 en la medida que se agudiza la crisis política y humanitaria.
Son también objeto de diversos ataques medios como el canal de televisión del Congreso, en manos de la oposición, y las televisoras Vivoplay, VPI y Venezolanos por la Información.
La dictadura lo que pretende es impedir la transmisión de esos medios muy críticos al gobierno, y desanimar a quienes los siguen, que nunca saben cuándo estarán al aire.
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